Tras dos años de parón pandémico por fin podemos decir que comienza la temporada de festivales y como siempre, el pistoletazo de salida ocurre el murciano WARM UP que (como los Globos de Oro), es la antesala de lo que se podrá ir viendo y disfrutando a lo largo de la temporada festivalera en el resto del país. Había unas ganas tremendas de un evento así y la gente estaba canina y se notaba en el buen rollo y el ambiente genial. Otros temas más allá de lo musical se resumen en la escasez de urinarios (para variar) y un volumen pelín bajo de más que hizo que el gran perdedor fuera el escenario ‘Festivales Región de Murcia’, el de tamaño medio que con grandes aglomeraciones difuminaba el sonido y las grandes perjudicadas fueron Zahara y Rigoberta que merecieron a cada segundo de su actuación el escenario principal., porque que Fangoria apenas se escuchara en el escenario grande ya es otro cantar. Esto del volumen va a ser siempre fuente de polémicas teniendo en cuenta que es uno de los festivales del país que se celebra más cerca del casco urbano y su única posibilidad de sobrevivir es no ponerse a la ciudad en contra.
«El padre». Foto de Israel Sánchez
Pero más allá de estas consideraciones aquí he venido yo a hablar de música y no será una crónica pormenorizada ni exhaustiva, más bien al contrario. Solo te voy a hablar de cuatro actuaciones que para mí fueron las mejores y que demuestran el nivel tan maravilloso, variado y enriquecedor que ha alcanzado la música en este país y si no encuentras algo que te guste mucho es que no buscas bien. Son artistas que además tienen cosas en común como su heterodoxia, su riesgo, con carreras llenas de ambición y personalidad propia y calidad que se reflejan en su directo.
María Arnal i Marcel Bagés
Me gusta la música de estos dos pero no tenía ni idea de como podía llevarse al concierto de un festival de pie sin provocar un ataque de modorra supina. No contaba yo con que María Arnal es un animal escénico de primera, que disfruta cantando y se adapta perfectamente al público festivalero de ese momento y la pésima hora en que los programaron (¡Las siete y media del viernes!)..
Porque está bien tener actitud en el escenario y eso incluye el saberlo disfrutar, que uno está hartito de estrellonas que salen a disgusto como si el vil público no mereciera su talento y mira, no. Al público hay que ganárselo y María Arnal supo hacerlo en un ambiente en principio de lo más hostil. Pena que ese público no guardara el momento de atención y silencio que merecía el Canto de la Sybilla, que son esas cosillas negativas que hay que aguantar en un festival porque la gente va a los conciertos en apisonadora y no admite sutilezas. Una pena.
Salió descalza y con un vestido espectacular estuvo simpática, magnética, no desafinó una nota y se metió a la gente en el bolsillo a la primera canción. Y en lo musical consiguieron que lo acústico y lo electrónico conviviera en armonía sin que se notara la diferencia entre un disco y otro.
Esto no es el WARM pero puedes hacerte una idea de lo que hace esta mujer con una de las mejores canciones de la década.
Rigoberta Bandini
Lo de la Rigo no fue un concierto: fue una epifanía. Tanto, que estuvo a punto de morir de éxito con la avalancha que se plantó delante del escenario mediano que de volumen iba regulinchis y claro que la gente se quejaba de que no se escuchaba bien pero chica, es que calculo unas veinte mil personas que se sabían TODAS LAS PUTAS CANCIONES DE MEMORIA , apretados para no dejar ni un pestañeo y eso hacía que (por supuesto), a ella no se la escuchara apenas por debajo del mogollón. Pero si fuiste de los listos y pudiste estar cerca opinarás como yo: que nunca se ha visto el ascenso de una estrella tan rápido y fulgurante para llegar a un escenario.
Lo bueno de tener una carrera en ascenso es que pudo cantar todas sus canciones sin dejar ni una, incluida esta versión que en su día hizo de Mocedades absolutamente fastuosa y que de nuevo demuestra la filiación de la catalana con la maravillosa herencia melódica que nos dejaron los 60, los 70 y los 80 en nuestro país. Sin complejos aunque de nuevo un público que no estaba para sutilezas no lo supiera apreciar.
Recordemos que Rigoberta Bandini no solo es una cantante, es un grupo de amigos y familia que tuvo también su merecido protagonismo en coreografías y polifonías, lo que hacen del concierto un no parar variadísimo que además suena de fábula y con calidad. Si no estás entre el más de medio millón de personas que ya ha visto el flamante nuevo vídeo de Ay mamá, ya es hora de que lo disfrutes.
Zahara
Y entonces llegó Zahara para demostrar que no todo estaba dicho y nos regaló una de las mejores actuaciones de la historia del festival. Una rave berlinesa desquiciada que aparentemente busca la fiesta cuando en realidad las letras últimas de Zahara son puro dolor y puro escarnio.
Una hora y pico donde nada queda al azar y lleva todo el concepto del disco al infinito, dándole un nuevo valor a abrirse en canal pero esta vez bailando. Se ven los meses de ensayo, lo trabajada que está su actitud, las bases, las luces, sus movimientos, su indumentaria y sus canciones que quedan integradas de forma natural dentro de un ambiente electrónico y cañero.
Pese a ser tan menuda, se merienda el escenario sin desafinar una puta nota, baila y grita como la diosa que es y de la que nadie esperaba nada pero que de un año a esta parte nos ha regalado uno de los discos fundamentales del pop español y esta gira que cualquiera que desee saber de lo que es capaz la creatividad humana en el siglo XXI debería ver de manera obligatoria..
Joe Crepúsculo
Acaba de sacar un discazo llamado «Trovador tecno» y tuvo doblete porque el sábado noche llegó para sustituir una baja del festival nocturno, sumada a la actuación prevista el domingo en la plaza de la Universidad. En los dos conciertos demostró que necesita pocos derroches de efectos y luces en el escenario porque con Aaron Rux se basta y se sobra para petarlo con una actuación.
Un homenaje al bakalao noventero que gracias a la ironía y la finura de sus canciones el público baila como si no hubiera mañana aunque hace veinte años fuera una música de la que habría huido como quién ve una planta de ingresados por covid.
Un repaso a la mayoría de canciones del último trabajo salpicado con unos pocos grandes éxitos del pasado y coronado con ese clásico llamado «Mi fabrica de baile». Aunque se echara mucho de menos el temazo llamado Paranoia o que apareciera por allí Abel de Los Vinagres para poner la guinda, no me cabe duda de que este veranos Joe se va a hincar de triunfar y será de manera totalmente merecida y ganada a pulso. La siguiente actuación no es del WARM UP pero por verlos a los dos juntos me vale.