Fue un 25 de junio de 1982. El 21 de agosto en España. Cuando los androides comenzaron a soñar con ovejas eléctricas y, tras un motín, llegaron unos pocos a la Tierra para ser perseguidos y «retirados’. Llegaron a un Los Ángeles cubierto de un halo «neo-noir», de un futuro en decadencia «ciber punk» y una sociedad anárquica; envuelta en luces de neón y spots publicitarios salpicados por la lluvia. Ventiladores esparciendo un humo espeso entre vigas sombrías y escaparates que ven pasar a gente con paraguas iluminados. Razas, géneros e individuos mezclados entre puestos de comida escondidos al límite de la luz.
Un Sol que apenas existe. Un policía solitario, con el gesto perenne que refleja la soledad y el hastío, se encargará de perseguirlos; interrogarlos y observando,si su iris se dilata a través del test «Voight – Kampf», pegarles un tiro y eliminarlos. Y aquí acabaría la historia. Pero, ¿un replicante tiene alma?, ¿puede cuestionarse su futuro?; ¿cuánto le queda de vida a un Nexus 6?. Díselo a la cara:¿cuatro años?. Su desarrollo emocional inestable choca con las ansias de supervivencia del grupo. No hay tiempo Deckard. Roy Batty viene a por tí. Pero, no te confundas. Tu vida no le interesa. Sólo cuestionarte, con un clavo incrustado en la mano (con la cruz del tiempo a sus espaldas), que es toda una experiencia vivir con miedo:¿verdad?. Lo que no sabías, Deckard, es que podías llegar a enamorarte y entregarte a un futuro incierto, Rachael se abraza a sus recuerdos implantados y, ambos, a otros por descubrir sin tiempo que perder.
La lucha de la libertad frente a la decadencia de lo humano. El deterioro de la vida y el deseo de conservar el recuerdo. Una vez más, el tiempo, que esconde todos los símbolos. El ojo, artificiales en los replicantes pero que «han visto cosas que vosotros no creeríais». Lo artificial, que se vuelve real e imaginario. La pirámide de Tyrell, que mira al cielo, siempre en perpetua oscuridad. Los siete escalones del zigurat, que representan la totalidad del Cosmos. Un camino que han podido atravesar los replicantes, llegando a la Tierra y luchar por su vida, que sabrán que tiene fecha de caducidad.
El volver a esa pirámide, significa volver al origen. El desierto, el búho, el unicornio, la mariposa, la paloma, las figuras de origami, el ajedrez… Símbolos y belleza inmarchitable. Y, de esta manera, ironizando con el tiempo, Rutger Hauer cambió,-en el último momento-, su discurso final, perfeccionando el que le había entregado Ridley Scott. Para dar más vida a una de las mejores películas de la Historia del Cine: » Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. Atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto rayos C brillar en la oscuridad cerca de la puerta de Tannhàuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en.la lluvia. Es hora de morir». La música de Vangelis haría el resto. ¿Fin?.
Blade runner, como película me parece un peliculón. Yo voy a soltar algo que os va a matar a unos cuantos: en cierta manera es una obra de arte accidental, cuyos significados creo que exceden y multiplican las expectativas de Ridley Scott, un director que a la postre ha demostrado ser un sólido productor de blockbusters, pero que calibres visuales como estos -con la excepción de Alien- dudo yo que consiga ni harto de tinto de verano en lo que le queda de vida.
Si lees un poco libros sobre la gestación de la película ves que la adaptación de Philip K Dick no es tan ortodoxa (los replicantes son más tecnológicos que orgánicos) , la ambientación (el proyecto inicial era de Moebius, mucho más limpio y pulido) y las pancartas publicitarias de Coca-Cola y Atari (puros product placement con dos cojones). El monólogo de Rutger Hauger es la epitome de la improvisación (¿Qué coño son los rayos esos?¿Dónde cae la puerta de Tanhäuser?¡Pero queda tan bien!)
Pero la película presenta tantas capas (algunas sospecho involuntarias) y puede someterse a tropecientas interpretaciones (sus exégetas somos legión) que, como algo orgánico van creciendo en ella con cada visionado. Yo pienso que el dire tenía en mente otra película, pero esta le salió FranKISStein, dio una patada en la puerta y echó a correr a su puta bola. Y nosotras embobadas viendo el espectáculo.