«Los 100» son un vicio

Con las series y viendo el percal, hace tiempo que aplico la paciencia. Paciencia por ejemplo para ver una temporada; hasta que no termina, no la veo, que luego me da la ansiedad y si me muero por ver otro episodio, tenerlo a mano. Esto se puede cumplir con casi todas menos con Juego de tronos, que no he visto serie donde se suelten más spoilers por minuto y por mucho que huyas, te los comes con patatas y dragones. También me aplico paciencia con una nueva serie; hasta que no veo críticas, leo opiniones o veo que habrá segunda temporada, no me pongo. Que luego van y la cancelan y te acuerdas de la madre de los productores.

Y esto lo explico porque si hubiera visto los primeros episodios de Los 100 hubiera salido huyendo como alma que lleva el diablo ¿Un «Perdidos» para adolescentes? Hombre porrrr favorrrrr…¡Si hasta sale Desmond!

Pero resulta que ya van tres temporadas y empezaba a escuchar maravillas que me pusieron los dientes largos y me lancé a comérmela. Con paciencia, para no salir huyendo, claro. Cierto es que los primeros episodios apestan a teen, con esas canciones horreznas que acompañan algún que otro momento, actores guapazos pero limitaditos y caracteres pelín estereotipados. Y la prota, que, aviso, en tres temporadas no ha aprendido a actuar.

La trama se resume bien fácil; una nave espacial con los únicos supervivientes de una catástrofe nuclear en La Tierra, decide mandar de nuevo al planeta a cien chavales, pelín problemáticos, para que comprueben en sus carnes si es posible vivir de nuevo en suelo firme.

Sin embargo, caminando por lo previsible, de pronto pasa algo que no te esperas, algún personaje hace algo sucio, feo o directamente, cuando parecía parte del elenco principal, muere. Y eso significa que se arriesgan, no tienen miedo. También arriesgan en copiar de allá y de acá con todo el morro, pero es cierto que el resultado es coquetuelo y no chirría. La primera temporada cumple con algo fundamental; entretiene. Pero además entretetiene una barabaridad. Hay que reconocerles a sus creadores que saben cómo no hacer un episodio soso; no pasan sin quince minutos en cada capítulo sin un sobresalto o uina sorpresa. Además. la existencia de dos escenarios con sus dos tramas paralelas hace que en realidad, sean dos series en una; la nave espacial que vive sus últimas horas y los enviados a colonizar de nuevo La Tierra. En fin, que cuando te has descuidado, ya te has ventilado la primera temporada en un periquete.

Y entonces llega la segunda.

Aparentemente, parecía que las dos tramas se van a unir y provocar nuevos conflictos, pero los guionistas, muy listos ellos, juegan con lo que te esperabas y al contrario; separan al elenco principal en varios escenarios distintos y en cada episodio puedes encontrar tres, cuatro e incluso cinco tramas paralelas. Además convierten a todas las mujeres en heroínas, capitanas y protagonistas y  ya del ritmo, pa qué hablar; lo que antes era ritmo frenético ahora es desaforado; los 45 minutos de cada episodio se convierten en un frenesí. Y luego, claro, también aumenta el riesgo en las tramas y tenlo claro; ya no hay ningún personaje imprescindible y cuando menos te lo esperes…Te quedas sin tu favorito.  Los personajes evolucionan, se hacen complejos, los buenos dejan de ser buenos y algún malo deja de ser del todo malo. Yo a estas alturas de la segunda temporada ya estaba profunda y sinceramente enamorado de Lincoln, ese buen salvaje de magnetismo sin igual delante de la cámara, que pese a no tener ni un pelo llenará tus sueños más húmedos cada vez que aparece .

Culpa de los guionistas, que le dan cada escenita romántico-rompebragas que pa qué.

Apunten el nombre de Ricky Whittle que seguro que vamos a saber mucho más de él. Por razones obvias.

Venga, más razones.

Visto unos cuantos episodios de la segunda temporada ya te reconoces adicto sin solución, asúmelo cuanto antes. En una tarde de sábado podrías verte cinco capítulos de una tacá (a un amigo le ha pasado) .Lo fuerte es que a lo mejor te quedas con ganas de más, Es lo que se dice,  disfrutar con vicio. Cuando acaba  la segunda ya eres consciente de que pese sus defectos (abundantes y visibles) y bajo su apariencia frívola (la aventura por la aventura, como si eso fuese poca cosa) laten discursos sobre la violencia, la justicia, la toma de decisiones  o el poder más  elaborados e inteligentes que en otras series que van de adultas y complejas (por ejemplo  House of Cards).

La serie empieza a convertirse en fenómeno (en USA, aquí no se come un colín).

Y entonces llega la tercera temporada.

 

Y de nuevo, muta en otra cosa. Se transforma en una serie más petarda, más autoparódica,, los disparates de guión se hacen hasta divertidos (por ejemplo lo rápido que aprenden idiomas todos, oyesss) y como argumento principal… ¡¡Aparece una historia de amor bollo!!. La tercera temporada también se deja querer por la influencia de Juego de tronos tan descaradamente que hasta tiene gracia. Pero cuando parecía que mantenía el nivel pero se volvía intrascendente…Llegan el episodio siete, el ocho, el nueve, y todo explota; las cosas se aceleran, todo cambia, las sorpresas vuelven a aparecer y además enlazamos con las razones por las que se destruyó La Tierra. El final es de, directamente de  infarto y para morir de la ansiedad.

Y entonces llegará la cuarta, que ya está confirmada…¿De verdad te la vas a perder? No seas el último en unirte a lo que será un fenómeno.