Ondeando la bandera

Eurovision Song Contest 2015 - Final

 

La organización del Eurovision Song Contest (lo que de toda la vida se había llamado Festival de Eurovisión) la ha liado parda con lo de las banderas. Más allá de estar de acuerdo con la prohibición de algunas y de no entender su negativa ante el uso de otras, me interesa especialmente la declaración que Eurovision ha hecho sobre la bandera arcoiris, símbolo de la comunidad LGBT: es, por supuesto, una de las banderas que, junto con las enseñas oficiales de cada país, los eurofans podrán enarbolar durante las semifinales y la final del concurso, reconociendo así que el ESC es un acontecimiento gayfriendly como el que más. Vamos, para ser claros: que es una cosa muy marica y que, para nosotros, Eurovision es lo que para muchos la final de la Champions o de la Superbowl.

Peeeeero, y ahí viene el truco, hay una pequeña sombra de ultracorrección que planea sobre nuestras cabezas, mucho más alta que las banderas: la organización ha pedido a los eurofans que no se ondee la bandera arcoiris durante la actuación de Rusia para evitar un uso «político» de este símbolo. Y es que a nadie se le escapa que, desde que el gobierno de Putin ha endurecido sus leyes como afrenta directa a los colectivos LGBT del país, las actuaciones de Rusia en el ESC están protagonizadas por las banderas arcoiris que ondean en el patio de butacas (amén de alguna que otra sonora pitada al representante de turno).

Y creo yo que aquí Eurovision peca de ultracorrección: pide que los eurofans respeten «la naturaleza no-política del ESC». Bonitas palabras, pero seamos claros: Turquía, presa de un régimen islamista cada vez más autoritario, ha abandonado ya el concurso porque, oiga, es que esto está llenito de maricones y, claro, como que no. Y desde Eurovision se teme que Rusia sea la siguiente. No es, de hecho, la primera vez que se oyen rumores sobre una posible salida de Rusia del ESC para montar su propio concurso junto con los países que le son afines. Porque, no nos engañemos, la salida de Rusia sería solamente la primera: detrás irían varios de los países de su órbita geopolítica.

Porque, me pregunto yo, ¿desde cuándo el ESC es ajeno a la política? ¿Es un mito eso de que los países vecinos (y políticamente afines) se votan entre ellos? Sí, cierto que los países vecinos suelen tener culturas comunes y eso favorece que sus gustos en cuanto a música sean parecidos, pero ¿de verdad los organizadores del ESC quieren hacernos creer que no hay política en todo esto?

Entonces, ¿por qué negarle a un colectivo como el LGTB su derecho a usar de manera política uno de sus símbolos? ¿Acaso una bandera no tiene, al fin y al cabo, mucho de símbolo político? Eurovision es una magnífica ventana para que el mundo te mire: audiencias millonarias. Se ve además en Australia y este año, por primera vez, se verá en Estados Unidos a través de un canal especializado en audiencia LGBT. El mundo nos está mirando: ¿por qué no aprovechar para enarbolar con orgullo la bandera arcoiris, un símbolo que une a muchas más personas que, por ejemplo, la bandera de un país? ¿Por qué no protestar de manera pacífica contra las políticas abiertamente discriminatorias con el colectivo LGBT de países como Rusia (ojo, que no son los únicos, aunque sí los más influyentes)?

 

ESC2

 

Señores de Eurovision: es nuestra noche. Es nuestro momento. Somos gays, ya lo véis. Detrás de los balcones, también hay maricones. ¡Arriba el rollo bollo! El mundo nos está mirando: dejad que sepan que somos muchos, que estamos aquí y que estamos dispuestos a apoyar a todos aquellos hombres y mujeres gays, lesbianas, bisexuales y transexuales que siguen siendo tratados en sus países como ciudadanos de segunda. O incluso, a veces, de peor manera. Porque, si hay un lenguaje que pueda cambiar el mundo, seguramente es la música que, por una noche, nos une a todos con un mismo mensaje.

10 comentarios en “Ondeando la bandera”

  1. Impecable y super necesario post.

    Eurovisión apenas me ha interesado, reconozco que viví con cierta emoción algún certamen de mi infancia, pero el exceso de pompa, la petulante e irritante voz del perenne locutor (aún clavada en mis castigadas neuronas) y el politiqueo de las interminables votaciones que se han ido imponiendo a la música hicieron que perdiese interés con los años, envolviendo al certamen en un halo de casposos recuerdos… Los primeros cabreos por los fracasos sistemáticos de España se convirtieron con el paso del tiempo en manidas chanzas, recurrentes burlas y obligada resignación por la nula «influencia política» de nuestro país, incapaz de conseguir buenos resultados a pesar de haber presentado grandes temas en alguna de sus ediciones.

    Guste o no a algunos gobiernos, el sistema de votaciones de Eurovisión lo ha convertido mucho más un acontecimiento de naturaleza reivindicativa que de exaltación artística. Por eso la decisión de la organización no deja de producir estupor. Detrás del miedo a la salida de Rusia y países afines subyacen únicamente motivos de conservación de audiencias. Vamos, la pasta por derechos televisivos. Miedo que se acentúa este año que el festival se abre a las casas de los norteamericanos y australianos, nada menos. Si el objetivo de la organización es complacer a gobiernos homófobos, algo falla en este concurso, y yo le daría la vuelta a la tortilla. Quizás sería deseable que Eurovisión prescindiera y expulsara a aquellos países incapaces de respetar la igualdad de trato, la libertad sexual y la diversidad dentro de sus fronteras. Es cierto que no sería justo para los millones de ciudadanos de aquellos países para los que este certamen supone un importante espacio de celebración y reivindicación. Pero limpiando el concurso de países indeseables (con gran parte de su población apoyando estas prácticas), que quedarían señalados por la comunidad internacional por sus actitudes discriminatorias, estaría más salvaguardada la libertad de expresión, y podría suponer un primer paso para que estos países fueran vetados en otros espacios de participación política, económica y social.

  2. ¿Podría ser que la organización de Eurovisión este preocupada por la seguridad de los eurogays que van a estar en Rusia dándolo todo? ¿Como una madre que quiere proteger a sus hijos de la vida adulta?

    Bueno, chic@s, como aves precursoras de primavera, nos toca salir del nido. Y esta vez no consiste en soltar alas y volar. Esta vez consiste en soltar el asta de la bandera y dejar que el arcoíris salga en la tele.

    Quizás esos millones de americanos atrincherados en sus sofás en Virginia, Michigan y Ohio; al ver la bandera del arcoíris piensen que el país de Oz existe y se encuentra, al final del camino de baldosas amarillas, en Europa.

  3. Ainssss, que no leemos.
    Es el primer año que se emite en Estados Unidos, a través de un canal LGBT. Me parece ligeramente improbable que «americanos atrincherados en sus sofás en Virginia, Michigan y Ohio» vean el Festival.
    Por otra parte, ya hace una porrada de años que Eurovisión se ve en Australia. Es más, desde el año pasado, Australia CONCURSA en Eurovisión.
    Sólo puntualizaba eso.

    1. StopDontTouch

      Una aclaración: a Australia la invitaron el año pasado sólamente, y si ganaba, se decidiría en qué país europeo se celebraría el festival este año. Este año han decidido invitarlos de nuevo, pero ello no quiere decir que vaya a estar cada año.
      PD: por mí perfecto, me gusta que hayan más países, y de fuera de Europa, pero quería puntualizar esto.

    1. Y qué más te da si no lo ves ni te interesa?
      Es que vengo muy caliente con los integristas del SOS y se me nota.

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