Mucho se ha comentado de la nueva serie de «los javis», recién estrenado su trabajo en Movistar +, plataforma que, a juzgar por lo visto, se ha gastado lo suyo en dar manos libres al trabajo del dúo. Sin basarse en un hecho real, la serie recoge un tema principal muy turbador: un matrimonio encierra a sus hijos en una casa y les prohíbe salir, aludiendo que Dios le habla a una madre, que está como unas maracas, y cuando levanta la mano derecha y le da un espasmo lo mismo Dios les anuncia que tienen que cantar como si a » El Consorcio» le llevas un lunes de picnic, que manda a paseo a los hijos «a grito pelao» cuando le dicen que pisan mejor los charcos que Gene Kelly en «Cantando bajo la lluvia». La serie en su conjunto consigue lo que se propone: mezclar thriller, drama, comedia subversiva y estética pop (gran trabajo de Hidrogenesse), en un «tour de force» donde «los javis» salen victoriosos.
Porque la serie tiene tantos puntos a favor que superan los pequeños contras. Si bien es cierto que pecan de excesos (el episodio sexto roza lo verosímil, con demasiados detalles que forman un montón casi agotador), su conjunto es una lograda amalgama de mensajes donde aparecen muchos temas y bien contados. La religión es una excusa para explicar la libertad. La relación entre los hijos y la madre, otro pretexto para contar la comunicación. Y la locura, el encierro y el deseo, para hacerlo con las dudas entre el bien y el mal. A todo ello, se les unen unos actores, sorprendentes unos (Albert Pla, Amaia y Ana Rujas) y en su línea otros (Lola Dueñas, Carmen Machi y Macarena García con sus impresionantes ojos). El papel de de Albert Pla, no muy lejano a aquel siniestro obispo luterano de «Fanny y Alexander», con ese rostro tan inquietante y su voz quebrada, realiza una interpretación sorprendente. Y qué decir de la realización de estos dos directores. Planos cuidados al detalle, con un color y movimiento perfectos. Sin ser una serie que llegue a emocionar del todo, (por esas ganas de querer brillar a demasiada luz), es un trabajo tan digno como interesante. Hay mucho cine dentro de ella. Y, seguramente, es el mejor trabajo de esta pareja con mucho arte entre sus manos. Y,además, han conseguido que «Stella Maris» salga de las pantallas del televisor y lleven el mensaje de Dios al próximo Primavera Sound.
A mí también me ha gustado pero en muchas ocasiones me resultaba algo lenta.
La persona que se haya encargado de hacer el casting se merece todos los premios del mundo. Una serie así solo podía funcionar si todos los personajes (y son una barbaridad) eran creíbles…Y vaya si lo son.
Sería muy reduccionista decir lo que he oído a otros fuera de la red, que «La mesías» es una especie de «La llamada» oscura. O centrarnos en los paralelismos entre las Stella Maris y otro grupo español de hermanas que cantan cosas religiosas así de camp, las cuales los Javis no mencionan ni muertos, pero de los que sabemos que dos miembros de la familia (que mandaron a la porra al coro y a la familia en sí) ayudaron en la serie. Los Javis avisan que eso que tomar datos de la realidad es más viejo que el hilo negro, bueno que se lo digan a su adorado Almodóvar con la autoficción (que tampoco hizo nada más nuevo que Gil de Biedma, y éste tampoco poseía la patente…)
Por ahí anda una entrevista en la presentación de la serie en el festival de San Sebastián en la que encontrareís respuesta al tema casting. A mí el Sr.Pla me pareció inquietante, pero en comparación con las expectativas que querían darle Los Javis (querían que su presencia fuera tan ultrajante como un Alien) pues se me queda corto. Pla pivota por la delgada línea entre la contención e intensidad interpretativa y la falta de expresión por bótox a lo Nicole Kidman.
A ver, la serie explora muchos temas pero no sé si la intención de sus directores era aprovechar el cheque de Movistar y soltar todas sus obsesiones o hay alguna coherencia. La búsqueda de identidad, la búsqueda de objetivo (esa pasión ya sea la costura, el video o el canto religioso…), el irse de casa…son constantes en los adolescentes y jóvenes adultos. Ahí está el target de la serie. Lo demás (la fe -episodio final-, las stella maris, el abuso sexual…) no es precisamente accesorio, pero decora. Sólo que se me escapa a qué nivel colocarlo dentro de la serie.
El abuso de la revelación por las drogas (La «rave angelical» del ¿episodio 3? vale…¿pero la comuna de lesbis terapeúticas con ayahuasca sólo para justificar la principal motivación de la madre de Enric/Isaías? Pues nenes, cuánta floritura …)
Parezco demasiado crítico pero he disfrutado mucho la serie. Me he sentido identificado con Irene/Resu. Con esa coraza con la que sobrevive (no como el politraumatizado de su hermano) , alucino con esa producción que convierte cada episodio en un largometraje o un capítulo final de temporada. Cómo de coherentes resultan las transiciones de distintos actores y actrices para un personaje a lo largo del tiempo. La dirección de niños. Los cameos (Agustín Villaronga, Papá Topo, Samantha Ballantines, for instance) o cómo las canciones de Stella Maris (y la videoproducción) encajan como guante de seda forjado en hierro. Echad la culpa a las hidrogenesse por las canciones. Ah, la ambientación musical tremenda (escuchar a Kim Carves en el episodio uno fue acierto en toda la diana…)