El pasado 11 de febrero se cumplieron 68 años del nacimiento de una de las figuras claves para entender el movimiento cultural, trasgresor y social de la España de finales de siglo pasado: La Movida. De esta forma, se violaron los preceptos anteriores de una España estancada en un aburrimiento lúdico que explosionó con fuerza en varios ámbitos de la vida de nuestro país. Y José Celestino Casal Álvarez, conocido por todos como Tino Casal, fue protagonista culminante de un movimiento que arrolló con fuerza por encima de los valores establecidos.
Nacido en Tudela de Veguín, Asturias, en 1950, comenzó su carrera musical con apenas trece años de edad para, en 1967, pasar a formar parte de la banda Los Archiduques, que tiene en su haber el ser la primera banda de rock española en incluir una lluvia sonora de gaitas en su «Lamento de gaitas». Una auténtica tormenta pop, donde la cándida letra se funde con el chirriante sonido del instrumento al que da nombre el excelso título del tema. Que después muchos grupos de su generación no incluyeran gaitas ni sonidos parecidos es cosa que se comprende humildemente.
En Londres, durante unos años, se dedicó a la pintura, para volver en 1980 a la música, produciendo al primer grupo de heavy metal español, Obús: ahí es nada.
Posiblemente, desconozcamos que muchos de los iconos de nuestro país de esa época, no sólo se dedicaran a la música sino a otras artes. Eran prolíficos artistas, metidos en salsas donde lucir aún más sus méritos. Tal era el caso, por ejemplo, del gran Carlos Berlanga, como cartelista e ilustrador.
Volvamos con nuestro protagonista. En 1981, Casal publica su primer disco en solitario, «Neocasal», donde aparecía ya una de sus canciones más conocidas: una explosiva «Champú de huevo», con una letra más que perspicaz, donde se escuchaba » ¿Quién te apartó de esa sucia esquina?», «¿quién escogió el tinte de tu pelo?, y lo más contundente de todo: «¡Me cambias por un Frankenstein!». Entre sus pieles de leopardo, sus cinturones anchos no, dilatados, su barroquismo exorbitante se hacía notar de forma manifiesta. La estética «glam» era más que evidente, homenajeando en el álbum a todo un Bowie de «life on mars?».
Financió películas de Almodóvar, se paseó por el Festival de Benidorm en 1978 donde interpretó una canción alejada de su futuro como príncipe del astracán, que con el título cínico de «Emborráchate» se enfundó en unos pantalones con más campanas que las ilustres y brillantes hombreras que luciría años después. Aquí no había pedrería sino montes, ríos y frases tan fatales como «ya que por amor yo sé del dolor y también sufrir», rodeado en su clip por los habitantes de un pueblo de la España insondable.
En su segundo álbum, de 1983, «Etiqueta negra», ya aparece su clamoroso éxito, «Embrujada»; todo un himno generacional, por supuesto, una de sus mejores canciones (si no la mejor), donde puso a punto sus descarnadas letras, negras, directas, plagadas de rutilantes giros argumentales; cinematográficos y con un toque fatídico que las hacía aún más irresistibles.
Pisando por encima del bien y el mal de un cuento chino sobre un panorama musical inexistente para todos nosotros, víctimas del desamor y, sobre todo y ante todo, tacones de aguja, para dar esplendor a unos años donde Tino Casal fue el abanderado en olvidar el mal humor imperante en la música española del presente y de ahí en adelante.
Un año después publica «Hielo rojo», donde destacaba la popular «Pánico en el edén», que si bien no era uno de sus mejores logros, le dio a conocer como banda sonora de la transmisiones de la Vuelta Ciclista a España. Era, entonces, la España de las grandes canciones: que dio obras maestras, como «Cómo pudiste hacerme esto a mí» de Alaska y Dinarama. De «Lobo hombre en París» de La Unión, y la excelente «Escuela de calor» de Radio Futura, entre otras.
Su música se caracterizaba por unos sonidos de batería huecos, unos arreglos electrónicos metálicos y unos ritmos reiterativos, como se escucha en «Oro negro»; otra de sus contagiosas canciones, donde el pop de los ochenta lo reciclaba con inteligencia y adornada elegancia perspicaz.
Esta canción formaba parte de su cuarto álbum de estudio, publicado en 1987. El definitivo «Lágrimas de cocodrilo» (no podía titularse de otra forma…), donde se hallaba otro de sus enormes éxitos para la posteridad: «Eloise». El tema, que no era original suyo, lo convirtió en un tremendo éxito de ventas. Y, sí, posiblemente sea mejor que la original que de The Damned cantaran un año antes en clave punk. Grupo que se atrevió con el «Alone again or» de Love. Hay que ser osado…
En un ambiente rodeado de melodías de moda por aquel entonces donde el house se caracterizaba por trasladar los golpes de efecto hacia sonidos de bajo contundentes ( no hay más que escuchar la remezcla de «Mi novio es un zombie» de Alaska y Dinarama), el pop exuberante de Tino Casal era una opción más que real para hacer historia; como lo hicieron otros grupos de su generación, por supuesto.
Y, en 1989, se publicó su quinto y último álbum de estudio: «Histeria», donde Tino Casal ya había dicho todo acerca de su imagen, su música y su lenguaje. Su estampa se hizo más elegante. Esto se observa en una desconocida, pero igual de refinada versión de aquella que nació en 1971, «Killing me softly with his song», titulada por él «Tal como soy», donde adoptada un aire de country sofisticado.
Tino Casal, como los grandes iconos de la música o el cine, falleció de forma drástica, repentina, un día cualquiera de un mes cualquiera. Era septiembre, era 21. Tenía 41 años. Una de sus propias costillas le aplastó el corazón. A la velocidad de vértigo, como toda la purpurina que luce en sus canciones.
Qué grande el homenaje! Bravo!
Muy completo el homenaje a este genio. Artista completo que fue mucho más que su famoso Eloise que todos hemos cantado alguna vez. Qué pena que se vayan todos estos genios tan pronto! Lo que yo daría por compartir una velada con todos estos genios de aquella época! Leer este artículo es recordar toda aquella magia de los 80-s. Tino Casal para siempre!!!!
Muchas gracias!
Que poco reconocido ha sido en nuestro país este genio. Compositor increíble, voz prodigiosa y estética inconfundible… Quizás si se hubiera llamado Alfredo Mercurio…
Aunque por pereza, nunca he sido yo mucho de bucear en la discografía de Casal, me quedo con su referencia a su voz con una anécdota: cuenta la leyenda que para Eloise hizo una única y primera toma en el estudio…¡ahí es nada!
Siempre Tino
Le vi en concierto en Las Torres de Cotillas, concierto doble, con Mecano!!
Fue un artista en todos los sentidos.
Era de esa gente que la amas o la odias.
Yo tengo todos sus discos.
Me gustaba mucho. Rompió moldes en una España que, si bien empezaba a salir de un agujero de cuarenta años, aún le quedaba mucho por progresar.
Incomprendido y creo que en cierto modo adelantado a su tiempo en, repito, un pais aún en pañales.
Saludos sinteticos.
Oye Eduardo…¡Qué blog tan apañao tienes!
Si alguna vez quieres colaborar con nosotros…¡Avisa!
Casal siempre !