Cada vez que hay una noticia relevante alrededor de Friends aparecen los haters como setas para explicarnos que está sobrevalorada, que no es para tanto, que nunca se rieron con ella porque las talifanas de la serie somos tontas y no nos enteramos.
Era evidente que con la muerte de Matthew Perry iba a ocurrir lo mismo y es normal, porque nada en este mundo es unánime ni tiene porqué serlo. Y sí, hay que hablar del mundo porque la conmociòn ha sido mundial pese a ser un actor al que se relaciona con un solo personaje…
Todo pese a que los haters de Friends (que siempre ha tenido muchos) no reconozcan la huella social y casi histórica que deja la sitcom a lo largo y ancho del planeta, hasta el punto de que tres décadas después se siga emitiendo y sumando fans.
Soy el primero que me hincho a criticar si algo no me gusta, pero el problema en general con algunos haters de Friends es que (por los comentarios que hacen) se les nota a la legua que NO HAN VISTO LA SERIE EN SU PUTA VIDA. Un ejemplillo:
Así que muy harto de haters que inventan razones para odiar con la sensibilidad de hoy en día una serie que empezó a principios de los noventa (¡Treinta años!), hoy repaso cinco argumentos para odiar a Friends que son mentira.
1.SON UNA PANDILLA DE PIJOS BLANCOS HETEROS
La única pija de verdad en el grupo es Rachel, pero en la primera temporada tiene que cortar los lazos familiares rompiendo todas las tarjetas de crédito y trabajando de camarera. Pero además tiene mucha guasa que se haya instalado en el imaginario popular que los seis protagonistas son pijos de gran vida, sin precariedad y con todas las necesidades cubiertas cuando la serie hace de la precariedad, la falta de trabajo o la busqueda de casa un argumento que vertebra todas los capítulos a lo largo de diez temporadas. Joey se pasa la vida buscando curro, haciendo audiciones cutrísimas y pidiendo dinero prestado, de tal modo que acaba la serie y sigue en precario.
Mónica cambia varias veces de trabajo y se pasa una temporada entera en un restaurante donde tiene que humillarse subiéndose a la barra vestida de Marilyn. También hay un capítulo entero donde la trama es que tres de ellos no tienen dinero para pagar la cena, Phoebe pasó la juventud viviendo en la calle, Chandler debe buscar nuevo compañero cuando se va Joey porque no puede pagar el alquiler él solo, Ross se pasa una temporada buscando piso y si Mónica tiene un apartamento grande escenario de la serie es porque se lo cedió la abuela. De hecho, la serie termina, ella se va del piso y ninguno de los otros se lo puede quedar.
Por otro lado, se critica que hay poca diversidad racial y a uno le dan ganas de gritar…¿¿¿NO ME DIGAS??? Pues como todas las series de los noventa. Es gracioso que para hundir a Friends se pongan de ejemplo otros clásicos noventeros como Frasier y Seinfeld que, curiosamente, ambas tienen un elenco protagonista hetero y blanco. Aunque Sexo en Nueva York llegó años más tarde y seguían siendo blancas y heteras porque era el signo de la época. El Show de Bill Cosby (acabó en 1993) o Cosas de Casa eran series donde toooodo el elenco protagonista era afroamericano porque en aquellos años las sitcom eran compartimentos estancos de razas y la diversidad no existía. Pero es que encima este discurso es un poco esquizofrénico ya que ahora que sí hay diversidad, se acusa a las series y a las pelis de inclusión forzada, así que uno ya no sabe con qué quedarse.
En cuanto a la heterosexualidad, ejem…Es cierto que en las primeras temporadas algunos chistes eran pelín homófobos sobre todo alrededor de la ex de Ross, pero conforme pasaron los capítulos se adelantaron a su tiempo con temas de los que nadie hablaba en televisión. Fue en la segunda temporada donde asistimos a una boda lesbiana y eso era el año 1996, que se dice pronto. Luego vimos que el mismo Ross, su hijo, su exmujer y la esposa de esta conformaron un núcleo familiar lejos de la heteronormalidad al uso. O como Chandler hace un esfuerzo por superar el trauma de un padre (ahora madre) trans, llegando a invitarla a su boda.
