Esta pequeña crónica podría haber titulado algo así como: «pensábamos que Kate Winslet lo había dicho todo en Mare of Easttown y apareció Jessica Chastain». Y no es que, en esta adaptación de la magnífica miniserie que Ingmar Bergman realizó en 1973 (al año siguiente recortada como película), lo sea todo ella.
Porque Oscar Isaac le da la réplica con una contención dramática que no desmerece en nada el papel masculino de la obra del maestro sueco, a parte de demostrar que es un actor excelente. Pero si la imagen del marido en ésta, de nuevo interesante miniserie que ha estrenado la cadena HBO, posee un desarrollo templado, el de la mujer ofrece cambios de comportamiento que matizan su actuación, resolviendo, a golpe de efectos impactantes, una poderosa y aquilatada presencia en pantalla. La obra original y su copia tienen en común esa sensación de que, una y otra vez, sus protagonistas están caminando sobre una raya que bordea el abismo que separa el respeto de la discusión desmadrada. Bergman, ese director, experimentado mentor del «tirarse los platos a la cabeza», había dejado claro aquí que la duda, la verdad y la culpa no son dueñas de nadie. Ni siquiera para una pareja, en principio, perfecta.
Todo parece encajar: cuando los gestos son cómplices, las miradas sinceras y los silencios no incómodos. Pero en un momento salta el detalle más pequeño. A partir de ahí, los reproches. Todo cambia para siempre y no hay vuelta atrás. Jamás. Eso lo tuvo claro Bergman. Y estas ideas están muy bien llevadas en la nueva adaptación. La teatralidad de su puesta en escena no hace sino corroborar el homenaje al original, además de trasladar inteligentemente esa sensación de encierro y aislamiento del mundo exterior de la pareja. Porque al final, todos somos responsables de nuestros actos. Y eso lo dijo Bergman mejor que nadie. A pesar de un dios, de una religión y de mil comportamientos sociales y culturales impuestos como normas de conducta a seguir. Y el destino nos pone en su lugar. «Secretos de un matriminio» viene a contar eso «. Y lo hace siguiendo las pautas de la superior de las admiraciones hacia uno de los más destacados directores que ha dado el cine. Era difícil plasmar en pantalla la química entre dos actores, (donde la cámara no se separa de ellos), y aquí se ha conseguido. Más no se puede pedir.
Me has convencido para verla. Gracias