Cuando estoy solo, ocurre.
Voy a BCN por la semana de la moda. Lo que parecía un derroche de eventos y glam se ha tornado en tardes/noches en la habitación del hotel.
Porque en realidad tengo la cabeza jodida y nadie tiene porqué aguantarme.
Pido que me lleven comida rápida.
Antes de llegar el repartidor, me excito creyendo que en realidad este viene a follarme.
En vez de eso recepciono el pedido, que está ardiendo y dejo que esa persona se vaya.
Abro la bandeja y la pongo en el suelo, delante de la cama. Me desnudo, me ducho, me masturbo en la ducha y salgo a gatas del baño.
Siento con mis rodillas y manos el contraste entre el mármol resbaladizo y la mugrienta moqueta. Llego hasta mi presa y meto la cara en la carne despedazada y condimentada.
Sacudo la cabeza con espasmos cuando me abraso la lengua y las mejillas. Pero en vez de parar, intento morder con más rabia, con la boca muy abierta.
A partir de entonces, solo escucho el sonido de mi garganta adaptándose al paso de mis tragos. No paro hasta tocar el fondo de aluminio con los dientes. Noto que la salsa lechosa traspasa la barba y ya me corre por la barbilla.
Entonces paro. No queda nada. Me incorporo, voy al baño, me lavo la cara de forma compulsiva y me arrastro hacia la cama.
Una vez bocarriba advierto mi vientre hinchado, en el que aun tengo restos de semen.
Me identifica.
Cuando hay que viajar por trabajo y dormir en hoteles-quirófano se hacen cosas infames.