Hacks, furia de titanas

Los premios sirven para que nos fijemos en discos, películas o series que no veríamos si no fuesen señaladas por el dedo de la diosa fortuna. Es lo que le ha pasado a Hacks (HBO) que tras llevarse Emys y Globos de Oro, era una serie que había que ver por si aguantaba las expectativas generadas. Y vaya si las aguanta…

En formato telecomedia de 30 minutos, la trama describe el choque de egos (como si fueran trenes) producido cuando una comedianta en horas bajas (que vive de las rentas) se ve obligada a trabajar con una desconocida y jovenzuela guionista (en horas más bajas aún) con la que debe entenderse y trabajar codo con codo para  conseguir que la estrella de los monólogos vuelva a molar y hacer chistes modernos. El acierto de los creadores es que el espectador consiga adorar a dos personajes tan antipáticos gracias a un guion maravilloso que desgrana motivaciones y las vivencias que ambas las llevaron a Las Vegas, una ciudad que le sienta genial al argumento. Así descrita tampoco es que apetezca mucho pero te aseguro que merece que le dediques interés porque un montón de cosas que voy a relatarte ahora mismo y no sólo porque aparezca el Ecce Homo de Borja en una camiseta…

La gran baza de la serie es la inmensa, enorme y maravillosa Jean Smart ,una mujer que se ha pasado toda su carrera dejándose la piel y con setenta años le llegan tres series (Watchmen, Mare of Easttown y Hacks) que la convierten en una actriz tan prestigiosa que la llaman para los mejores proyectos posibles, llevándose el reconocimiento de los premios y la crítica. Su creación de una Norma Desmond del siglo XXI es sencillamente alucinante, con una presencia que se merienda la pantalla y a todo el que tiene alrededor. Muchas veces sale guapísima pero no le importa `parecer un adefesio decrépito en esos primeros planos demoledores sin peluca, sin maquillaje o recién operada de unas ojeras. El destino parece que no quería dejar que el disfrute fuera pleno y justo ahora que la actriz tenía todo el reconocimiento de la profesión, se muere su marido de los últimos treinta años. Un putadón de los gordos.

Pero toda la trama no se aguantaría si frente a la diva no hubieran puesto a una novata a la altura como es el caso de Hannah Einbinder, que sale victoriosa con un personaje de lo más antipático, torpe y bocazas.  Esta última calificación es muy importante porque uno de los temas trasversales de la serie es cuando el humor lo hacen las mujeres y si a ellas se les permite mucho menos que a los hombres. Pero también lo es, cómo no, el feminismo de su mirada a la hora de retratar la lucha de dos mujeres que hace unos años hubieran sido enemigas irreconciliables y que en el siglo XXI pueden echar mano de la sororidad para salvarse mutuamente.

Si te crees que en toda esta lucha vas a encontrar buenos sentimientos, pamplinas y moñadas te estás equivocando, porque precisamente el mérito de Hacks es contar todo esto con una mirada vitriólica y ácida donde no hay lugar para la piedad y sin embargo, conseguirás querer a sus dos protagonistas y desearás que haya segunda temporada. Ojalá.