Publicado en 2005 y desaparecido de las librerías hace mucho, se reedita «Alaska y otras historias de la movida» el libro de Rafa Cervera que es fundamental para entender y explicar qué ocurrió en apenas una década para que casi cincuenta años después sigamos hablando del temita de marras. Muchos lo consideran el libro imprescindible de la movida madrileña, escrito por alguien que fue testigo directo ya que era el autor del fanzine «Estricnina«, conoció a muchos de los protagonistas de esos años y posteriormente fue uno de los críticos musicales más importantes del país. Cervera consigue ser riguroso sin ser frío, entretenidísimo pero con sustancia y metículoso sin ser árido. Hecho a base de entrevistas y hemeroteca, el libro reconstruye de manera cronológica como fueron aquellos años, tomando como hilo conductor la vida de Alaska desde que llegó de México en 1973, encontrándose un país franquista pintado de grises y marrones.
Aunque la portada es distinta (arriba la de 2005) , el mismo Cervera explica que ha cambiado muy poco más allá de algún signo de puntuación y una edición en tapa dura, a cargo de la editorial Lunwerg, que es un lujazo. El autor consigue una extraña objetividad pese a ser parte implicada y lo hace gracias al ramillete de opiniones que maneja además de usar entrevistas de la época que resultan muy clarificadoras para comprobar como ha cambiado el discurso a lo largo de los años. El caso es que sería ridículo si yo pretendiera esa misma objetividad porque para eso ya esta el libro, así que partiendo de la más rabiosa subjetividad comento lo que me resulta más interesante (aka lo que me salga del coño):
La mayor virtud de Alaska está en las relaciones públicas y lo demuestran sus cuatro décadas en primera línea. Es igual que Lola Flores y tampoco canta, ni baila ni compone pero siempre tuvo claro su objetivo: ser una estrella de vanguardia en la que importara tanto el fondo como la forma tal como Bowie le enseñó. En el libro sale muy bien parada y nadie la critica pese a que entre sus páginas hay salseo, lanzamiento de cuchillos a discreción y criticoneo de sobra. Acostumbrada a relacionarse con gente de más edad por ser una niña muy precoz, aprendió a desenvolverse en todos los ambientes y salir victoriosa de todos los líos musicales y de grupo con lo que tuvo que lidiar. Eso la ha convertido en una superviviente que no pierde la sonrisa porque está justo donde quiere. Antes y ahora.
Carlos Berlanga tuvo un grandísimo talento que desaprovechó. Es una opinión que repiten la mayoría cuando relatan lo difícil que era convivir con él siendo parte de un grupo de música. Caprichoso, érratico y magnífico compositor pero incapaz de entrar en la dinámica de un grupo que necesita de los conciertos y la promoción para llegar más lejos. Berlanga convirtió el autoboicoteo en un arte y le hizo así la vida más difícil a sus compañeros, siendo además justo el ejemplo contrario a Alaska en cuanto a relaciones públicas se refiere. Una autentica pena.
El núcleo duro de la móvida madrileña no pasaba de unas veinte personas. Un grupo que a finales de los setenta se conocía por frecuentar la casa de las Costus sin saber que sus nombres transcenderían aquella época y aquel lugar. Y aunque el movimiento sociocultural no tuvo más influencia ni cambió nada, sorprende que tan poca gente diera para tanto porque de todos conocemos sus nombres que se hicieron famosos y, más allá de su importancia real, la movida madrileña se ha convertido en un momento histórico que la mayoría reconoce y sabría situar en el tiempo.
El caballo lo jodió todo. Es brutal la incidencia de la heroína en la generación que cumplía la mayoría de edad al acabar los setenta. El hambre de nuevas experiencias fue la trampa en la que muchos cayeron sin saber que se engancharían para siempre o les costaría la vida. En ese aspecto la movida sí es representativa de una sociedad y de un país en el cual el caballo se inflitró en bares, pueblos y polígonos hasta convertirse en una autentica plaga cuando se añadió el contagio por SIDA en las agujas. Los que sobrevivieron al desastre tampoco lo tendrian fácil como se puede comprobar en el siguiente punto.
