La serie «Hacks», en principio, no planteaba un tema demasiado atractivo: la típica mujer madura famosa, con sus manías, reproches y exquisiteces; dejando arrastrar su prepotencia sobre una guionista lesbiana, joven,atrevida e inocentemente ilusionada. Pero sorprendió la frescura de la batalla intergeneracional. El papel de Deborah Vance quedó bordado por una Jean Smart que derrumbada cualquier duda acerca de entregar un papel protagonista de una serie actual a una mujer madura que por otra parte, crecía en la batalla de ironía y experiencia sobre su adversario, Hannah Einbinder, dejándose seducir por el infranqueable poder de su mentora. De esta forma, a uno se le ocurre una serie ficticia con un duelo entre Jean Smart y la Christine Baranski de «The good fight», las dos tienen la misma edad. Unos espléndidos 72 años.
Su tercera temporada sigue ahondando en los mismos temas, ampliando el arco de amistad entre las protagonistas, con mayor carga de línea emocional, además de incluir a varios personajes secundarios que, lógicamente, quedan lastrados por el excelente y superior trabajo de las dos actrices. En este sentido, el papel de Kayla (Megan Stalter) es el más flojo de todos y daba para mucho más. Es sólo algún detalle que no ensombrece el conjunto. Ese «poco a poco te vas encariñando con los personajes» nos ha ganado: vencen la culpa, la puñalada por la espalda, la ambición a costa de todo y, mayormente, la cantidad de mensajes tan bien planteados. Mención especial merece el último episodio de la tercera temporada, con un clase actoral de Einbinder a prueba de bombas. Lo mejor de todo es que dejan la puerta abierta a nuevas entregas. «Ripley», «Hacks»….vamos rellenando las listas de este año.