Buenos dias, querides.
Nuesto colaborador cada vez mas habitual Mussol no hace partícipes de una reflexión bastante profunda que, desde esta redacción, os invitamos a leer. No os va a dejar indiferentes, eso casi lo puedo garantizar.
Sin mas preámbulos, aqui la teneis:
Hace un par de días comentaba con unos amigos el alarmante incremento de gente que expresa a través de las RRSS sus luchas contra problemas de salud mental. Parece aún más alarmante que este incremento es mayor cuando hablamos de miembros de la comunidad LGTBI+.
Hablando, hablando, salió la teoría de que una de las posibles razones por las que los problemas de salud mental se han incrementado dentro de la comunidad LGBTI+ es por el estrés y la discriminación a la que nos enfrentamos, y que puede contribuir a sentimientos de ansiedad, depresión y otros problemas de salud mental.
En los últimos años, y con la alarmante deriva hacia ideologías radicales que está experimentando la sociedad, a menudo hablamos sobre la discriminación que enfrentan los hombres homosexuales por parte de quienes se identifican como heterosexuales, y lamentablemente a raíz de haber conocido actos de violencia y agresión a miembros de la comunidad LGTBI+, pero ¿qué pasa con el sesgo que existe dentro de la propia comunidad gay? Lamentablemente, muchos hombres homosexuales experimentamos prejuicios, discriminación e incluso exclusión dentro de nuestra propia comunidad, a pesar de compartir la experiencia de ser parte de ella.
Uno de los mayores catalizadores de esta exclusión es la apariencia. Entre nosotros, a menudo tenemos un ideal muy específico de belleza masculina, lo que inevitablemente conduce a la exclusión y estigmatización de aquellos que no encajan en el molde. Puede ser cualquier cosa, desde la vergüenza corporal y la fobia a la grasa hasta la exclusión basada en la raza, la edad o la discapacidad. No es raro que los hombres homosexuales que no encajan en el molde estereotípico se sientan aislados y luchen contra la baja autoestima, sobre todo considerando lo salvajes y en muchas ocasiones crueles actitudes que favorecen las apps de ligoteo, donde el hecho de tener unas pantallas por medio parece que da patente de corso para comportarse de forma agresiva y absolutamente inaceptable.
A veces, en Twitter o Instagram, se ven capturas de pantalla de estas apps, con conversaciones que parecen increíbles por la desfachatez de quien se cree demasiado bueno como para incluso ser contactado por alguien que no le gusta. Muchas veces nos reímos, pero no creo que sea cosa de risa.
El comportamiento sexual tampoco se queda atrás como catalizador. Las conexiones y el sexo casual están a la orden del día dentro de la comunidad gay, pero algunos hombres gays que somos monógamos o célibes podemos sentir que no somos «lo suficientemente gays». Esto puede conducir a sentimientos de vergüenza y exclusión. ¿Desde cuando el creer (y practicar) la monogamia o mantener una relación cerrada es motivo de burla o de “ser retrógrado”? Respeto, caballeros. Yo soy monógamo, y orgulloso de ello. No digo que mi opción sea la mejor, o la única válida, sino que promulgo que cada pareja o relación tiene la responsabilidad y el derecho de construirse a medida de las personas que la componen. Y al final, eso es lo único que importa.
Lo mismo ocurre cuando se intenta encontrar amistad, gente con la que hacer cosas, pasarlo bien… E inevitablemente siempre se acaba confundiendo eso con echar un polvo. Eso conduce a situaciones incómodas por parte de quien no puede concebir que la amistad y el sexo pueden ser dos cosas diferentes. Y acabas cayendo de nuevo en la soledad y el aislamiento, sin opciones de ganar nuevos amigos “sin derecho a roce”.
La identidad de género también es un problema. Demasiado a menudo se observan frases como “MASC ONLY”, “PLUMAS NO” o similares en las apps de ligue. Aquellos que no se ajustan a este ideal de “masculinidad” (¿O debería decir “macherío”?) suelen enfrentarse a la discriminación, la exclusión y lamentablemente, incluso al insulto o la burla directa.
Es importante reconocer y abordar estos prejuicios dentro de nuestra comunidad. Necesitamos crear un espacio seguro, más inclusivo y tolerante que celebre la diversidad y apoye a todos los miembros, independientemente de su apariencia, comportamiento sexual o identidad de género. Esto quiere decir desafiar los estereotipos y las normas, y crear un verdadero refugio ante las agresiones que vienen de fuera, y que os recuerdo que están a la orden del día.