Ya quedan muy pocos protagonistas de la movida, una evidencia a la que se llega leyendo el libro dos décadas después de que se escribiera. La mayoría de los personajes de los que se habla no han llegado a cumplir los sesenta y cinco, llenando de nombres ilustres una lista de bajas que ya está repleta : desde Paloma Chamorro, Enrique Sierra, Pablo Pérez-Mínguez a Sigfrido Martin Begue pasando por Javi Furia. DEP
Si ahora está Vaquerizo, antes estuvo Pito. El que primero fue fan y luego ejerció de manager (foto de arriba), también fue el artífice de orientar y ordenar una carrera que daba bandazos entre los rescoldos del punk y las ansias de una música más siniestra y oscura. Pito tiene un papel fundamental en el éxito de Alaska y Dinarama, ya que consiguió sacarlos del nicho y convertirlos en un grupo para grandes públicos con la agenda llena de conciertos.
Las Costus salen regulinchi retratadas, lo que resulta paradójico teniendo en cuenta que su hogar fue la proto-Factory que dio origen a la movida. La pareja compartía un carácter paranoico y agrio, de los que ven conspiraciones y enemigos por todos sitios que impidieron que ellas triunfaran sin darse cuenta de que eran ellas mismas las que lo hacían imposible. Es muy complicado separar su recuerdo de un cierto sabor amargo cada vez que alguno de los entrevistados los nombra, aunque en especial se lleva la palma Enrique Costus (el moreno) que hizo de la bilis un modo de vida.
Queda desementida la tan cacareada libertad de los setenta de la que hablan algunas como la Bosé. Y se desmiente con dos ejemplos maravillosos con dos programas de la tele que se vieron envueltos en escándalos y querellas por lo penal. Caja de ritmos con Carlos Tena y la Edad de Oro con Paloma Chamorro sufrieron las dentelladas del facherío patrio, algo que les costó el programa y casi les cuesta la carrera. Pero oye, que antes había más libertad…En casa de Miguel Bosé.
Tocar en un concierto era jugarse la vida, porque España seguía siendo muy cateta y si encima aparecías en el escenario con cresta y sin tener mucha idea de tocar, podía salirte muy caro. Es verdad que se escapan las risas cuando se lee pero vivir en directo una lluvia de botellines de cerveza no debió ser tan divertido.
La familia pija importa y el nucleo central formado por Alaska, Canut y Berlanga lo demuestra. Porque una se puede permitir el lujo de ser parte de un grupo que no da para comer si tiene una familia bien que te sustenta y te deja tiempo libre para la creatividad, viajar a Londres para empaparse de las tendencias y vender chorraditas en el Rastro de las que no depende tu vida.
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Me fascina y me cabrea a partes iguales este halo de inviolabilidad que se aplica a la protagonista de este libro. Es una persona que siempre se ha aprovechado de todo lo que tenía a su alrededor sin dar a cambio nada más que disgustos, problemas u ostracismo.
Como indicas, no compone, canta, toca ni baila, pero está bien forrada de derechos de autor por cambiar signos de puntuación, sílabas o pequeñas frases en temas creados por verdaderos artistas. Sin olvidar que haberse convertido en el teleñeco que Lolo Rico visionó para ella, aunque a manos de ese esperpento con el que se ha casado, también ha contribuido a incrementar sus cuentas corrientes. Teniendo en cuenta que es natural de México, y muy próxima (de momento) a determinadas esferas políticas, igual deberíamos saber donde y cómo responde tributariamente esta señora. Que igual me equivoco y lo hace bien.
