Mientras el mundo miraba a la ultima serie que todos te dicen que hay que ver en Netflix (Adolescencia) con ese marketing que a la plataforma le sale tan bien, dos series en otras plataformas han regalado una gran primera temporada y (sobre todo) unos episodios que deberían estar en la lista de cualquier seriófilo que se precie de tener buen gusto. Toma muy buena nota de dos grandísimos capítulos que merecen un buen homenaje y pasar a la posteridad.
THE PITT (max)
Una serie de ritmo frenético al borde del infarto, capaz de manejar quince personajes a la vez en tres escenas simultaneas sin que el espectador pierda el hilo. Cada capítulo de la temporada corresponde a una hora del mismo turno de urgencias (15 capitulos, 15 horas) y así el espectador se hace una idea de la carga de trabajo que lleva esta gente. Y funciona, vaya si funciona.
Llena de golpes bajos que te hacen papilla, es cruda y salvaje, no ahorra detalles en visceras y las asociaciones médicas de USA la han nombrado como la más cercana a la realidad sanitaria de todas las emitidas en TV. Encima tiene unos cliffhanger que te dejan los güevos en el galillo a cada fin de capítulo semanal, porque The Pitt ha conseguido recuperar el gusto y la adicción buscarla cada finde y comprobar que todos los personajes están tan bien escritos que aumque en la trama solo transcurran quince horas, acabarás conociéndolos a todos de manera profunda y compleja. Y si faltaba algo Noah Wyle, que tropecientos años despues vuelve a una serie de hospitales y encima al servicio de urgencias. Si alguien le acusa de repetirse es que habla sin saber porque aqui está in-con-men-su-ra-ble.
Todas estas virtudes ya son suficientes para que The Pitt aparezca en la lista de las mejores series del año, pero es que entonces llega el capítulo doce y ocurre una tragedia que deja al espectador con la misma cara de apio que todo el reparto, cuando aún quedaban tres para acabar la primera temporada.
La acción ya transcurría rápido pero a partir de ahí se vuelve trepidante y de un angustioso quiebre al borde del infarto. La complejidad de este capitulo que maneja a todo el reparto de manera simultanea y mantiene las tramas propias de cada personaje sin que decaiga el interés es un puto prodigio que deja con la boca abierta. Rodado con nervio y una cámara que consigue ordenar el caos de la sala de urgencias, verlo es sufrir durante cincuenta minutos mientras se es consciente de que se está viendo un capítulo histórico, de los que merecen pasar al libro de oro de las series.
PARADISE (Disney)
Estrenada sin mucho ruido, Paradise se ha visto perjudicada por el efecto LOST que hace que muchos espectadores ya vayamos con todas las precauciones si tiene pinta de abrir muchos misterios sin cerrar ninguno. Ejemplos como FROM o 1899 son muy oportunos en este caso. Y sin embargo, para sorpresa de la audiencia, Paradise juega muy limpio y da la gran campanada con una primera temporada apoteósica pese a algunas cagadas de guion que parecen mas bien descuidos perdonables. La trama no juega a estafar al espectador ni a ponerle delante la zanahoria que nunca llega porque los enigmas planteados se van respondiendo sin prisa pero sin pausa, en un ritmo que puede parecer lento al principio pero no seas impaciente que se acelera en la recta final. En principio se trata de un thriller con un punto de partida claro: han asesinado al presidente en su dormitorio y uno de sus guardaespaldas será el encargado de encontrar al culpable. La idea de estar viendo una intriga más que correcta pero olvidable queda hecha añicos en los últimos minutos del primer capítulo, cuando el espectador es consciente de que nada es lo que parece y se trata de una puta distopía, amiga.
Es entonces cuando la serie alterna la intriga situada en el presente con flashbacks de cada personaje para ir completando el rompecabezas que explicará quién es el culpable de haber asesinado al mandatario. Entre varias pistas falsas y presuntos culpables transcurre el argumento e incluso hay tiempo de mostrar EL MEJOR PUTO CULO DEL MUNDO que han visto las pantallas televisivas en los últimas décadas. Sí, se trata del culo de Sterling K. Brown.
Entonces llega el séptimo capítulo que es el penúltimo de toda la temporada y se para el mundo, nunca mejor dicho. Un capÍtulo que es todo un flashback del que el espectador sabe todo porque ya se contó antes, como también sabe como acaba cada uno de los personajes y, sin embargo,….MADREDELAMORHERMOSO. Alguien tenia que decirlo; el cine de catástrofes en más de treinta años, con mucho más presupuesto y más medios, ha sido incapaz de regalar unos cincuenta minutos tan apasionantes, frenéticos, desesperados y apabullantes como los que consigue Paradise. Un episodio brutal, sin concesiones ni tampoco un minuto de tregua que adopta el punto de vista del presidente, el tipo encargado de gestionar que el mundo se vaya a la mierda.
El episodio es tan bueno que podría verse independientemente de la serie y tendría sentido. Realiza la proeza de mantener la tensión, la espectacularidad, el ritmo dislocado y una emoción muy pocas veces vista en un berenjenal como el que se encuentra el presidente de los United States. Se entiende porque el creador es Dan Fogelman, un tío que ya arrasó con los kleenex para llorar en This Is Us y que repite con protagonista, en este caso Sterling K. Brown. El conjunto consigue que sea un episodio que se queda en la cabeza durante mucho, muchísimo tiempo y que permanece porque es una obra de arte que todo el mundo debería darse el gusto de disfrutar.