Tom Cruise se empeña en salvar el cine a golpe de espectáculo. Eso es el cine, ¿no?. No nos engañemos. Quien se acerque a verle moverse en una pantalla (que le quiere), observará sus primeros planos de guiños y gestos que le caracterizan. Los vaqueros y la camiseta ajustados, la ceja subida, el balón de rugby en la playa por encima del hombro y las gafas de sol en perfecta simetría con los agujeros del cinturón.
La heterosexualidad llevada más allá de la velocidad de la luz. Quedaron atrás sus días de «Nacido en 4 de julio» y se resiste a envejecer en películas serias. Minutos antes de comenzar «Top Gun: Maverick» anima a la gente a que se acerque a las salas a ver su película. En el último Festival de Cannes ya dijo que jamás venderá su cine a las plataformas de streaming. Seguro que todo el mundo allí aplaudió su propuesta: hasta los amantes de las películas del «nuevo cine rumano» y «la nueva ola del coreano». Me apuesto un pack de películas cómicas de Scorsese inéditas a que sí. Fijo. Segundos después de este anuncio….se presenta su siguiente «Misión:imposible. Sentencia mortal» (¡parte uno!) que se estrena el año que viene, con lo cual el bueno de Tom Cruise promete seguir dando guerra, sin apenas arrugas y su sonrisa apolínea. Y que conste que las anteriores de la saga me parecen un muy buen cine de acción.
Corre, vuela, sonríe y suda como si tuviera quince años y no le importara aprenderse el «Take my break away» para un concurso de música para solteros en Benidorm. Lo más curios de todo es que, en mi sesión y antes de comenzar la película, también aparecía su ex, Nicole Kidman, soltando algo sobre «la magia del cine». Se quedaba mirando a una pantalla como si no hubiera un mañana ó esperaba que cayera un meteorito que aplastara las salas de cine y no pudiera hacer más películas de mujeres de mediana edad que tienen 25 amigas asesinas. Entre los dos suman más operaciones de estética que Terminator» en monosílabos. Sí, gracias a Dios, la magia del cine queda a parte de lo que cada cual quiera hacer con su físico, por lo que Nicole Kidman sigue siendo una excelente actriz, muy a pesar de un rostro cada vez más inexpresivo. Oye, que cada cual haga lo que quiera para estar más guapo que Ryta Hayworth con un disfraz de tirolesa. ¡Faltaría más!.
Pero, ¿tiene algo «Top Gun:Maverick» que nos haga pensar sobre lo felices que somos y lo afortunados de ver este cine que no ha muerto?. No. La película es mala con avaricia. Los soldaditos estudiantes son planos y no invitan a que queramos que sean nuestros amigos. Y dicen cosas como «¿Eres guay?. Sí, soy muy guay». «Sé que me estás mirando, no te creas que soy tonta». «Tú puedes conseguirlo forever and ever» y, de ahí, lo más profundo que se puede sacar es una piruleta en un barril de golosinas de la primera comunión de Bob Esponja. Las secuencias de los aviones son muy buenas, pero cuando aterrizan y abren la boca lo más inteligente que sueltan es un «vamos a conseguir esta misión aunque sólo tengamos unos aviones y un guión de mierda». El homenaje a Val Kilmer, aquel desternillante protagonista de «Top Secret! (1984) es un momento de exaltación de la amistad que pone un contrapunto dramático a dos horas de puro cine de matemático entretenimiento cuajado por modelos emninentemente sujetos a moldes norteamericanos. Nada nuevo bajo el Sol.
Por lo menos, han tenido el detalle de no contar el país que quieren atacar los esforzados soldados y su no menos carismático jefe de misión. Aunque todos sospechemos que no sea ni Andorra ni Tuvalu. No nos queda otra que agradecer a Tom Cruise, a la bandera de los Estados Unidos, a las Ray Ban y las cazadoras de cuero, que salven el cine. Porque a Tom Cruise nadie le puede toser. Ni a dos metros.