En los últimos años, muchas empresas de gran alcance global, como Amazon o Meta, han implementado políticas de diversidad e inclusión que parecían un reflejo del progreso hacia una sociedad más equitativa. Estas medidas, que incluían programas de contratación inclusiva, apoyo a empleados LGTBIAQ+ y acciones para visibilizar la diversidad en los entornos laborales, enviaban un mensaje claro: ser quienes somos no debe ser un obstáculo para alcanzar nuestros sueños.
Sin embargo, últimamente hemos observado un preocupante giro en estas iniciativas. Influenciadas por las exigencias de figuras como Donald Trump y su agenda, muchas de estas empresas han comenzado a reducir, e incluso desmantelar, programas clave para la diversidad e inclusión. Estas decisiones no solo son alarmantes, sino que también representan un retroceso que afecta a toda la comunidad LGTBIAQ+ y, más ampliamente, a cualquiera que valore el respeto por las diferencias y la igualdad de oportunidades.
Un retroceso global con graves implicaciones
Para el colectivo LGTBIAQ+, estos cambios no son meramente simbólicos. Cuando se eliminan programas que protegen nuestra diversidad en el lugar de trabajo, también se debilita la seguridad que sentimos para ser nosotros mismos. Es importante entender que el impacto va más allá del ámbito laboral: estas políticas actúan como un espejo que refleja cuánto (o cuán poco) nuestra sociedad está dispuesta a protegernos.
Este giro también se produce en un contexto político global donde el discurso de odio está en ascenso, lo que puede dar licencia a otros actores para perpetuar discriminaciones. El impacto no solo recae sobre quienes trabajamos en estas empresas, sino también sobre las generaciones futuras, que verán truncadas las oportunidades de crecer en espacios laborales verdaderamente inclusivos.
Un llamado a la acción: Nos afecta a todos
Como miembros del colectivo LGTBIAQ+, debemos estar mentalizados y preparados. Estos cambios nos afectan a todos. No podemos permitir que las políticas de inclusión sean un lujo que desaparezca cuando cambian los vientos políticos. La diversidad no es negociable; es una necesidad para una sociedad sana, creativa y justa.
Es el momento de alzar nuestras voces y recordarles a estas empresas que nuestra dignidad no está a la venta. Debemos exigir transparencia y mantenernos informados sobre las decisiones que toman las corporaciones donde trabajamos o cuyos productos consumimos. La unidad y la acción colectiva son nuestras mejores herramientas para enfrentar estos tiempos difíciles.
Hacia el futuro: resistir y construir
La historia nos ha enseñado que el progreso nunca es lineal. Enfrentar estos retrocesos es difícil, pero también es una oportunidad para reafirmar nuestros valores y nuestras luchas. Cada pequeña acción cuenta: desde apoyar a pequeñas empresas comprometidas con la inclusión hasta mantener un diálogo activo con nuestras comunidades.
No olvidemos que la diversidad es un motor de innovación y creatividad. Protegerla no solo beneficia a nuestro colectivo, sino a la sociedad en su conjunto. Resistir no es solo un acto de supervivencia, sino de amor hacia nosotros mismos y hacia quienes vendrán después.
Enfrentemos este reto unidos, con el corazón lleno de orgullo y la mente clara: nos afecta a todos, y juntos podemos marcar la diferencia.