Keynesianismo sexual

La ignorancia es una cosa muy mala, excepto si participas en algún programa de Tele 5. La incultura, el desconocimiento y el catetismo tienen unos efectos muy lamentables, entre los cuales destaca el de favorecer la aparición de opiniones tan fuertes como estúpidas.

Es lo que me pasaba a mí con Keynes, que al principio me caía como una patada en el hígado, sin saber nada acerca de él, por el mero hecho de haber sido economista. Mi opinión sobre los economistas, por lo general, está varios puntos por debajo de la que tengo sobre los astrólogos, que también se dedican a timar a la gente pero que al menos no influyen abiertamente en las decisiones de los gobiernos. Sin embargo, tengo que llamar a las cosas por su nombre y reconocer que lo mío con los economistas no es opinión, sino prejuicio. Es decir, cacafuti.

Cambié de opinión sobre Keynes leyendo a Tony Judt. Fue gracias a él que descubrí algo sobre Keynes, quien a pesar de ser un político conservador y un miembro de la clase alta fue el padre económico del estado del bienestar europeo. Leyendo un poco más descubrí sus facetas como matemático, filósofo, literato y miembro del Círculo de Bloomsbury. Esto último terminó de transformar mi opinión sobre Keynes: un amigo de Virginia Woolf y de Bertrand Russell no podía caerme mal.

Pero aún hay más. Al parecer, en más reciente biografía de Keynes se detallan en cierta extensión los affaires homosexuales que Keynes mantuvo entre 1901 y 1918. A Keynes le gustaba recorrer los lugares de cruising de la época y llevar la cuenta de todos sus amantes, unos pocos más de doscientos según sus diarios, desde el “mozo de cuadra en Park Lane” a “El Gran Duque Cirilio en los baños de París”. Aparte de esos amantes de cancaneo, Keynes mantuvo una relación sentimental de varios años con el pintor Duncan Grant y una sonada fascinación por el bailarín ruso Diaghilev. Más adelante, Keynes sentó cabeza y se casó con la bailarina Lidia Lopokova, abandonado el turismo de retretes por una vida más bucólica en la campiña.

Doscientos hombres en diecisiete años: uno al mes, más o menos. No esta nada mal para tratarse de la época eduardiana, donde te podían encerrar por bastante menos que uno solo de esos polvos.

A propósito de la biografía se ha levantado un pequeño revuelo: ¿hasta qué punto influyó la vida sexual de Keynes en su teoría económica?

Se trata de una pregunta que viene a corroborar algo de lo que cada vez tengo menos sospechas y más certeza: que hay gente muy idiota por ahí suelta. ¡Qué tendrá que ver la velocidad con el tocino!

Está claro que Keynes fue un hombre extraordinario y fuera de lo común, y su conducta sexual fuera de la norma vigente formó parte de todo ello. Dicho sea de paso, todo el Círculo de Bloomsbury debió ser algo extraordinario. Me hubiera encantado asistir a alguna de sus reuniones. Pero de ahí a andar buscándole tres pies al gato y señalando su afición por las pollas como posible causa de su posición acerca de la inversión pública, va un trecho inaceptablemente grande. ¡Afán de sensacionalismo!

Yo lo único que me pregunto al respecto es esto: si el muchacho folló tanto y tan ricamente a principios del siglo XX, ¿qué habría hecho en la era de Grindr?

7 comentarios en “Keynesianismo sexual”

  1. Q callaiko se lo tenia el puto keynes…q gran trabajo sr Cientifico…si esta visto..al fin al cabo la homofobia a lo largo d la historia tiene mucho q callar, agacharse y ponerse en pompa, como buena viciosa Sumisa!

  2. A mí me sorprende que tras su etapa marica juvenil, luego se casara y nunca más supo de pollas. Pasó de escribirlas todas en un diario…¿ A no escribirlas? Porque esa supesta heterosexualidad no hay quién se la crea…O a lo mejor lo hizo a lo griego;pilingui de joven y hetero de mayor…Ojalá tuviramos un Ministerio del Tiempo pa comprobarlo.
    Gran post, oiga.

  3. El Perro de Toni

    Yo solo quiero decir que ahora mismo estoy celoso por lo bien que escribe este chico.
    ¡Sensacional post, maricón!

  4. Estupendo artículo, como economista siempre me he considerado keynesiano, ahora descubro que nunca le llegaré a la suela de los zapatos, ni como economista, ni como maricón. Joer con el tío que follaor!

  5. Completamente de acuerdo en que los astrólogos timan al personal, pero no tanto en que la influencia de los economistas en los gobiernos sea tan determinante (son los grupos financieros y empresariales los que presionan y determinan las políticas). Si me apuras, casi más que los economistas, los astrólogos -y asimilados- han sido ‘consultados’ y su opinión ha sido tomada en consideración por líderes de todos los países y épocas para la toma de decisiones trascendentales ( la superstición y la falta de análisis racional y científico siempre han estado presentes).
    Las apreciaciones que te hago no le restan a esta maravilla de artículo que has escrito.¡ Es muuuy interesante!
    Por cierto: ¡cuántas décadas hace que no escuchaba la palabra cacafuti, me ha transportado al patio del colegio!

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