Sí, sabemos que el título es muy llamativo y puesto a mala leche, pero creemos que es necesario asustaros porque lo que está por venir en el futuro puede ser más terrorífico aún. Todo esto viene a colación de una nueva cepa de gonorrea súper-resistente, que ha aparecido en el Reino Unido y amenaza con propagarse por todo el mundo. Además, que mientras escribíamos este post, la ONU ha acordado por unanimidad luchar contra la amenaza de las cepas súper resistentes.
Que conste, no se te va a caer a cachos; solamente vas a tener que hacer frente a dolor al mear, inflamación testicular, impotencia, infertilidad (sé que a muchos de vosotros eso no os preocupa demasiado) y fiebre durante semanas, meses o lo que os quede de una corta y agónica vida, porque amigos, sí, una gonorrea puede llegar a ser mortal, si no se elimina a tiempo. Y el problema es que esta nueva cepa de gonorrea no sale ni con aguarrás.
Entonces, ¿esto es algo local? ¿Ocurre sólo para la gonorrea o es un problema más generalizado? Pues queridos amigos, toca decir que:
¡Nos estamos quedando sin antibióticos!
Sí, mis queridos lectores, actualmente estamos llegando a una situación en la que las bacterias (de TODO tipo) están desarrollando resistencia a TODOS los antibióticos, a una velocidad muy superior a la que nosotros producimos nuevas medicinas. De momento, ya tenemos informes por todo el mundo de súper-cepas de bacterias resistentes (no sólo gonorrea) y se estima que el número de muertes por esta causa sea la principal causa de muerte en 2050.
Os podréis preguntar:
¿Por qué ha pasado esto?
- Parte de la culpa la tiene la evolución.
- La otra gran parte de la culpa la tienes tú.
Vale, de acuerdo, antes de que te enfades, dejes de leer, cierres la página y abras el XTube, que no se mete con nadie, tendremos que matizar diciendo que cuando hablo de ti, querido lector, no te estamos acusando de forma directa, sino que nos estamos refiriendo de forma colectiva a todos nosotros, la sociedad en su conjunto. Pero la retórica, es lo que tiene.
Vamos por partes: la evolución. No es una teoría. Es un hecho: la hemos observado históricamente y la estamos observando día a día en nuestro entorno. La resistencia a los antibióticos es fruto de la evolución. Generación tras generación los individuos mejor adaptados a su ambiente (ojo, no necesariamente los más fuertes, sino los mejor adaptados: ese es el motivo por el cual hay más cucarachas que rinocerontes) tienden a poder procrear más y a transmitir su adaptación a sus descendientes.
El ejemplo más famoso es la polilla moteada inglesa. Las polillas moteadas inglesas tienen la costumbre de posarse sobre los troncos de los abedules (también ingleses, qué cosas) y cuando tienen mala suerte son presa de los pájaros de la zona, a los que les encantan las polillas poco hechas. Las cortezas de los abedules son normalmente blancas. Antes del siglo XIX la inmensa mayoría de las polillas moteadas eran de color blanco. Eso les servía de camuflaje cuando se posaban sobre los troncos de los abedules, y evitaba que los pájaros se pusieran las botas. Había un equilibrio. Cuando por casualidad aparecía una polilla moteada de color oscuro, resaltaba como loca sobre las cortezas de los árboles, y no duraba un padrenuestro. Las polillas moteadas oscuras no solían vivir lo suficiente como para tener descendencia.
Todo esto cambió con la Revolución Industrial. De repente la campiña inglesa empezó a estar llena de humos y hollín de las fábricas alimentadas con carbón. Las cortezas de los árboles se mancharon de gris. Y de repente las polillas blancas, que antes estaban tan a gusto, empezaron a destacar sobre su entorno. Hubo una masacre de polillas blancas. Pero las pocas polillas oscuras que seguían apareciendo de vez en cuando de pronto estaban a salvo. Mejor adaptadas. Morían devoradas por pájaros menos frecuentemente que las blancas. Y por lo tanto llegaban a una edad en la que podían tener polillitos. Polillitos oscuros.
Pasados pocos años, la población se había invertido y la inmensa mayoría de las polillas moteadas inglesas eran de color oscuro. Esto no es una fábula: está perfectamente documentado y constatado en tiempos recientes. Hay muchos otros ejemplos. La evolución es un hecho.
La clave del asunto está en dos factores: el paso de las generaciones, y la capacidad de reproducirse. Para notar el efecto acumulativo de la evolución es necesario que trascurran muchas generaciones de cambios pequeños. Y que haya organismos que se vayan reproduciendo a lo largo de esas generaciones.
