O se podía empezar diciendo aquello de «se cumplen treinta años del cruce de piernas más famoso de la historia del cine», a pesar de que no se haría justicia al largometraje. Porque «Instinto Básico» es mucho más que eso. Paul Verhoeven poco antes se había acercado al cine de género, con unas estupendas «Robocop» y «Desafío Total». Allí mezcló la ciencia ficción con una postura apocalíptica del ser humano en un mundo deshumanizado y carente de entidad propia, donde el futuro no se plantea como un final para la humanidad, sino sólo como un tiempo inacertado donde el hombre es poco más que un interrogante.
En «Instinto Básico», muta en un desbarre de deseo, turbación y desasosiego. Su festín de provocación ha cambiado. Notas que se mantendrán hasta nuestros días, en una sobresaliente «Elle» y, sin conseguir los mismos resultados, en la última «Benedetta». No olvidemos que, cinco años después de «Instinto Básico» dirigiría la maravillosa «Starship Troopers: Las brigadas del espacio», con un nivel de sátira, donde coqueteó con unos protagonistas que parecían sacados de una serie de niñatos universitarios armados hasta las cejas. En cuanto a «Instinto Básico», podría plantearse , (con tanto cine dentro), desde diferentes puntos de vista. Cosa que, por otra parte, se ha hecho en estos treinta años de vida en numerosas ocasiones. El cine negro que rezuma, posee un guión muy calculado. Tiene todos los componentes, (muy bien ordenados), para enganchar al espectador desde el inicio. Pero, la auténtica, la verdadera causa que la hace diferente, ¿qué es?. Porque ni siquiera es la pareja protagonista que, por otra parte, (en mi opinión) carece de la química ajustada al milímetro del ambiente de intriga que transmite.
Yo nunca he terminado de ver juntos a Sharon Stone con Michael Douglas, aunque igual en esto también radica el despiste que quisiera traspasar a través de la pantalla el ínclito Verhoeven. Vale que no sean la Kathleen Turner y el William Hurt de «Fuego en el cuerpo»; pero el fundamento es otro. Porque desde el segundo uno, ¿qué escuchamos?. La banda sonora de Jerry Goldsmith. Y ahí está el detalle. El encontrar el punto preciso entre cada escena y la música; y nunca subrayando la acción con exceso, cosa que se hace muchas veces ahora, provocando ruido, distorsión y dispersión entre la acción y el ritmo. Porque es ese banda sonora la que estimula cada mirada de Sharon Stone y la incertidumbre, la duda y la intriga, convirtiendo a esta película en algo inusualmente emocionante. Y así quedó «Instinto Básico» y una Sharon Stone convertida en icono de la sexualidad de los noventa. Encumbrada, poco después, como una gran actriz por su papel en aquella obra maestra de Scorsese llamada «Casino». Pero eso era otro cantar.
Madre mía.
Treinta años ya, me voy a poner un chupito de Sintrom….
Pues sí una película hipnótica y que tenía protagonistas lgtbi. Fue un comienzo…
Pero casino me gustó mucho más.
Sharon stone, una mujer impresionante y una gran luchadora!!!!