Por cierto que el papel lo interpretaba Kathleen Turner, otra de las invitadas de relumbrón en una serie que los tiene a puñados (Julia Roberts, Bruce Willis, Brad Pitt, Tom Selleck…). Si encuentras una sitcom de la época en la que la transexualidad apareciera en primer plano retiraré lo dicho, pero sospecho que no la vas a encontrar.
(lo ultrafollable que estaba Tom Selleck por esa época, oiga)
En este tema además quiero añadir una cosa más…Si la presencia de homosexuales en una telecomedia se sustenta en personajes como los de Modern Family (muchísimo más reciente) apaga y vámonos. Y no, no lo digo por la pluma: lo digo porque es una pareja que repite sin dejarse ni uno todos los clichés burgueses y acomodados de una pareja heterosexual al uso pero con bien de pedrería.
2. VI LOS PRIMEROS EPISODIOS Y YA TUVE BASTANTE
La primera temporada de Friends es bastante irregular. Esa necesidad de ponerlos a todos juntos en el mismo plano limitaba la sensación de realidad, pero además el punto buenrollista y esperanzado la hacía perder muchos puntos que luego ganó conforme se volvía más cínica, poniendo a los personajes en apuros por sus contradicciones y defectos. No es raro que ocurra así porque no conozco una sitcom considerada como un clásico que fuera genial desde el principio. Frasier no despegó hasta que Niles tomó coprotagonismo…
Las Chicas de Oro en los primeros episodios incluían a un asistente gay que (ante la poca gracia que tenía) fue despachado en un periquete, pero es que además pecaban de blandas y con un humor intrascendente que no explotó hasta mediados de la segunda temporada.
Tampoco se salva Sexo en Nueva York, de la que revisando su primera temporada uno no entiende como no la cancelaron al acabar. Son episodios con los peores defectos de la serie, escasos gags que merezcan la pena, protagonismo acaparador de la Carrie más petarda y absurda y una indefinición general de los guionistas que parecen no saber qué serie quieren escribir, así que el humor es blandito, con la peor frivolidad vacía que luego volveríamos a encontrar en las putas pelis que mancharon el buen nombre de una serie que nos hizo reír tanto.
En The Big Bang Theory ocurre tres cuartos de lo mismo. En los primeros capítulos la presencia de Penny apenas importa más allá de que Sheldon repita mil veces el gag de las llamadas a su puerta. Pero es que además hasta que no aparecieron todos los personajes femeninos que complementaban a los masculinos, la serie no puede considerarse en plena forma.
Ni las españolas se libran y el caso más paradigmático es el de 7 vidas, quizás la sitcom más famosa y productiva de nuestra historia reciente que tuvo en la primera temporada a un simpar Toni Cantó. Su vis cómica era tan paupérrima que a los creadores de la serie no les importó darle la patada al personaje que titulaba la telecomedia por reanimarse tras un coma de años.
Ocurre esto porque el género necesita el trascurrir de los episodios que duran muy poco (20 minutos) para que los personajes sean reconocidos y los gags vayan más allá de un capítulo puntual. Ross y su famosa frase «Nos estábamos tomando un descanso» se convierte en un gag recurrente y divertidísimo que hasta tiene el honor de estar en el capítulo final, transformado una escena que rozaba lo ultramoña en un descojone. Por no hablar de una Jannice de apariciones esporádicas pero que roba escenas como nadie. Que los creadores la siguieran incluyendo en las tramas de manera intermitente hacía aún más divertida su aparición y por eso mereció un final a la altura en la última temporada, Y es que pese a ser un personaje secundario, Friends no se entendería sin ella.
