Erice, trasunto sobre el tiempo y el azar

Abandonarse al misterio. Esta es la instrucción que les daba Víctor Erice a sus actores cuando les dirigía en su última obra, “Cerrar los ojos”; un trabajo sobre la identidad, la memoria y la permanencia del cine a través del tiempo.

Se ha hablado y escrito más sobre Erice en este último mes que en los últimos treinta años, a propósito del hito que supone el estreno de un largometraje suyo, tras trabajos intermitentes y , según él, con el propósito de no haber abandonado el trabajo audiovisual (a través de talleres, cortometrajes, videoinstalaciones y documentales) en todos estos años.

“Del cine que crearon los Hermanos Lumière” sólo se ha conservado hasta nuestros días la sala de cine, afirma con contundencia el director español, a propósito de la incursión de las plataformas en el mundo del audiovisual. Es el cine como residuo. Una verdadera película reclama la sala cinematográfica. Se ha cambiado, en muchas ocasiones, la colectividad de la sala de cine por la privacidad doméstica.

“ El cine es fundamentalmente existencia” en la corta obra de un creador esencial en la Historia del Cine Español de todos los tiempos. Aspecto que se refleja, de igual forma, en su último trabajo, como sanación de lo que se dio en llamar el Arte, cosa que se puede ampliar a todo tipo de disciplinas: ya sea pintura, escultura…

 Crecemos en el conocimiento y la sanación, que se mantuvo vivo en la figura de uno de los artistas vascos más importantes: Jorge Oteiza. Según Erice, algo mucho más que un artista, afirmó entre lágrimas en su rueda de prensa del Festival de Cine de San Sebastián. Y todo bajo un sistema de educación estética.

Le llevó a hacer “Cerrar los ojos” como una reproducción de la existencia.  Su película, con todas estas ideas que ha resumido en tres horas, no deja de ser un irregular acto de contemplación, con varios momentos memorables. En este sentido, y desconfiando el mismo director de “la leyenda épica” como elemento publicitario, se funden muchos de los recuerdos que pueden “imprimir una leyenda” como dijo John Ford. La repetición “Yo soy Ana, yo soy Ana” de Ana Torrent, la pantalla de cine como elemento nada disuasorio o todos esos objetos que permanecen en el tiempo para imprimir, no sólo la memoria sino la pérdida de la misma.

Huyendo de la idea testamentaria que puede provocar el hecho de estrenar un largometraje con más de ochenta años, hay múltiples detalles de la vitalidad que provoca, no sólo el hecho de haber realizado un trabajo libre sino falto de nostalgia y despegado de la servidumbre del tiempo, abriendo las puertas a la melancolía. Recordemos que el soporte que más ha permanecido en el tiempo a lo largo de los siglos ha sido…el óleo. El mejor soporte de la imagen a través de los siglos.

Me viene la memoria la identificación de su cine, o sus intenciones, con la obra de su gran director admirado de los últimos años: Abbas Kiarostami. Según él , el mejor de los directores de nuestros días, en su gran película “Copia Certificada” realizaba una traslación del arte a la memoria, sobre distintos aspectos del arte como documento de participación del hombre ante otro de los sucesos más importantes que le pueden suceder en la vida: el amor.

Cuando Juliette Binoche, en aquella obra maestra,  se coloca sus pendientes ante un espejo: ¿Quiénes son el espejo?. Nosotros. Cuando Erice nos presenta una pantalla de cine sin imágenes, ¿quiénes están detrás?. Nosotros. El Arte como mensaje hacia un receptor, que sin él no existiría.

Quizá “Cerrar los ojos” no tenga esa magia completa que viste el conjunto de “El espíritu de la colmena” y/o “El sur”, pero contiene una evidencia, sin lugar a dudas, incontestable. La emoción. Emoción que planea sobre el largometraje y que se acerca a milímetros de nuestra memoria en su última hora de metraje. Es un esfuerzo, por lo tanto, que merece un respeto. Además de su guion, milimétricamente elaborado. Todo esto forma parte de lo que llamamos cine. Ni más ni menos. Y que permanezca en nuestras memorias lo dirá la Historia y, en mejor medida, nuestra conciencia. El azar de un momento en el que algo y alguien nos hayan emocionado y permanezcan en nuestro recuerdo.

1 comentario en “Erice, trasunto sobre el tiempo y el azar”

  1. Jose antonio

    Totalmente de acuerdo. Es muy difícil que todo encaje: personajes, objetivos, letra de las canciones. Una obra maestra…

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