A los libros de Chirbes les espera un gran futuro. Es cierto que en vida tuvo premios y reconocimiento de crítica, pero no fue un escritor mediático a la manera de la Grandes o el Marías. Sus dos grandes obras (Crematorio y En la orilla) están llamadas a ser consideradas clásicos por su prosa depurada, por su estilo limpio y por la estupenda disección de un país, una época y una sociedad. Es decir, a lo que aspira un escritor con ambiciones y suele necesitar toda su carrera, Chirbes lo consiguió con dos libros. Su prosa densa y seca, casi árida, no lo hace especialmente accesible para el gran público, pero es lo que tiene la calidad.
Antes de su repentina muerte, dejó acabada su última novela que oh, sorpresa, era una historia homosexual. Así, a la vez que nos enteramos de su muerte, muchos nos enteramos de su orientación homosexual. “París-Austerlitz” es una novela corta en la que dicen que pasó más de veinte años escribiendo/dejando de escribir y al ver cercana su muerte, decidió acabarla con un final abrupto que huele a que la cosa podía haber dado más de sí para rematar la historia. Es dura. es triste, es certera y seguramente, es la que tiene una prosa más accesible de todas las de Chirbes. Otra cosa es el tema, que te deja hecho mierda. El protagonista narrador se convierte en el cronista de su propio desamor, si es que alguna vez estuvo enamorado y ahí está la valentía de Chirbes al elegir justo el momento más feo, más terrible y más desolador de una relación. Suma un protagonista al que es imposible tenerle simpatía y tienes de nuevo al mejor Chirbes mostrando la basura moral, de lo que nadie quiere escribir, y si en otras novelas lo hacía con un país, en esta ocasión lo hizo con la relación de pareja. La novela no deja un renglón al que agarrarse .ni una pizca de esperanza, porque a este desamor hay que unirle que el abandonado se está muriendo de SIDA y sin embargo, no hay piedad ni lástima.
Un París visto a través de litros de alcohol, consumidos en tugurios y antros es el escenario elegido para contarnos esta historia. No parece haber nada feliz en esa relación aparte del sexo de borrachera, pero sirve de espejo para que sepamos entendernos y saber de las razones que nos llevan a dejar de amar, sin melodrama, sin concesiones y sin blanduras, el desamor tal cómo es. Y eso la hace una novela corta estupenda.
Me lo he leido a raíz de este artículo. Duro pero maravilloso