«Mum-mum-mum-mah»
Estos días se cumplen trece años (26 de septiembre de 2016) desde que saliera a la calle la canción que subió a Lady Gaga a la liga de las muy grandes al lado de Madonna, Beyoncé o Britney, todas ya consagradas y multiventas. Luego vendrían dos megahists como Bad Romance y Telephone y el éxito de la chavala se convertía en mastodóntico y mundial.
Hasta ese momento la Germanotta era una chica pizpireta que se había dado a conocer por ser aficionada a las pelucas con una canción de llorar en la pista de baile llamada Just dance que estaba en un disco llamado The Fame y que era una presentanción de todas sus virtudes (y algunos defectos).
Pero llegó Poker Face (producida por RedOne) y la formula electropop, petarda, hedonista y con un vídeo lleno de imágenes muy potentes e icónicas se convertía en exitosa a nivel mundial, con cifras que todavía ponen los pelos de punta (la canción más descargada en UK, nueve discos de platino, numero uno en más de veinte países, novecientos millones de visitas en youtube…)
Trece años después, sigue radiándose y poniéndose en garitos como si tal cosa porque no ha envejecido NADA (y la estás cantando mientras lees este post); ni la voz robótica y grave, ni el sampler de Boney M, ni el estribillo que sabría entonar más de la mitad de la humanidad a lo largo y ancho del mundo. Tampoco ha envejecido una letra cuya temática no está muy clara aunque ella siempre ha afirmado que es una alabanza a la bisexualidad y, de hecho, asegura que cuando canta bluffin’ with my muffin se está refiendo a su vulva, que es un dato que segurísimo necesitabas saber hoy.