Desde hace ocho años, cuenta la leyenda que si dices «Y mi palasio fue la juventut» frente al espejo 3 veces, Mónica Naranjo aparece, evalúa tu acento catalán y mexicano y, si lo has hecho bien, te reversiona «Desátame» en el estilo musical que elijas. O te cocina algo ligero y rápido, como unos cargols a la llauna.
Mil reinvenciones, giras sacacuartos, programas de televisión y un libro de cocina después, por fin llega Lubna, el trabajo que siempre quiso hacer, un canto desesperado a su ego y por el que la mujer, las cosas como son, se ha dejado el resto; pasemos a analizarlo:
Hay dos tipos de reacciones frente a este trabajo: la de «¡y guapa, y reina, y reina y reina y reina!» y la que se pregunta «¿quién coño se cree esta tía que es?» Y no es para menos, a Mónica Naranjo ya no se la ama o se la odia, hay que ir más allá, hay que inventar un nuevo concepto de amor o de odio, y es que este Lubna, o se escucha del tirón o lo arrinconas para siempre en la estantería tras cuatro histéricas e insufribles pistas.
Pero vayamos por partes, que la señora se nos ha puesto profunda: un sinfín de retrasos no ha hecho más que alimentar a la bestia, la leyenda del argumento de esta ópera rock, un videoclip inenarrable, la verborrea de la propia Mónica y miles de tuits suyos han hecho de «Lubna» un acontecimiento musical per se, y es que ella dice que el personaje se queda en casa, pero en las redes sociales vive y pervive per secula seculorum. Dicho esto parece que solo queda intentar diseccionar la obra, y no es cosa fácil, o sí, porque puede resumirse en una cosa: Un elenco de personajes a cada cual más crispado son la excusa perfecta para tocar todos los palos, musicales e interpetativos, y todos hechos unos zorros emocionales y tarados por naturaleza: el David Bowie, el Camilo Sesto, el Freddie Mercury, la María Callas (??!!??), la Evita de Paloma San Basilio, la del Medio de los Chichos, Paca la Piraña, la Pasionaria, la Novia Cadáver y la propia Mónica Naranjo (el personaje, que la real está preparando mel y matò). El conjunto apabulla, la trama no se comprende absolutamente nada por mucha conexión que nos quiera establecer y cuentos de Justicia Divina que nos quiera contar y al final todo son pistas sueltas con una misma línea de producción en la que ella sufre más que nunca y todos sufrimos con ella. Lo que ella quería. Y lo que queríamos nosotros.
¿Estilos musicales? Menos el chino del siglo XII los toca TODOS. MN canta en latín, en inglés, ópera, tango, flamenco… hasta escupe y se descojona de la risa a lo Maléfica, que para eso MN es la fan number one de MN. Ella chilla más que nunca y es su mejor trabajo desde el 97, se ve de sobra que está cómoda haciendo lo que le da la gana, está encantada de haberlo hecho y de haberse conocido, se recrea en ella misma hasta niveles ridículos, y el trabajo está impecablemente producido, barroco como un disco interminable de Tino Casal y da lo más grande en la orquestación y coros, pero hay que ser justo: este cd es el «Tarántula» que no tuvo cojones ni dinero para sacar en 2008, y bebe descaradamente de musicales ochenteros, de Danny Elfman y de Craig Armstrong, es Adagio, es Tarántula, es Tu Cara me Suena, es El Gran Gatsby y es Moulin Rouge. Todo junto. Un desequilibrio de manual de Psiquiatría con el que toca techo, se queda como Dios y con el que se retirará otro montón de años, porque MN es así, las divas como ella necesitan decir «ese es mi público» de vez en cuando, ver cómo ese público acude en masa, contentarle con sus cositas y palabrería en tono quedo y apagado… Y retirarse con los erizos y ardillas a elaborar tartas de cerveza negra. Y puede que también cocine una nueva locura que estaremos encantados de recibir. Y sufrir.
Yo me quede un poco en la MN de palabra de mujer y la del mono de lycra morado con melena negra azabache pero después de leer este análisis de lubna creo que le voy a dar una oportunidad a ver que pasa… Eso sí, a mi que no me analice el acento!
¿Mónica quién?
La lubina al horno, gracias
Me odiogusta una jartá
Pereza de mujer.
Yo el disco cuando este tranquilito, y Fin me recuerda al Príncipe de Egipto.
¡Esto es una crítica y no lo que hacen otros!