La cuestión es que siempre sale más o menos bien parada de todas sus ‘aventuras’ a pesar de todo lo que ha ido dejando a su paso y sin olvidar esa deriva liberalreaccionaria que lleva ya años mostrando tanto por acción como por omisión. Quizás va a ser que, siendo hija de diplomático, lleva en la masa de la sangre la capacidad de renegar, obviar y ponerse de perfil cuando algo no la conviene. Reflexiones aparte, siempre tengo la misma pregunta:
¿Por qué se la consiente de semejante manera?
(Abro paraguas ☂️)
el libro es buenísimo, de aspirante espaliano 1.0 lo tengo de primera edición. las consideraciones aquí muy puntuales sin entrar en el tema Mario. amo John Lennon e Yoko Ono pero no todas la parejas son iguales.
Sin menospreciar muchas cosas que se hicieron entonces, a veces da la impresión de que se quiere hacer entender que la Movida es lo más y ninguna otra época le hace sombra. Quizás no sea para tanto…
Ni cambió nada, ni dejó discipulos, ni se puede agrupar bajo unos postulados estéticos o filosóficos…Así que pa tanto no fue, desde luego
Si ha tenido una consecuencia ha sido la de crear una especie de élite formada por hijos de gente privilegiada que aún hoy día se permiten mirar por encima del hombro al resto.
Lo verdaderamente interesante de aquel tiempo es lo que no ha trascendido. Recomiendo buscar al margen de los iconos estandarizados si tenéis interés en conocer lo que se cocía de verdad.
Me duelen los oeufs de tanto decir esto: la movida murió en el mismo instante que fue bautizada y ese relumbrón de falsa divinidad eclipsó todo lo demás, que fue bastante.
Buenas:
Tengo la edición original de Rafa Cervera. Creo que siguió en el mundo editorial en efeme, más centrada en world music y étnicas. Pero también es conocido por ser el director del club de fans de Alaska prefangoria.
El texto de Cervera es completo, pero no es ajeno a cierto sesgo. No estamos hablando de una hagiografía, pero a veces puede pecar de ser poco crítico en ocasiones, por no decir benevolente. Es completo, lleno de datos, entrevistas y, teniendo la cercanía de Olvido, una estructura e información que está mil años luz de, por ejemplo, «Alaska revelada» (que me entra la risa floja, por favor). Teniendo en cuenta que la historia la (re)escriben los supervivientes, cuando no los vencedores, lo que hay en esas páginas es meritorio.
Yo habría valorado que Cervera hubiese actualizado la edición porque 20 años dan para mucho, dan para un buen descontento y una revisión de la movida como el gato que atraviesa Matrix y la redefine enterita…
Mi opinión nada erudita: La movida fue un constructo, una concepción necesaria para agrupar a la nueva ola tardosetentera ajena a los fregaos libertarios y ácratas. Para juntar a los esquizos con los punks, a la nueva moda española con Luis Alberto de Cuenca. En definitiva, una especie de marca España antes de que Occidente concibiera siquiera la necesidad de la gestión de marcas de sus activos nacionales. Hay un libro de arte español del siglo XX al que tengo el ojo echado en la biblioteca universitaria y el capítulo dedicado a la democracia es demoledor en su contexto: La democracia española era un invento calibrado para meternos de cabeza en la nueva ola neoliberal y la OTAN. Y encima teníamos que demostrar en tiempo récord que éramos modernos, que los tiempos narrados de Hemingway o Tennessee Williams estaban muertos y enterrados. Para ello había que promocionar una modernidad vanguardista que ni vista en Nueva York o Londres. La máquina propagandística necesitaba material crudo, pero ciñéndose al diktat de los tiempos. ¿De dónde sacarlo? De estas criaturitas.
Y la que se moviera, no salía en la foto: Ahí está el caso de Vulpess y Carlos Tena. Modernidad sí, pero que no cuestione el sistema ni el heteropatriarcado, please. Viste como quieras, pero desafectación política obligatoria.
