16 de junio de 1816, el tiempo es terrible para ser verano y una serie de sublimes y virulentas tormentas cargadas de electricidad, se desencadenan en la región de Coligny (Francia) donde un grupo de leyendas se ha congregado para pasar el estío. No se puede salir a pasear o leer en las arboledas, no se pueden volar cometas o navegar por las tranquilas aguas, del ahora enfurecido lago Ginebra. Sólo se puede estar en casa, a lado de la chimenea y ver como el tiempo gotea lentamente.
Esa casa es Villa Diodati y esas leyendas refugiadas y aburridas son el poeta Percy Shelley y su amante Mary Wolfstonecraft, el también poeta George Gordon Byron o Lord Byron y John William Polidori, médico. Como buenos espíritus románticos, estos jóvenes matan el tiempo leyendo historias alemanas de fantasmas en voz alta, alimentando su fantasía y sus terrores; pero, cómo buenos espíritus artísticos que son, pronto decidieron dar “otra vuelta de tuerca´´ al asunto y proponer un juego. Esa misma noche del 16 de junio, Byron propuso a sus amigos, que cada uno escribiese un relato de terror propio.
De los cuatro relatos, será el escrito por Mary Wolfstonecraft Shelley, el que ha alcanzado la inmortalidad y con é,l su autora, propia de las grandes obras salidas de un cerebro “AB-NORMALMENTE” maravilloso.Esa misma noche y fruto de una pesadilla, nacería una novela pionera y revolucionaria, que adelanta géneros como el de la Ciencia Ficción, que mezcla ciencia y filosofía y que plantea cuestiones sobre la ética y el desarrollo científicos vigentes hoy en día.
11 de marzo de 1818. Se publica, dos años más tarde, la primera edición de Frankenstein o El moderno prometeo. Lo firma Mary Wolfstonecraft Shelley con veinte primaveras en tó lo alto. Este año, se cumplen 200 años de la primera publicación.
Si Mary Shelley creó uno de los personajes literarios más famosos de todos los tiempos, el monstruo de Frankenstein (notad que no tiene nombre, es la propiedad de Victor Frankenstein, su padre, su creador), sería otro inglés, ya en el S.XX, el que fijaría en la retina de todo ser viviente, la imagen icónica y reconocible, reproducida hasta el delirio, de ese monstruo temible pero entrañable. Estoy hablando de James Whale padre del monstruo cinematográfico de Franskenstein. Él doto al monstruo de un cráneo rectangular, unos tornillos en el cuello, unos zapatos de plataforma y unos andares torpes y espasmódicos. A pesar de que la película apenas tiene que ver con la novela, se ha convertido en una de las mejores interpretaciones de este clásico.
James Whale, nació en Inglaterra en 1889, en el seno de una familia humilde y con unas claras inclinaciones artísticas. Muy enclenque (según su padre) para el ejército, el joven James trabajó como zapatero para pagarse las clases en la Escuela de Artes y Oficios de Dudley. Durante la Primera Guerra Mundial, fue capturado y hecho prisionero durante 15 meses, donde descubrió su talento para la dirección teatral y la creación de escenografías. Al terminar la guerra, buscó trabajo entre bambalinas en Londres. Poco a poco fue haciéndose un nombre dentro de la escena teatral inglesa y sus producciones cada vez tendrían más éxito. A finales de los años 20, se trasladó a Estados Unidos para dirigir una producción en Broadway y sería gracias a este trabajo que Whale entraría en el mundo del cine.
Fichado por la Universal Studios, esta casa le deberá su fama gracias a geniales piezas del terror clásico, dirigidas por este inglés mentiroso (Whale mentía sobre su origen humilde y se inventaba una procedencia más aristocrática). Con un claro estilo europeo, que bebe del más atormentado expresionismo alemán, las películas que Whale dirigió durante esos años: el Dr.Frankenstein (1931), El caserón de las sombras (1932), El hombre invisible (1933) o La novia de Frankenstein (1935) se han convertido en iconos visuales del cine de terror.
