Estamos viviendo, no sólo una explosión de series en todos los terrenos, para así poder cubrir las necesidades de un cliente que no puede recibir tal cantidad de información. Necesitaríamos más de tres vidas, tres mil, para poder ver todo lo que aparentemente nos interese. El cine se ha quedado atrás en la carrera de estrenos y expectativas de un receptor, que ávido de conocer ese nuevo universo donde poder ver desde casa todo y todo a la vez, no puede mover el dedo tan rápido como hace volar tal catarata de estrenos de las cadenas de pago. Antes esperábamos a ver el estreno de nuestro director favorito en el cine durante meses, cuando sabíamos que su película se había estrenado en el Festival de Cannes y la crítica internacional se había deshecho en elogios. Ahora nos da lo mismo; porque mientras tanto, hemos visto ya docenas de películas de reciente estreno que se nos habían escapado en el cine o, por sorpresa, poder esperar al siguiente estreno de directores como Duncan Jones y su «Mute«, esa cosa tan extravagante como fallida titulada «Okja» y/o la estupenda «The Meyerowitz Stories«, estrenadas en Cannes y de ahí a Netflix como reina y señora de campo de minas que nadie se atreve a pisar.
Ahora, como jugada, Netflix entrega la propina de 100 millones de dólares a Scorsese para que realice su «The Irishman«. Y de ahí, que los festivales de cine se dediquen a guardar un hueco en sus secciones oficiales, a partir de ahora, para producciones televisivas. No queda otra.
En cuanto a las series de producción propia, llama la atención (aparte de la sobrevalorada moda para el terror y el suspense, por no hablar del manido homenaje a los ochenta, que viene a cuento de qué) que existan unas cuantas comedias dramáticas de muy alto nivel de calidad y actoral. Que celebran la cotidianidad, el sexo y las relaciones de pareja, de forma tan natural como cercana. Y así, sentirnos próximos a unas situaciones, cómicas o no, con las cuales pegarnos a la pantalla y engancharnos como lapas. Me refiero a ese tipo de series que van destinadas a un público que roza, pasa, o tiene alredededor de los 30 años; muchas veces interpretadas por actores en esta franja de edad, a veces más jóvenes pero cuyas situaciones en pantalla van destinadas a un público más amplio.
El aplauso está asegurado, de esta forma, para series como «New girl«, donde los mejores momentos son aquellos donde se juega a homenajear las comedias clásicas americanas, con una pizpireta Zooey Deschanel. «Broad City«, sobre los desastres amorosos, o no, de una pareja de amigas en Nueva York. La genialidad indie de «Girls«, episodio pares Lena Dunham enseña las tetas y el culo, impares el resto de sus compañeros. Parece ser que la responsable de la serie se anima a realizar película de la serie; ojalá sea cierto.
El disparate vestido de dulzura salvaje de «Shameless» (versión norteamericana…), con una familia increíble a la par de genial, donde lo mismo les da desayunar tostadas con la cocaína heredada de la madre muerta, que follar en la misma habitación donde duerme el hermano de cinco años ( que, con un poco de suerte, hasta se está masturbando, mientras el padre llega a casa con una borrachera descomunal).
«Casual«, donde la vida de dos hermanos (a cual más rarito) se descompone a ritmo de la hija de ella, que no es rarita, es sólo pelín caprichosa. Y, otra más destacada, sería la británica «Lovesick«, que posee esa ironía y el buen hacer que se desprende de la realidad social británica y su corrosivo humor ácido.
Con una generación superior, destacan «Transparent«, donde ya no podremos ver el gran papel de su protagonista, Jeffrey Tambor. Lo mismo le ocurre a la magnífica «Louie«. Una verdadera pena. «Catastrophe«, acerca de los problemas de pareja de un matrimonio, tratados con un humor negro encomiable. Y «Episodes«, recuperando a un estupendo Matt LeBlanc de «Friends» en una comedia ágil y divertida sobre el mundo de la televisión.
La herencia de series norteamericanas como «Louie» ha hecho que, en nuestro país, se realicen otras con sobresalientes resultados. Ahí están «El fin de la comedia» y la reciente «Mira lo que has hecho«, de las que ya nos ocupamos en Atroz puntualmente.
En definitiva, una moda que confiemos en que no acabe. Mientras otros se dedican a ver todas las sagas de Marvel y los mundos distópicos, otros nos perdemos en cosas más mundanas. Cuestión de gustos.
Ay, pues a mí «Episodes» me pareció un coñazo importante; no pasé del tercer capítulo y mira que tengo aguante y paciencia con las series.
También podríamos incluir Fleabag y Please Like Me <3