Gracias por venir

Pues eso, que se ha ido una de las grandes. Debo confesar mi simpatía por el personaje, por Lina. No por María de los Ángeles López Segovia. A esa señora no la conocía. El otro día discutíamos un amigo y yo sobre si para saber apreciar la obra de un artista hay que conocer al propio artista. Yo soy un firme defensor del no. Los personajes tienen entidad propia, independientemente de su autor, o de su actor en este caso. Tienen mucho del autor, pero no son la misma persona. Seguro que a Imanol Arias se le escapa de vez en cuando “Cagüen la leche, Merche” en su vida real, y seguro que Antonio Alcántara tiene mucho de Imanol, pero no son la misma persona.

De Lina Morgan me quedo con una imagen: un invierno en casa de mis abuelos, yo tendría cuatro o cinco años, ponían por la tarde “Vaya par de Gemelas”. Una de tantas veces, antes de que aparecieran los sálvames y los mariaterésames. Se que era invierno porque la chimenea estaba encendida. La chimenea de casa de mis abuelos era una de esas que concentra el calor en el frente, pero que no llega a calentar toda la habitación. De vez en cuando te tienes que dar la vuelta para que se te calienten los riñones. Y allí estaban los dos, mi abuelo y mi abuela, y yo en el medio, viendo a Lina cruzar las piernas que parece que las tenía de goma la jodía.

Mis abuelos eran de esa generación que ha pasado hambre, pero del de verdad, del que da la incertidumbre de no saber si al día siguiente vas a tener algo en el plato. A los que de tanto familiar enterrado en la cuneta les ha quitado las ganas de sonreír. De los que probablemente soñaban con una vida diferente, sin el otro, pero no podían ir en contra de “Lo que ha unido Dios, no lo separe el hombre” y siguen juntos porque no tienen otra opción. De esa generación que, por ahorrar, ahorran hasta en lágrimas.

Y allí estábamos los tres, ellos a los lados y yo en medio de los dos. Viendo a Lina Morgan cruzar las piernas y bizquear al galán de turno. Y reíamos. Ellos reían del humor blanco, fácil y efectivo de Lina, y yo reía de verles reír a ellos. Llegado un momento me cogieron los dos de la mano, una para cada uno, y en una risa terminamos los tres cogidos de la mano. Mi abuelo, cuando reía, se golpeaba con la mano mala la pierna buena.

De la otra, de María de los Ángeles López Segovia, no se nada. No se si era lesbiana, fachorra, correiglesias, mala hermana, o si tenía las joyas empeñadas en el Casino de Torrelodones. Tampoco se si era mala jefa o dejó pufos cuando cerró el teatro de La Latina.

No me importa.

http://youtu.be/Wi7Ef8RDgXk

15 comentarios en “Gracias por venir”

  1. C. del Palote

    A mi Lina me recuerda a mi abuela también. Disfrutaba tanto viéndola!! Muy bonito post.

  2. El calor concentrado de la chimenea de los abuelos de Hilde me ha hecho recordar gratamente y con agria nostalgia situaciones muy similares que viví allá por los años 80 y 90, casi veinte años con Lina como protagonista absoluta de los sábados por la noche en el salón de casa. Mi madre, mi abuela y mis tías eran entusiastas seguidoras de las andanzas de la madrileña, tanto en sus películas, como especialmente en el teatro, al que tantas veces acudieron con ilusión a verla… Esa generación de postguerra que tan bien has reflejado, cuyas vidas sencillas pero llenas de dificultades y heroicidades cotidianas, necesitaba cómicos para llenar de alegría los escasos momentos de ocio que la rutina les dejaba. De ahí la grandeza del legado de Alfredo Landa, Tony Leblanc, Gracita Morales, Antonio Ozores, López Vázquez, Manuel Alexandre, Pajares y Esteso, el gran Pepe Isbert… y por supuesto Lina Morgan. Aún resuenan en mi mente las carcajadas con las que se iluminaban las caras de mi madre y mis tías cada vez que Lina llenaba la pantalla con su inocente imagen, con ese desparpajo y esa vivaracha verborrea, ese cruce de piernas y esos gestos exageradamente hilarantes. Cada vez que uno de estos artistas nos ha dejado, se nos arranca un trocito de aquella época.

    Y sí, es cierto que según la rumorología soterrada y algo oscurantista que rodea a Lina Morgan (que ni los informativos ni los periódicos reflejarán en sus necrológicas) no parece que la calidad humana ni el trato con su entorno más cercano estuviese a la altura de la grandeza de la artista. Por suerte, María de los Ángeles y Lina no eran la misma persona. El personaje tan cercano y entrañable que creó entró en las vidas de aquella generación para desencajar sus mandíbulas y para hacerles pasar momentos inolvidables y felices, y eso es con lo que nos quedamos.

    Qué grande Hilde y qué impactante esa cruda sutileza para contar con respeto pero sin tapujos el universo de Lina con todas sus aristas… con el nivelazo de este post y otros muchos que se publican en Atroz, sin duda entraremos en el bloguerismo ilustrado por derecho propio.

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    Flor de Pavimento

    Grandísimo post Sr. HIlde, y grandisima Lina.

    Al leerlo no he podido evitar soltar una lagrimita de mentira, de esas de teatro, y es que mi infancia está vinculada entre otras cosas a Lina Morgan, grabar en cintas beta cada obra de teatro y verla una y otra vez, hasta que nos aprendíamos los diálogos, las coreografías imposibles y nos deslumbrábamos por el brillo de tanta lentejuela. Ver a Lina, ver ese teatro, ver esas revistas, en provincias, era soñar con un mundo que nunca ibas a conocer, o al menos eso creía… Pasar los domingos viendo «Vaya par de Gemelas» o «Celeste no es un color» era para un niño con pretensiones de artista, una vía de escape hacia un mundo, que existía, en Madrid y que nunca llegaría a alcanzar. Ver cada cambio de escenarios, esos decorados de telón pintado cutres, era montar en una atracción de feria; los cambios de vestuario… ¿cómo lo hacen?… y así una y otra vez.
    Con los años, me dedico a lo que de niño soñaba, me habría encantado haber pintado un telón naif de «Sí al amor», aunque tenía fama de jefa chunga, pero el personaje supera a la persona, y creo que me habría dado igual.
    Sueño con volver a recuperar la revista, un género que se ha ido para siempre, como se ha ido Lina; sueño con un personaje serio para la Morgan, como hicieron con la Velasco, o con Florinda Chico, pero ella no se atrevió y ya es demasiado tarde; sueño con vestir de lentejuelas a todo un cuerpo de baile, y sueño con cantar alguna vez al terminar la función: «Agradecida, y emocionada, solamente puedo decir: gracias por venir» (Esto ya lo hice en mi boda)

    Y es que Lina, para mi, siempre estuvo relacionada con la capacidad de soñar, de evadirme… y de verlo todo a través del brillo falso de la revista.

  4. Rojo de Podemos

    Pues está bien pero es un análisis muy superficial, y bastante ñoño, excesivamente empañado por la nostalgia y muy poco solidario con esas personas con las que no fue justa. Al menos admites que te reias de la risa de tus abuelos y no de Lina.

  5. Flanagan McPhee

    Inmejorable homenaje. Me siento orgulloso de pertenecer a este grupo. Pero hoy, con textos como este, mucho más. Gracias por todo. Lina.

  6. Creo que tu post refleja el sentir general hacia Lina Morgan, una artista maravillosa. Imposible añadir nada mas ni mejor a lo que has escrito Hilde.

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