Estoy desagradablemente sorprendido de leer mensajes en las RRSS con comentarios de gente que no se siente a salvo, que describe situaciones de pánico en cualquier ciudad, a cualquier hora. Si no nos cuidamos entre nosotros… ¿A dónde vamos a llegar?
Está pasando. Nos afecta a todos. ¿Qué vas a hacer tu?
Por: MUSSOL
Que placer poder llamarte «AMIGO»
Se te quiere….Osete ❤️
Interesante reflexión. En mi caso particular no fue tan dañino el rechazo o la burla como quien me aconsejaba «por mi bien» que la causa de mi desgracia estaba en mí y que tenía que cambiarlo, obviando que los comportamientos tóxicos estaban en los demás metiéndose donde no debían.
Teniendo en cuenta que los endocrinos no le dieron mayor importancia, lo pienso de adulto y me da rabia el tener que haber aguantado esas opiniones supuestamente constructivas. Creo que ne hicieron más daño que los propios insultos y desprecios en sí.
Yo me he encontrado con varios problemas.
El primero es que me falta cierta educación sentimental (esos años de aprendizaje adolescente) que junto a unas carencias emocionales bien gordas hace que reclame cariño a lo bestia: lo intercambio por sexo y el otro ni se entera (bueno, hubo una vez un amante que se dio cuenta y ahora sé lo de lo que quería advertirme) Como Marilyn o Angelina. Como un TLP, sólo que si no diagnosticaron el de uno de mis padres, a mi tampoco conseguirán atraparme vivo.
Otro problema es que la única forma de socialización que conocía entre gays era follando (lo cual me viene muy bien, no lo niego). No todo son alegrías, porque la situación se parecía más a «Vacaciones» de Berlanga (amor de risa, amor de broma…) que a una ventaja táctica sobre los vínculos heteros…era muy difícil construir vínculos más profundos. ¿Qué respuesta te encuentras en las putiapps? El smiley de encogerse de hombros. Vale. Descartemos putiapps como animal romántico…
Luego he ido a los colectivos. La movilización en estos tiempos está en crisis. Y lo gracioso es que son vías de entretenimiento distintas y más sanas que las del circuito gay (que sólo nos quiere mientras seamos consumidores de ocio, drogas o sexo). Aparte de moverme con cierta torpeza (obvio) y descubrir muchas más relaciones con mis iguales , ha habido ocasiones en las que un gesto de cariño o un intento de coqueteo me ha provocado una gran tensión, como si sintiera incluso repulsión. No descarto citarme con algún conocido del grupo, pero es una situación que me estresa muchísimo más, me siento muy violentado (irónico porque en zorreo pocas cosas me sacan ya de quicio) Al parecer, me pilla con la guardia baja.
Pensamos que tenemos libertad de movimientos pero ahora más que nunca se echan de menos «espacios seguros» donde desarrollar relaciones.
El neoliberalismo nos ha dado juguetes poderosos a través de la tecnología y las drogas y nos estamos destrozando con ellos. Generamos un ego sexual distorsionado en las RRSS (como adelantaba Paco Vidarte), mercadeamos con nuestro cuerpo a través de OF, reducimos el sexo al acto mecánico a través de apps o reducimos el placer al aspecto cuantitativo de con cuántos he estado y durante cuánto tiempo (cuanto más mejor, y ahí entra el Chemsex). Pero como los sentimientos y los vínculos no son (aún) monetizables se desprecian. Romper con alguien es tan fácil como bloquearlo porque «todos lo hacen» (sacratísima justificación del Grindr) y las conversaciones que se tienen por putiapps nadie tiene cojones a decírmelo a la cara, porque se la parto (la cara y las pelotas). De hecho tuve que mandar a la porra a un chico por Grindr después de varias semanas sin dar señales de vida, en vez de mandarle un mensaje corriente y moliente. Quería que se diera cuenta de que yo ya sabía que me había mentido, que sabía llevaba cuatro findes seguidos de chill y que sabía que no era capaz de hablarme (no sólo por su cobardía, sino de la lengua de trapo que tendría a base de MF) ¿y sabéis cuál fue su reacción?: plantar un tuit para que resto del mundo creyera su versión. Muy valiente, hijo mío. Eso es lo que te importa. Por eso, el tema de subir pantallazos de conversaciones íntimas a una RRSS me dice mucho y muy mal de quién las sube.
Echo de menos tener relaciones sanas, me da igual en qué, aunque las de pareja se llevan la palma. Creo a Maruja Torres cuando dice que el único amor que dura es la amistad. Gabriel J. Martín tiene planeado publicar a finales de año un libro sobre relaciones (ojalá que sanas) de los gay en la red. Mussol, tesoro, disculpa el ladrillazo que acabo de soltar. Has abierto un melón que…