Discos españoles que merecen estar en la lista Rolling Stone´s

La revista Rolling Stone ha actualizado recientemente su renombrada lista de los mejores 500 discos de la historia. Una clasificación que es más bien un work in progress cuyas posiciones van cambiando y a la que se van incorporando nuevos álbumes.

Este año la sorpresa ha sido mayúscula al comprobar que, por primera vez, se incluye un disco español, y no un clásico precisamente, sino el mundialmente celebrado “El mal querer” de Rosalía. En la redacción pensamos que dicho reconocimiento es más que merecido a un disco que ha marcado un antes y un después en la historia de la música de nuestro país e incluso en el ámbito internacional. Un logro que sólo pueden alcanzar 500 creaciones que la revista considera únicas por su trascendencia, carácter renovador o singularidad.

En Atroz con Leche hemos seleccionado aquellos discos de la historia de nuestra música que, consideramos, merecen un puesto en la tan ansiada lista, precisamente porque su excepcionalidad, idiosincrasia o atributos los convierten en piezas míticas no sólo aquí, sino también más allá de nuestras fronteras.

Omega de Enrique Morente y Lagartija Nick (1996):

 

O como meter en un disco el rock, el flamenco, a Lorca, Cohen, las voces de los muertos, la iconografía neoyorquina más surrealista y que funcione como una obra maestra. Escucharlo en el 1996 era adentrarse en otro mundo y nadie podía hacerse a la idea de cómo Morente parió tal maravilla. Pero escuchándolo hoy en día, sigue teniendo la misma rabia sonora que hace que se escuche de un tirón, aguantando la respiración y con la sensación de que pasarán muchos años hasta que se vuelva a conseguir una altura creativa tan enorme. Morente era Dios y Omega, su legado.

 

Etiqueta negra de Tino Casal (1983):

 

No se si seré un talibán o es que ya me pilla mayor, pero no entiendo que cosas como las de Daddy Yankee o Bad Bunny puedan figurar en la lista de los 500 mejores discos de la historia por mucho que lo digan los de Rolling Stone. Vale que hay colores para todos los gustos, pero es que eso no es música, solo ruido. ¿Qué disco español echo en falta en tal lista? Pues lo tengo muy claro: “Etiqueta Negra” de Tino Casal ¿Mis razones? Once: cada uno de los cortes de ese pedazo de álbum, aunque sobre todo ‘Embrujada’, un locurón incluso para el momento en que se presentó. Si sumamos las producciones y puestas en escena, Casal dejaba a la altura del betún a la mayoría de los trabajos de la época tanto nacionales como externos. Merece uno de los primeros puestos de esa lista.

Deseo carnal de Alaska y Dinarama (1984):

 

Segundo álbum de estudio de Dinarama, ya con Alaska metida en las labores de «front-woman», iconoclasta enamorada de una movida, cuyas luces y sombras adornaron los destellos incandescentes de un álbum que llegaría a nuestros días con el mismo esplendor del verano que lo vio nacer. El tándem formado por Berlanga – Canut, no conocería mayor prestigio que los himnos «Como pudiste hacerme esto a mí» ó «Ni tú ni nadie, entre rayos del glam-rock, epatando a Bowie, o incluso a The Beatles; todo ello adornado con sonidos de campanas, coros y arreglos de una fanfarria pop que no trataba de lejos a Phil Spector, sino que sacaba de los estertores de un país con ansias de libertad, la más entusiasta de las rupturas contra un pasado reciente; y esas letras dramáticas, vivaces y capaces de demostrar un doble sentido sexual, social y, sobre todo, universal. Todo encajaba. Grabado en Londres, con ajustados acordes de viento y cuerda, y posteriormente presentado en directo en el nunca olvidado programa La edad de oro, fue un estandarte musical de un país que se felicitaba por las ganas de modernidad. El kilómetro cero para una puerta del sol que alumbraría el camino para muchas de las cosas que llegarían después. El subtexto gay y esa sed de violencia no eran más que excusas. Porque detrás, esperaba todo un país bailando, hasta dejarnos los huesos desencajados y el fémur muy dislocado. La extrema timidez de Berlanga, ese compositor formidable, con dudosa capacidad guitarrista, la versatilidad de Canut y la imagen de una joven Alaska, harían el resto. Un álbum que rompió fronteras y que aniquila cualquier ideología que no parta de la liberación. Una obra maestra que nace del subgénero de la música como parte de múltiples ideas, para instalarse en la memoria colectiva de un país y de cualquiera que ame la música como concepto absoluto.

Descanso Dominical de Mecano (1988):

 

He dudado entre otorgarle el privilegio de ser el disco español digno de estar entre los 500 mejores de la historia al primer trabajo del grupo madrileño o concedérselo a este inmenso “Descanso Dominical”. “Mecano” (1982) es un disco revelador en muchos aspectos, y aunque tiene verdaderos destellos de brillantez y contiene algunas de las mejores canciones de la banda, quizá sea menos representativo de su época que otros discos coetáneos al mismo y precursores de la Movida con todos los honores.

Siempre he creído que Mecano es más emblemático de la década española de los 90 que de la de los 80, por eso me quedo con “Descanso Dominical” y su perdurable impronta en la incipiente escena patria de los 90 que ya empezaba a apuntar maneras. Un disco cuajado de temas concebidos como himnos que supuso la presentación internacional del grupo, con ediciones para el mercado italiano y francés y un consagradísimo éxito en Latinoamérica. Creo que la música española y europea de principios de los 90 no se puede entender sin este álbum de corte desenfadado, hedonista y espiritual que es a día de hoy el más vendido por un grupo en nuestro país (1.300.000 copias) y que supuso una bocanada de aire muy fresco al perezoso panorama circundante de la época.