La película hecha para Netflix empezó con polémica por su publicidad y te encontrabas hordas de fachillas pidiendo el boicot sin ni siquiera haberlo visto, cosa habitual en este país. Esos que pedían el boicot también se lo pedían a Trueba, a La casa de papel, a El guardián invisible y no se lo piden a su propio cerebro porque no entienden como funciona, que si no, también lo pedirían.
Yo, como soy mucho de ver antes de opinar, me lancé como las locas y vaya, como siempre, los del boicot se equivocan y de qué manera. La película no sólo tiene dos o tres momentos para morirse de la risa sino que además es inteligentísima. Borja Cobeaga sabe de lo que habla; no le quedaba otra si quería describir la vida diaria de un escuadrón de etarras en clave de comedia. De hecho verán como no hay polémica y no van a encontrar manera de hincarle el diente con ganas de hacer daño. El guión está urdido de tal manera que es imposible ponerle una pega moralmente, porque las suspicacias andaban por esos derroteros ¿Verdad? La gran pregunta antes de que se estrenara era…¿Van a hacer una película que ensalce a ETA? Pues duda zanjada; la respuesta es no.
El comando está formado por cuatro pobres seres que andan entre el patetismo y la gilipollez y jamás dan una a derechas porque no se puede ser más cutre y cenutrio. Su periplo se hace coincidir con la victoria de España en el mundial de Sudáfrica y claro, los etarras se tienen que comer la explosión de orgullo nacional con patatas de aquella manera.
Leo a gente que ya la ha visto decir que es aburrida, que es una comedia donde sonríes pero no te ríes y eso me encanta, sabes? Porque ya no hablamos de asuntos que nada tienen que ver con el cine o una película. Esos que se quejan tienen todo el derecho, pero es posible que olviden algo fundamental; la valentía gigantesca de hacer una comedia por primera vez con esta temática y posiblemente sea la última vez que la veamos. Todos los creadores se han jugado el tipo y (no nos engañemos) su carrera, así que habrá que agradecérselo.
Los cuatro protagonistas están espectaculares, sin forzar la vis cómica y echándole naturalidad y esa es una de las gracias, porque no se convierten en monstruos, al contrario; los humaniza, pero los humaniza de tal manera que pone a pie de calle el cómo puede convertirse en cotidiano el depravado pensamiento absurdo y loco que hay detrás de una ideología que ve el asesinato como algo normal. Y si queda alguna duda de la implicación moral de los creadores, ahí está ese final que en cinco segundos deja todo claro. Hay al menos seis escenas antológicas con las que morirse de risa…¿Con cual quedarse? ¿Con la partida de Trivial? ¿Con el momento bandera? ¿Con la mochila de petardos? ¿Con la esperadísima llamada de teléfono? ¿Cuando miran el mundial en la tele? Escenas en las que cuando me reía, miraba a un lado u otro, por si alguien me estaba mirando, con pelín de miedo, para que veas hasta que punto tenemos cosas interiorizadas.
En fin, no te dejes engañar por los cantos de sirena fachas y échale un vistazo porque a mí me parece divertidísima. También me parece de una salud democrática flipante y es una suerte que se pueda estrenar , aunque haya tenido que ser vía Netflix.
Quizá lo único reprochable es estrenarla el día de la hispanidad. Aparte de esto yo lo veo muy bien todo.
Pienso q era algo tb estrategico…no crees?
En realidad estas campañas les vienen de perlas a este tipo de películas que mencionas. Si no fuera por la polémica pasarían sin pena ni gloria… La derecha española es como el toro que va al paño rojo… Si lo sabré yo jaja