Ahora bien, ¿cuánto dura una generación humana? Pongamos que unos treinta años. ¿Cuántos hijos suele tener cada humano? Uno o dos, en promedio, en los países industrializados. Más si eres Julio Iglesias. ¿Cada cuánto tiempo tenemos una generación bacteriana? Depende del bicho, cada pocas horas. Por cada generación humana, noventa mil generaciones de bacterias. ¿Cuántos descendientes puede tener una bacteria? Si le dan bien de comer, miles o millones. Las bacterias evolucionan mucho más rápido que nosotros.
Es lo que está pasando: por pura ley de probabilidad, habiendo tantas bacterias y reproduciéndose tan rápido, para cualquier “veneno” que les pongamos siempre va a acabar habiendo alguna que salga resistente y se reproduzca. Y pasado el tiempo los descendientes de esa bacteria dominarán la población, que se habrá vuelto en conjunto inmune al “veneno”. ¿Os habéis dado cuenta de que ya nadie usa la famosa penicilina que descubrió Fleming? Ya no sirve de nada.
Esto es así y son malas noticias. La evolución de las bacterias es rápida, aunque durante los últimos setenta años la evolución de nuestra ciencia farmacológica ha sido capaz de mantener el ritmo… más o menos. Ahora estamos perdiendo la carrera.
Porque, y aquí viene la segunda parte del problema, usamos mal los antibióticos. Mucho y mal. Nuestra nefasta gestión de los antibióticos ha producido que aceleremos el proceso de la evolución. Es como si hubiéramos echado una cerilla a un depósito de gasolina.
Explicar esto también va a llevar un poco de tiempo. Paciencia.
El proceso de evolución que he descrito antes necesita dos ingredientes: un medio que ejerce una presión de selección evolutiva (los pájaros que se comen a las polillas) y un mecanismo de cambio (al azar) en la población que está sujeta a evolución (el que a veces, por el motivo que sea, de una polilla blanca pueda nacer una negra). El mecanismo de cambio más conocido y frecuente es la mutación.
Las mutaciones son aleatorias. Se producen al azar, y pueden provocar cambios que resulten beneficiosos, negativos o ni fu ni fa (lo más frecuente). De una bacteria puede surgir por mutación otra que sea más resistente a un determinado antibiótico o menos, o igual: no hay ninguna dirección preferida. La mutación no tiene “propósito”. Es la selección del ambiente la que marca una dirección. Imaginemos en el ejemplo de las polillas que no hubiera pájaros que se las comieran. Entonces daría igual que las polillas fueran claras u oscuras, y no tendría por qué haber una preferencia por alcanzar un estado en la que todas fueran mayoritariamente de un tono u otro.
Lo mismo pasa con las bacterias. Pon una población de bacterias en una placa de laboratorio, sin echarles antibiótico, y deja pasar generaciones. Se producirán mutaciones a tutiplén, cambios de todo tipo, pero no se va a favorecer que aparezca una súper raza de bacterias resistentes en concreto a ese antibiótico. Mucha potra sería. Eso sí, si les empiezas a poner antibiótico y por el motivo que sea algunas sobreviven, al cabo de poco tiempo tendrás una placa de bacterias inmunes a ese compuesto.
¿Veis a dónde queremos llegar? El uso innecesario de antibióticos lleva a la aparición de resistencias a los antibióticos.
Cada uno de nosotros somos una “placa de laboratorio” como la del ejemplo anterior. Si yo me lanzo a tomar antibióticos porque me duele la cabeza, estoy creando a lo tonto dentro de mí las condiciones que permiten a mis bacterias hacerse resistentes a este antibiótico. Si tomamos antibiótico, tiene que ser con el objetivo concreto de matar (todas) las bacterias de una infección concreta que tengamos.
Es como el cuento de Pedro y el lobo. Tomar antibióticos para cosas que no los necesitan es como gritar “¡el lobo, el lobo!” cuando no hay lobo. Y luego, viene el lobo y no nos sirve de nada pedir ayuda.
Malo ya es si esto lo tomamos simplemente como una tragedia personal, pero es que encima es una tragedia social. Tú usas responsablemente los antibióticos, pero yo no, y entonces mi problema se vuelve tu problema, porque un día estornudo encima de ti, o te follo sin protección, y te paso mis bacterias que se han hecho resistentes dentro de mí y te hago polvo por muy sensato que hayas sido tú con tu organismo.
La cosa pinta mal.
¿Qué podemos hacer? ¿Hay alternativas?
