La segunda temporada de Ted Lasso podría venderse como la serie que necesitamos en tiempos de sonrisas en FFP2. Su segunda temporada,premios Emmy aparte, creció en intensidad dramática, tras unos primeros episodios entre el humor blanco y la sonrisa simpática de situaciones engarzadas al milímetro e igual de entretenidas; de visión fácil y muy bien interpretados por un Jason Sudeikis grandioso, cuyo rostro pasa de la comedia al drama con una credibilidad pasmosa. A medida que avanza la serie, su actuación cede protagonismo a sus, igual de magníficos, compañeros de equipo. Pero la magnitud de sus tres últimos capítulos adquiere una dimensión, más que de sorpresa, de giro inesperado escorado a la dramatización agridulce, que se resuelve con un martillazo que atornilla drama, comedia y a todos sus primos lejanos.
Personajes muy bien matizados y pinceladas de actores secundarios muy acertadas (ese jugador mexicano es impagable), que meten goles por la escuadra a un guión tan manido ,-en el mejor de los sentidos posibles-, y (siempre), disfrutable. Y eso es lo mejor de todo. Hacer una serie para (casi) todos los públicos y aprendiendo que la historia ni nos toma el pelo ni nos complica la vida: ¿para qué?. Por el camino más corto hacia las mejores series del año. ‘Ted Lasso» sabe sentirse menos acomplejada que muchas series actuales por servir lo mismo de la mejor de las maneras posibles: del que se siente ganador con los fichajes que tiene en plantilla. De esa fuente pueden llegar unas cuantas más temporadas. Sólo hace falta dejarse llevar. Que ya nos hará pensar más la siguiente de «Succession».