Para enfrentarse a un cómic del japonés Tagame hay que saber lo que se va a encontrar porque no es un autor para todos los gustos. Con sus viñetas lleva la violencia sexual más allá de los límites que permite la ficcíón, un estilo muy del gusto de los japoneses llamado bara y cuyo representante más conocido a nivel internacional es el propio Tagame.
A la manera de un Marqués de Sade moderno, las pervesiones, torturas y palizas que muestran sus historietas también son una manera de reivindicar que la ficción no admite censura y que la libertad para crear siempre debe ser sagrada. Porque ahí donde lo ves con esa cara de osito japonés bien morboso (que no ha roto un plato en su vida) este señor tiene unas ideas de lo más pervertidas.
Puede que te suene su nombre porque también es autor de un superventas llamado “El Marido de mi Hermano”
Es curioso que la obra que le ha dado un nombre, una reputación e incluso una película sea dulce, tierna y «familiar», sin que tenga nada que ver con el sadomasoquismo extremo del que hoy hablamos.
Sus obras han llegado a España con cuentagotas y hay que agradecer a Ediciones La Cúpula que se edite por fin en castellano el primer volumen de La Pasión de Gengoroh Tagame, un libro que recopila historietas públicadas a lo largo de los años en diferentes revistas.
El libro permite adentrarse en el universo más perverso y turbio de Tagame, dejando claro que es un grandísimo dibujante además de un narrador portentoso. Sus historias van más allá de la dominación y la tortura con argumentos morbosos, interesantes y varios hallazgos de guion. Mucho mérito tiene si consigue que alguien como yo, que en la vida real soy de abracitos y besitos, se quede embobado con viñetas que describen unas torturas de lo más variopintas, bestias y salvajes.
La imaginación de este japonés es sucia y se recrea en los detalles más retorcidos con situaciones ideales para que se produzca un ultraje que acaba siendo consentido, porque la víctima descubre el placer de la humillación, las ataduras, el dolor o las palizas.
Escenarios de masculinidad donde las luchas de poder se convierten en juegos sangrientos de sumisión entre chulazos de grandes rabos y cuerpos descomunales, peludos, bigotones, maduros y de cabeza redonda. Un arquetipo que Tagame maneja como pocos y que se ha ganado la devoción del mundo osuno, convertiéndolo en un referente y en un icono que hasta tiene su línea de camisetas.