Pues lo primero es usar los antibióticos de manera racional:
1.- Sólo toma antibióticos cuando te lo prescriba un médico. No eches mano a los restos de una caja que aún te queda de hace 4 años si te sientes mal.
2.- Las infecciones producidas por VIRUS no se curan con antibióticos. Así que si tienes un catarro o una gripe NO tomes antibióticos. ¿Cómo distingues si lo que tienes son virus o bacterias? Tú no puedes, pero tu médico sí. Ve a verle.
3.- Si te han mandado antibióticos y al tercer día estás bien, TÓMATE el antibiótico los 7 días o los 14, o lo que te haya indicado el médico. El tratamiento antibiótico interrumpido es de las causas de aparición de nuevas resistencias, porque hay que matar a TODAS las bacterias malas que tuvieras. Si acabas el tratamiento antes de tiempo, dejarás alguna medio viva, las más resistentes, y la próxima generación será más difícil de matar.
4.- ¡Ten cabeza! Ante las ITS (Infecciones de Transmisión Sexual) como la gonorrea, sífilis, clamidia, etc; el condón es el método más seguro para prevenirlas.
Actualmente se está invirtiendo una gran cantidad de recursos para desarrollar nuevas terapias, ya que si nos quedamos sin antibióticos efectivos, habrá que usar mayores dosis o combinaciones de varios ya conocidos, que pueden tener efectos tóxicos en nuestro organismo y producir secuelas.
Así que desde la redacción, por favor, os animamos a un uso responsable de los medicamentos. Por si no os hemos asustado bastante, aquí os dejamos un vídeo muy clarificador de cómo esas cabronas son capaces de adaptarse al medio. ¡Mirad y tened pesadillas! Besis!
Aaaaaaamen!
Bravoooooooo!! Magnífico post!!
Pingback: ¡Se os va a caer a cachos !
Me temo que es una guerra perdida. Pese a las campañas de llevar cuidado con los antibióticos, la gente los reparte como si fueran gominolas, te encuentras cada cierto tiempo a gente que se automedica como si tal cosa y a la primera que se notan bien, dejan de tomar los antibióticos preescritos.
En fin; que el siglo XXI nos tiene preparadas grandes sopresas bacterianas y lo vamos a flipar.
Pues ése es el objetivo de este post, intentar concienciar algo al personal. De momento, el acceso a los antibióticos está más restringido, pero España sigue siendo uno de los países europeos que mayor uso hace (a nivel de prescripción médica) y eso va a cambiar en los próximos años. En serio, la situación que se nos presenta puede ser muy grave.
Yo creo, como MM, que es una guerra perdida, pero también creo que artículos como este son necesarios siempre. Concienciar, concienciar, concienciar y concienciar. Y algún día cambiaremos la forma de pensar de todo el mundo. ¡Esperemos que no sea demasiado tarde!
Ah, y la cuña del «póntelo, pónselo» es imprescindible. Siempre. ¡Usa preservativo, copón!
Q miedo conio!
Hay que aplaudir la estupenda claridad expositiva y el encomiable propósito aleccionador del post. Por artículos como éste el Atroz es tan grande… Porque lo mismo te hacen tomar verdadera conciencia frente a la discriminación que sufre el colectivo LGTB, que te reconcilia con Almodóvar, te invita a descubrir lo mejor del indie, o te previene contra el peligro de las ETS. Bravo.
ITS y lo que no son ITS, que va a pasar con muchas enfermedades. Y las peores están dentro de los hospitales. No es una broma, yo llevo años siguiendo el tema y la comunidad científica está muy preocupada.
El Acinetobacter baumannii (busquesé en la wikipedia) es multiresistente.
Unicamente la Colistina a dosis de millones de unidades es capaz de disminuir la virulencia en paciente inmunodeprimidos, o con otras complicaciones severas.
No hay antibióticos nuevos desde hace años.
Un uso racional de los antibióticos sería lo ideal.
Los recortes en sanidad, provocan que no se receten antibióticos de pequeño espectro, recetando antibióticos de medio o amplio espectro para que el paciente no acuda de nuevo a la consulta. Todo esto se debe a la escasez de personal, la sobrecarga de agendas, la no sustitución y a un ritmo de trabajo que hace que un médico de familia vea una media de 90 pacientes/día en visitas a demanda, cuando para este tipo de consultas el tiempo previsto es máximo de cuatro horas. Haciendo cálculos, una persona cada tres minutos… Lo que tarda un persona anciana solamente en sentarse.
Saquen sus propias conclusiones.