Estamos celebrando el centenario de la primera revista de historietas que se publicó en este país allá por el 1917, que se dice pronto. Y digo «estamos» porque todos deberíamos celebrarlo y que se convirtiera en un evento nacional. Tú también, que vas de moderna y te encantan los debates en plan que si es mejor DC que Marvel o que molan mucho más los XMen que Batman. No me seas palurda, anda, y no desprecies el grandísimo y enorme legado de quienes ayudaron a que en este país en vez de comics, hablemos de tebeos. Pero mejor que por lo que yo pueda decir, sería interesante que vuelvas la vista a dos libros que se acaban de editar y que repasan la historia. Uno (100 anys: el tebeo que va donar nom als altreses) de Jordi Manzanares y otro, (100 años de TBO) al que me voy a referir, de Antoni Guiral, ambos dos periodistas e investigadores del cómic…Perdón, quise decir tebeo.
Aunque algunos redactores sí que estuvieron en aquel lejano 1917 cuando salió el primer número, no es mi caso, por eso el libro que celebra el centenario es de esas posesiones que hay que tener. La edición es tan de lujo que apabulla, su distribución por temas, épocas, autores o personajes es una locura adictiva que hace que te puedas pasar horas echándole un ojo y no cansa nunca. La revista pasó por varias épocas muy diferenciadas y marcadas por la historia y el momento político del país; una antes de la guerra, otra en los años cincuenta de postguerra y una tercera ya comenzados los años setenta. En los ochenta hubo dos intentos de revitalizarla hasta su definitivo cierre en 1998. Atrás quedaban momentos donde eran capaces de editar trescientos mil ejemplares de un sólo número…¿Cómo te quedas? Porque además la vida de esos tbos era eterna cuando este país aún no había asumido la cultura del usar y tirar; las leía toda la familia, se pasaba de mano en mano, se compartía con amigos y se mantenía en casa durante varias generaciones. un portento que ahora cuesta imaginar.
Pese a practicar un humor blanco y familiar, es curiosísimo cómo el paso del tiempo juega a su favor, Porque pese a su falta de acidez y de critica social, son fenomenales para retratar este país a lo largo de todo el siglo XX. La pobreza, la miseria y el hambre campaban a sus anchas aunque no fueran los temas centrales. Es cierto que el tiempo también hace que ahora veamos ciertos tics racistas y machistas, pero nada que no se hiciera en la època y sobre todo, de un humor tan ingenuo que no pica.
Cuando acabes de leer entenderás que todo lo que lleve la marca TBO merece un respeto gigantesco. Porque enseñó a todo un país a leer en viñetas, porque educó a muchas generaciones en el mundo de la tira cómica y les metió el gusanillo para siempre, porque cuando no existían ni Batman ni Superman ya existía Melitón Pérez, porque posiblemente toda la generación actual de dibujantes y guionistas españoles no se entenderían tal como son si no hubiera existido el TBO, porque un número de TBO tenía miles de vidas cuando se pasaba de unas manos a otras, porque Coll, tantos años después, sigue teniendo un dibujo, unas líneas y un humor ma-ra-vi-llo-so. Y sin necesidad de una sola palabra.
Que preciosidad de libro!! Seguro que es una maravilla!!
Gracias. Yo también estoy harto de que no valoremos la cultura popular propia y en cambio luego nos alucinamos con todo lo que viene de fuera. No es chovinismo ni xenofobia, es que una parte de mi educación sentimental viene de esos tebeos.
Sí que me gustaría discrepar cuando hablas de ausencia de crítica. Varias secciones y colaboradores tienen un delicioso y soterrado humor negro debajo de tanta inocencia infantil. Me viene a la cabeza el consultorio sentimental de doña Filomena, por ejemplo, o algunas historias de Insegurini o de Don Pyme.
Ayer lo tuve en mis manos…lo devolvi a estante con lastima. Me lo apunto en ‘proximos vicios’pendientes.
Creo que me lo voy a pillar en cuanto saque cinco minutos y vaya a la FNAC…
TBO merece un ensalzamiento del valor cultural del cómic patrio. ¿Para cuando gestores culturales que se dediquen a ello?