¿Sabéis que cuando hablas, quieras o no, te descubres, no? A veces un mentiroso descubre más información que en un interrogatorio. Y, bueno, puede que hayan mentiras muy convincentes, pero el tiempo (y las contradicciones entre las distintas versiones) las descubren. Eso sucede con la mitificación de la movida.
Hubo una eclosión de artistas en muchísimas disciplinas que se sintieron arropados por el sistema; eran promocionados, los ayuntamientos fomentaban sus manifestaciones (ay, el puñetero tren a Vigo…) pero muchos venían de antes. Los esquizos por lo menos desde finales de los 60 principio de los 70. Zulueta o Almodóvar no surgieron como champiñones, Iván Zulueta había realizado trabajos más o menos comerciales. Los fanzines deben mucho de la gestión ácrata. Quiero decir que el sustrato ya estaba ahí. Sé que la movida fue un artificio «movida promovida por el ayuntamiento» pero la gente y sus obras eran reales. Y a ellas me aferro.
En cuando a Alaska…me aburre. Anoche, en el orgullo de Beniel, intenté enseñarle a unas neomaricas «Eres tan travesti» de la Prohibida. Ellas me decían en broma, «eso es una canción de maricas viejas» -«oye, que Fangoria ha hecho una versión» -«Otra cantante de maricas viejas». Aunque el tema del edatismo da para varios posts, no lo decían en ese plan. Simplemente, ellas han superado el mojón histórico que supone Alaska, le dan la relevancia que tiene: ninguna. Y yo, como marica vieja, sólo puedo envidiar a las jóvenas por su decisión. Y hablar de Alaska hoy daría para mucho, si no fuera que, relegada a la irrelevancia musical absoluta, podría aprovechar cualquier tirón para hacerse un tiktok, un insta y volver a la palestra (cuando comenta cosas de Aitana a cuenta de nada)
Ni siquiera el núcleo que describe Cervera fue el «único» ni el más importante, pero sí el más mediático y al que la memoria nos retrae. Alaska tuvo la oportunidad de encontrarse con ellos.
La movida ha sido encumbrada y demonizada (a la vez por El Zurdo, el llamado ideólogo de la movida) y, últimamente resignificada por la derecha y esa extraña concesión de la Sala Mario Vaquerizo a un señor que, por la época de la movida, rondaba los seis años. De la mal llamada «musa de la movida» sólo quedan dos canciones («Divina» de Radio Futura o «El huracán mejicano»; de las muchas otras que hablan mal e indirectamente de ella, mejor ni mentarlas) y entonces como ahora, lejos de ser un modelo a seguir, para muchos era un modelo del que huir, porque por criticarla lo ha hecho hasta Siniestro Total. Lo cachondo, por decir algo del asunto, es que su recuerdo permea transversalmente varias generaciones, lo que la convierte en un valor referencia informativo. ¿Sabéis además que los periodistas tienen «la nevera», una suerte de archivo de noticias preparadas y documentadas, que por inevitables van a suceder, verdad? ¿Qué os apostáis que una de las noticias en la nevera es la muerte de la susodicha? Y ya me estoy imaginando las menciones a «la musa», «la musa», «la musa…» cuando la realidad de los que vivieron la movida entonces es muy distinta a ese recuerdo engañoso.
No creo que haya otra «movida». Como movimiento underground la movida certificó su fallecimiento en el momento en el que los medios de masas empezaron a promocionarla. Lo que vino después, una especie de «Cuéntame» es una operación mercadotécnica que dudo mucho vaya a repetirse. Por supuesto que ha habido otros movimientos culturales alternativos dignos de mención, la ruta del bacalao (otra que pasó a mejor vida cuando llegó a los mass media), la removida (ésta muerta por causas naturales) y todo lo que esté bullendo por las cabecitas de esas maricas jóvenas que me encantaría conocer, porque el panorama actual da más pena que gloria. Un saludo.
Grandísimo comentario de ovación cerrada.