American Horror Story: ¿A la séptima va la vencida?

Sí, yo también dejé de interesarme hace siglos por los desvaríos supuestamente terroríficos del señor Ryan Murphy. La cima de su serie, American Horror Story,  llegó con una segunda temporada (Asylum) excesiva y llena de despiporres pero que, curiosamente, encajaban en una historia desquiciada, de humor surrealista y con un reparto en estado de gracia. Ido de la olla, pero en estado de gracia.

A partir de Asylum todo fue a peor y con cada temporada (de temática independiente cada una), se repetía la misma dinámica. A saber; meses antes se creaba expectación, se anunciaban fichajes estrella, aumentaban las ganas, el primer capítulo sorprendía, luego la temporada iba bajando en calidad y en audiencia hasta llegar a los últimos capítulos, donde el público dejaba de interesarse harto de tanto despropósito. Yo no daba un duro por esa serie y lo que me sorprendía es que aún siguiera emitiéndose. Pero hete aquí que leo en algún sitio que la séptima temporada (Cult), está requetebién y por puro morbo cotilla y de rajar si fuera oportuno, decido echarle un vistazo.

Y resulta que tenían razón. No sólo está bien; está estupenda. Repiten Evan Peters y Sara Paulson como protagonistas, cada uno representando un tipo de locura que los convierte (a ambos) en sendas bombas de relojería. Las verdaderas intenciones de los que han perpretado esta historia se irán revelando poco a poco, a capas, mostrando y destapando las turbias y oscuras relaciones que unen a los que creíamos eran personajes que no se conocía entre ellos. A veces rebobina para mostrarnos el pasado y explicar como hemos llegado a este punto de locura colectiva que la serie sabe mostrar de una manera tan certera.

Los personajes  están todos locos, pero son una parte de un mundo que se volvió tan loco que eligió a Trump de presidente. Y es que usar la victoria de Trump como detonante de la trama y como fondo de todos los hechos que suceden (y enervan), es uno de los aciertos más claros de Cult, porque si la gente fue capaz de votar a semejante engendro, es que todo (lo peor) es posible. También es un acierto el convertir a una pareja de lesbianas con niño en protagonistas. Suma unas gotas de coulrofobia (fobia a los payasos), teorías de la conspiración variadas, un homenaje descarao a «Seven» en un capítulo, el racismo, la misoginia y la homofobia como parte fundamental del mecanismo que mueve el terror social. El caso es que en todo momento parece que va a descarrilar y en ningúnoo lo hace, aunque cierto es que hay alguna escena disparatada WTF,  marca de la casa. No obstante, lo mejor, lo fundamental, lo que deberíamos tatuarnos todos para que no se nos olvide es que el miedo nos hace seres irracionales, reaccionarios, sin criterio y sobre todo, profundamente fascistas. Y por eso el poder, los terroristas y los malos han aprendido a usarlo contra la ciudadanía.

Y mucho ojo a Colton Haynes, actor cacho carne al que yo al menos no le había prestado mucha atención, pero para su corto papel de poli, se ha tintado de rubio platino y no le puede sentar mejor. Es que sale de un guapo para caerse de espaldas.