Un título definitivamente subyugador. Especialmente si te gustan las historias a medio camino entre el gore y el erotismo. Pero nada más lejos de la realidad. La novela de Harry Crews es dura, terriblemente moderna y a la vez de un clasicismo honesto y refrescante.
Estamos acostumbrándonos demasiado a la comida rápida, al pim pam pum. Y a la literatura rápida. En cinco, diez páginas queremos saber quién es el protagonista, un resumen de la trama y que por lo menos haya diez muertos y uno o dos polvazos. Las cosas ya no son como antes. Si estás metido en el mundo del social media te sorprendes con noticias que demuestran que los tweets que más triunfan son los que tienen menos de cien caracteres. Menos letras que la frase anterior.
Y de repente van los tarados de Dirty Works y publican una obra de Harry Crews. Que es este tipo de aquí.
Chungo. Muy chungo. Probablemente si la literatura no hubiera pasado por su lado habría terminado siendo el hermano bestia, alcohólico y sin remordimientos de Charles Bronson. Y va el tipo y se muere hace cuatro años, ocho meses de que su obra se empiece a publicar en España. Por tocar los cojones. Y porque tenía un montón de años también.
En El amante de las cicatrices se suda con los protagonistas, no hay nadie agradable y todo está lleno de la rabia profunda que da la pobreza, la incultura, la ira y el calor. Sobre todo el calor. Comida picante. Noches sin dormir. Ni una sombra para guarnecerse. Animales moribundos. Pero sobre todo es una historia de amor, de un amor enorme y magnífico. Absurdo, como todos los amores enormes y magníficos. Alejado de lo convencional. No esperéis cenas románticas ni discusiones por tonterías ni reconciliaciones que te dejan con media sonrisa. Volved a mirar la foto ¿Creéis que alguien con la cara de Harry Crews podría hablar de reconciliaciones ñoñas? Es un amor que te deja con la boca seca. Como el whisky. Como la magnífica traducción de Javier Lucini, que recoge la esencia de la obra original.
Recordad, si os enamoráis, mirad siempre debajo de la almohada. Puede que la noche anterior os hayáis ido a dormir con un cuchillo y no lo recordéis.
Pues mira que no tenía muchas ganas de leerlo, pero me lo has vendido tan bien!!
Qué cosas más inquietantes (y culturales) nos descubres siempre…