«Mira lo que has hecho» es la telecomedia que Berto Romero y cya ( Rafel Barceló y Enric Pardo) acaban de estrenar en Movistar y es, sin duda, una de las series españolas del año desde ya. De un ritmo vertiginoso en el que los gags se suceden sin fin en capítulos de veinte minutos, la serie contiene alguno de los momentos más descacharrantes y divertidos de la ficción audiovisual de los últimos años. Pero de esos que te despiertas a media noche, te acuerdas de ellos y te vuelves a mear viva. Yo al menos, sólo podría enumerar elogios en un formato muy poco explotado por la televisión actual nacional y que se ha construido como si llevara años en antena, porque todo está engrasado y funciona a la perfección. Con una frescura y una naturalidad apabullantes, relata los sin sabores de ser padres siempre desde una visión que desmitifica, sin echar sermones y con un punto de ternura (dentro de la acidez general). También le da para dinamitar un institución como la familia, hablar sobre los efectos de la fama en la vida normal y diseccionar nuestra sociedad con una mirada inteligente y muy fina.
Además, siendo un tema tan blanco como la maternidad/paternidad reciente, la serie se permite el lujo de ser valiente y no renuncia a un humor incorrecto de lo más saludable. Aparte de los protagonistas que están estupendos (¿Cómo no está Eva Ugarte protagonizando películas a chorro?) hay un ramillete de efectivos secundarios (¡Ese Chete Lera que da miedo!) que cuando protagonizan escenas corales la cosa se convierte en la fiesta del desparrame. Y eso ocurre porque detrás hay un guión brillante, lleno de hallazgos y capaz de sacarle punta a cualquier situación cotidiana para que seamos conscientes de las absurdidades que a veces llegamos a hacer los humanos en situaciones de desesperación. Pero también es capaz de reírse de lo que significa tener una famila, de las convenciones sociales y de todo lo que hacemos porque lo hacen también los demás.
¿Quieres más razones? Pues mira, hay una serie de apariciones sorpresa de estrellas del panorama cinematográfico patrio que están perfectamente encajadas en la trama. Otro punto a su favor son los primeros minutos de cada episodio, una intro sorprendente que nunca sabes por donde va a salir. Y por último, que la serie es tan adictiva, tan ágil y con un ritmo tan trepidante que no sería raro que te la ventilaras en una tarde. Y cuando acabes los seis capítulos de la primera temporada, me apuesto lo que sea a que querrás más, pero no olvides nunca que algo que parece tan sencillo es muy difícil y a lo mejor en ese momento podrás concluir conmigo en que a esta serie se la puede llamar alta comedia. De la más alta y de la mejor.
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