Su guión es un disparate; una historia que has visto mil veces en los telefilmes y que no debería llevarse a la gran pantalla si no quieres engañar al espectador menos exigente. Su duración no invita a entregarse a tal exceso, donde las imágenes tratadas por ordenador no incitan a creerse el abuso de sobreexposición de violencia y acción desmesurada. Y, sin embargo, «RRR» es una extravagancia brillante, rebosante de acción, bailes y ritmo, con la cual te rindes sin pestañear. Peleas que rozan el ridículo, acciones inverosímiles, donde lo que cuenta es lo de menos y, además, lo de menor valor. La forma de contarlo, el adorno, el brillo, el color y las escenas de masas forman el adorno definitivo. Su mensaje, la defensa de lo popular frente al colonialismo, adquiere un tono incisivo y malévolo; que quiere expandirse hacia el mundo. Netflix es la mejor plataforma para ello. Y, con todo, no paras de dejarte llevar ante tal huracán de estridentes escenas «kitsch», que se ríen de lo pasado de moda para carcajearse del John Wick más fanfarrón, del cine de acción más serio y de las telenovelas aún más blandengues. «RRR» es susceptible de convertirse en serie de culto.
Deberían estudiar esa posibilidad. Mientras tanto, esperamos el estreno de la cuarta entrega de «John Wick» para este año, para seguir repartiendo tortas a cuatro manos. Cine de autor a guantazos, vaya.
Es una película entretenida y colorida típica de Bollywood. Todo es excesivo, sin un casto beso pero con violencia infinita. Pese a todo, cono dice el autor de la crítica, tiene un aire anticolonialista y una puesta en escena de exceso en exceso. Siempre hay una escena que, aunque increíble, te sigue sorprendiendo.
Pese a todos los efectos de ordenador, la esencia es la lucha del pueblo ante las injusticias. Solo por recordarnos eso y, por ver una relación tan especial entre dos hombres, ya merece la pena verse.