No es de extrañar el fulgurante éxito de la miniserie «Adolescencia» si se observan varios aspectos muy destacables, que diferencian el material que realizan los británicos de muchos otros países y que aventajan su acabado por la consistente calidad competitiva de sus imágenes. Primero, el Reino Unido tiene (posiblemente) una de las más sólidas canteras de actores del mundo, si no la mejor. Es apabullante la cercanía, naturalidad y veracidad de actores principales y secundarios.
En «Adolescencia» no sólo es la contundente presencia del quinceañero Owen Cooper, sino todos y cada uno de sus jóvenes compañeros de reparto. No es raro que un actor británico desconocido para el resto del mundo, salte a la fama de la noche a la mañana. A esto hay que añadir al asiduo Stephen Graham, un valor seguro que suma aplomo allá por donde aparece. Entre él y Martin Compston («no nos olvidamos de la excelente «Line of Duty») se han repartido el éxito de las series más populares de todas las plataformas estos últimos años.
Por otra parte, la ya famosa historia del plano-secuencia. Una decisión técnica que afecta mucho más a la parte estética que a la narrativa y que contribuye al virtuosismo y la complejidad que pone a prueba a los actores, ganando en tensión y suspense. El plano secuencia, sujeto a unas grapas de espacio y tiempo reales, agilizan notablemente la atencióndel espectador, que sólo tiene que dejarse llevar. Por último, los capítulos son muy diferentes entre sí (con varios puntos de vista), lo cual suma más puntos a sus ganas de conseguir el éxito.
«Adolescencia» entra, por muchas cosas, a través de las puertas a las grandes series de estos últimos años e inaugura el año de su estreno para que el resto pasen por su nivel de forma inequívoca. Y de aquí a las escuelas de cine
Te atrapa desde el primer minuto. No hay tiempo de descanso. Muy recomendable.