Boy George, que el otro día soñó que un unicornio atravesaba el arco iris, llamó a su amiga Kim Wilde, que en ese momento se encontraba peinando un cisne tintado de rosa en el patio de su casa. Ambos, que esa tarde habían quedado en la ladera de una colina para ver el atardecer juntos, (mientras la brisa marina acariciara sus rostros,) decidieron poner música y letra a la luz que cada día les acompaña; como gotas de lluvia que salpican en el alféizar de sus ventanas. Y como los astros estaban en línea de acuerdo a los posos que el rooibos deja en sus tacitas, tras el frugal almuerzo al día siguiente, una fulminante luz cegadora les hizo ver la sonoridad de los astros que componía esta dulce canción. Y aquí la tienen. El tema que hará las delicias de cualquier seguidor de delfines de National Geographic. De todos los gimnasios de yoga, mantra, tantra y todo aquel fan del wellness que se precie. Deléitense y déjense llevar por estos dos iconos de la música de los ochenta; ahora transformados en dos chamanes del «newage- mindfulness».
3 comentarios en “La sosegada madurez de Kim Wilde y Boy George”
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Esa es la canción que tenía que haber ido a Eurovisión por RU, jajajajaaa, se quedan todos muertos en el sitio.
Me recontraparto. Vaya que si suena a Eurovisión.
Me encantan estas dos señoras repintadas, son totales sobre todo si tenemos en cuenta que la Wilde va sin arreglos quirúrgicos de ninguna clase (o esos afirma)
Bravo igualmente, eso es echarle valor.
Claro que esta canción es en sí un arreglo quirúrgico para ambos dos .
Todo el mundo apuntándose a la moda disco y estos haciendo que te den ganas de bailar un disco de Enya . Me encantan