Llega Abril y por fin podremos ver la segunda temporada de una gran serie. Hablo de Outlander y ya hablé en esta entrada donde la calificaba de «apoteósis de la novela rosa» sin ser ello nada peyorativo. Si yo y otros tenemos tantas ganas de ver como continúa a lo mejor es que el final de la primera temporada nos dejo rematados. Y digo rematar pero lo digo literalmente, porque juro que enfrentarme a ese final me ha costado pesadillas y muy mal cuerpo, porque a ver quién me iba a decir a mí que me iba a encontrar con algo tan incómodo. Y no me refiero a Jamie, el chulazo oficial, que a cada episodio está más tremendo (Sam Heughan).
Outlander posee uno de los cliffhanger más sorprendentes, incómodos, increíbles y apestosamente gays de la televisión. Pero de un marica nada bonito; al contrario, es muy, muy turbio, entre otras cosas porque cuenta una violación (de hombre a hombre) con un detallismo (y un sadismo) digno de que aparezca en esta web atroz.
Y lo es por el riesgo, por lo bien contada que está ( ocupa los dos últimos episodios de la primera temporada…Casi dos horitas), y sobre todo por el estudio psicológico que hace de los personajes, introduciendote en unas negruras y en unas corrientes mentales muy muy chungas. Está claro que con el personaje de Jamie y ese cuerpo que Escocia le ha dado, la violación no podía ser a base de fuerza bruta sino por medio del chantaje y la aniquilación del otro ¿Y que tiene esto de especial, se estarán preguntando?
Pues son varias las razones para que merezca que yo esté escribiendo esto. La primera es que la violación masculina sigue siendo un tema tabú. Seguro que si se ponen a repasar de memoria, encontrarán varias violaciones a mujeres sin calentarse mucho la cabeza. De la violación a un hombre es casi imposible acordarse, porque…apenas existe. Sí, amiwas; el machismo también hace cosas como esta; esconder un delito por vergüenza machirula de que existe. Pero otra razón para remarcar este gran momentazo televisivo es lo que le ocurre a nuestro guaperas protagonista; una transformación mental enfermiza (contada con mucho desnudo, mucha carne y mucho sudor y fluídos) que le marcará para siempre y como espectador te deja apalizado durante minutos. No cuento más, solo insistir en que se lancen a esta serie que ha decidido convertirse en grande aunque en España no nos estemos enterando.
Pues habrá que verla…
Llevas mucha razón en que las violaciones masculinas son tabú, tantas habrá y no se denunciarán por miedo y, sobre todo, por vergüenza, porque nuestra sociedad puede comprender (que no entender) una violación a una mujer, unos abusos a unos niños o adolescentes, pero las palabras «violación masculina» es como si no casaran juntas, como si un hombre no pudiera ser forzado sexualmente, porque se presupone que debe tener fuerza suficiente como para rechazar esa actitud violenta.
Otro de los tabúes en esta sociedad es el maltrato en la pareja cuando la víctima es un hombre. Y si la pareja es homosexual, para qué decirte. En toda mi vida he tenido un asunto de maltrato físico y psicológico (de un contenido brutal este último) entre dos hombres y, afortunadamente, la víctima se ha encontrado con un equipo de profesionales (en policía nacional y en los juzgados) que han comprendido el asunto muy bien.
Se deben denunciar estas actitudes, para que no sigan ocurriendo.
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