3-SU HUMOR SE HA QUEDADO ANTIGUO
Reconozco que apestan todos los chistes de la primera temporada que giran alrededor del lesbianismo de la ex de Ross. En su afán de hacer al personaje alguien pusilánime, utilizan el tema como el colmo de la humillación como si fuera más degradante que le hubiera puesto los cuernos con otra mujer, aunque es cierto que pronto se resarcen con la inclusión de la boda lesbiana en las primeras temporadas y el embarazo que haría historia, colocando con total naturalidad en una serie de máxima audiencia a dos madres lesbianas que pudieron ver en todo el mundo. Visto con perspectiva tampoco dejan muy buen sabor de boca las dos tramas de gestación subrogada pero en aquellos tiempos en España todo el tema aún quedaba lejísimos y parecía una marcianada. Aparte de eso, si soy un defensor acérrimo de Friends es porque creo que alcanzaron las cotas más altas de la mejor comedia. Pero para encontrarla hay que verse las diez temporadas, claro. En ella hay gags que han pasado a formar parte del imaginario colectivo (¡Unagi!) escenas resueltas con una gracia y un ritmo que parece que vuelan, momentos descacharrantes, pero sobre todo destacan algunos episodios antológicos en los que solo necesitaron veinte minutos para demostrar que podían hacer la comedia perfecta. Cualquier fan tiene sus favoritos, pero yo me quedo con el capítulo en el que Ross invita a todos a una gala de premios y se lían tanto que parece que no llegaran a tiempo (3×2 «El de cuando nadir está listo«) La sucesión de gags brillantes a un ritmo frenético, la conexiòn de todos los personajes y sus pequeñas tramas en una sola, las frases para la historia, la compenetración que hay entre todo el elenco y con la cima que alcanza Joey a lo comando…Puta maravilla.
En cualquier caso y más allá de la comedia, es posible que Friends tenga la escena más bonita, cruda y real del dolor que supone una ruptura cuando uno de los dos se ha decepcionado sin remedio. El contrapunto chistoso de los cuatro amigos tras la puerta es otro de los detalles que hacen genial la serie. Puede que la haya visto unas cincuenta veces y siempre lloro… (ojo que el vídeo que enlazo tiene muchos cortes en las partes más cómicas).
4-LOS PROTAGONISTAS SON INSOPORTABLES
¿Pero alguien dijo que eran gente guay? Antes muerta que tener una amiga tan maniática como Mónica. Y es que la serie nunca ensalza a los protas ni los pone de modelos a seguir. De hecho, parte del encanto que la redime de caer en la moñería blandurria es su cinismo para reírse de las pequeñas miserias, así que no se andan con medianías a la hora de usar los defectos y contradicciones de unos personajes a los que quieres pero que en muchas ocasiones dan ganas de estrangular. El mejor ejemplo es Ross, que tras su ruptura con Rachel se convierte en la peor imagen de la toxicidad masculina, arrastrando un fracaso amoroso tras otro porque se lo monta de puta pena. En varios sitios he leído que los personajes son pobres, que tienen pocos rasgos…¡Acabáramos! Acaban de descubrir una de las características de las sitcom, que suelen tener personajes estereotipados a los que se exprime al máximo. Rose Nylund era la boba de Las chicas de oro, Samantha Jones el putón de Sexo en Nueva York, Phoebe es la rara de Friends y así se podría seguir hasta el infinito.
5-ES UNA AMERICANADA
Y esa es la razón, amiguis, de que un país deba apoyar y potenciar su industria audovisual porque es exportadora de cultura, costumbres y lugares. Siendo una telecomedia que hace de Nueva York su escenario, tendría güevos que renunciara a su esencia norteamericana de la que hemos aprendido todo lo que hay que saber del día de Acción de Gracias, de las infinitas posibilidades de una escalera de incendios, de las vacaciones cutres a Las Vegas o Barbados, de Hannuka y de que a veces la muerte del actor que interpretaba a un personaje que tú amabas, puede llegar a dolerte igual que si fuera un amigo que existiera de verdad.