Whale tuvo una vida maravillosa , saboreó la fama y el éxito en su trabajo y vivió una relación de más de veinte años con el productor David Lewis. James Whale era abiertamente homosexual, cosa que carecía de importancia en los alegres años 20 y en el Hollywood Babilonia de los años 30. Cuando su carrera como director empezó a decaer, sin duda por el fracaso de sus últimas películas y algunos roces con el nacismo, James rompió con su vida en Hollywood y con David y se refugió en su mansión de Los Ángeles, acompañado por su criada. Desde entonces se abandonó a una vida de excesos y chicos, famosas eran sus fiestas en la piscina, en la cual jamás se bañaba, por que tenía miedo al agua. Esta vida a grandes sorbos le pasó factura, con dos infartos y una embolia de la que nunca se recuperaría y que iría mermando sus capacidades mentales poco a poco.
La muerte de James Whale fue uno de los grandes misterios de Hollywood. Como ocurre con las grandes estrellas, el misterio siempre debe rodearlos y su muerte no estuvo carente de teorías: que si fueron los nazis, que si fue un amante despechado, que si fue un accidente… La verdad se conoció treinta años más tarde cuando, días antes de morir, David Lewis sacó a la luz la carta de suicidio de Whale para, según Lewis, ahorrarle la vergüenza del suicidio. Lo cierto es que, con 67 años y plenamente consciente de su deterioro mental, Whale se lanzó a la piscina que tanto temía, se golpeó la cabeza con el fondo y se ahogó.
Existen tantos mosntruos de Frankenstein como personas quieran interpretarlo, eso es obvio, pero lo curioso viene, a mi parecer, cuando descubrimos que, tanto la creadora de la novela como el director de cine que lo convirtió en un icono popular, eran personas que se salían de lo común, “monstruos” en si mismos. Recordemos que Mary Shelley era una mujer instruida, librepensadora, una de las primeras feministas de la historia e interesada en la ciencia y la poesía (principios del S.XIX amigas) pero también vivía en un mundo de varones con unos roles de género muy estrictos. No he comentado el detalle, de que la novela fue publicada con el nombre de casada de Mary, Wolfstonecraft SHELLEY, para que tuviese el respaldo de su marido y el crédito ante los editores; y que James Whale era homosexual. Ambos personajes tuvieron sin duda que superar serios escalones en sus vidas, luchar y fortalecerse ante la adversidad. Y esto sin duda, les sirvió para identificarse con una criatura que como ellos, no encajaba.
El futuro está lleno únicamente de dolor y viejos recuerdos… Necesito estar en paz y este es el único modo de lograrlo. Mi vida ha sido maravillosa.
James Whale.
Acha, lee. Acha, mira:
. García Cortes, Jose Miguel. Orden y caos (un estudio cultural sobre lo monstruoso en el arte). Anagrama. 2006.
. Quirarte, Vicente. Del monstruo considerado como una de las Bellas Artes. Paidós. 2005.
. Shelley Wolfstonecraft, Mary. Frankenstein o el moderno prometeo. Valdemar.
. Dioses y monstruos. Bill Condon. 1998.
Una obra no sólo es grande por su calidad si no también por todo lo que genera y joder, hay cuatro peliculones que ha dado el monstruo de la Shelley que me chiflan; Frankenstein, La novia de Frankenstein. Dioses y monstruos (un peliculón de los gordos) y la española «Remando al viento», que tiene cojones que fuese un director español rodando en inglés quién mejor haya captado el proceso de creación de la novela…¡Y posiblemente es la mejor actuación de Hugh Grant!
¿Y no has visto Flesh for Frankenstein? dirigida por Paul Morrisey en colaboración con la mismísima Andy Warhol y el chulazo de Joe Dallesandro. Un delirio Kitsch del que haré una entrada más adelante, junto a otra maravilla revisitada por el tándem Warhol/Morrisey: DRÁCULA.
Me parece que se han quedado como muy antiguas…
Eso para mi no es algo malo.
En absoluto.
En realidad debería haber usado la palabra «anticuadas»
Sigue sin ser algo malo para mi