Tania Sánchez (@Ainhat) abandona Izquierda Unida. ¡Para fundar un nuevo partido! Dice su hasta hace poco compañero de filas Alberto Garzón (@agarzon) que la culpa la tiene la mala gestión de la dirección del partido en la Comunidad de Madrid. Otros -qué nos gusta una teoría de la conspiración, amigas- dicen que Tania lo ha hecho para beneficiar electoralmente al partido de su novio, Pablo Iglesias. Si es que eso era necesario…
El caso es que este abandono hace que la guerra interna de IU se haga pública. Como lo es, y mucho, la guerra fratricida en el seno del PSOE. Susana Díaz es la madre de claveles. Y allí manda su lerele. También es cierto que no ayudan mucho los desvaríos de Pedro Sánchez asegurando, por ejemplo, que si llega a gobernar derogará una cadena perpetua que ahora ha apoyado o que, festival del humor, la recuperación económica de la que siempre alardea Mariano Rajoy ahora sí que es cierta.
La izquierda está más dividida que nunca. No solo en innumerables partidos, sino también dentro de los propios partidos. Corrientes, facciones, familias mafiosas y otras bandas criminales musicales… Lo cual no es necesariamente bueno ni malo. Pero, paradójicamente, cuanta más izquierda, menos izquierda. Porque luego están los que no son ni de izquierdas ni de derechas. Un leitmotiv del que ha hecho gala recientemente Podemos. Pero que, pásmese usted, comparte con UPyD o Ciudadanos. ¿Nota usted eso? Sí, es un escalofrío que recorre su espalda. A mí también me ha pasado lo mismo al escribirlo, créame…
¿Y la derecha? Pues muy crecidita, sinceramente. Que lleva ya demasiado tiempo así. Y lo que te rondaré morena, porque la supuesta división de la derecha de la que hablaban algunos, pues oiga, tampoco es tan división. Y es que, aunque es cierto que a los populares les acojona bastante lo del coletas, a Vox -quienes se supone que les podrían arrancar buena parte de su electorado- no se los toma nadie en serio, para qué engañarnos. Y la otra derecha (la que dice que no es de izquierdas ni de derechas), bien, gracias.
La que sale perdiendo aquí, como siempre, es la pobre política. El descrédito de la política. Pobrecitas ella y su prima, la democracia. Con tantos partidos y tantas opciones y, oye, nunca se vieron las pirámides tan poco transitadas nunca creímos posible que esta sensación de desafección política estuviese tan justificada.
(Foto: http://cadenaser.com/emisora/2015/02/04/radio_madrid/1423078358_748145.html)