Yero P. Medina es uno de nuestros autores de cabecera más queridos (como si alguno lo fuese menos). De su mano hemos recibido y devorado algunas obras interesantísimas como Crítica de cine para un cadáver y la no menos inquietante Vientre de Perenquén.
De su trayectoria ya habíamos hablado y por ello sabemos que, aparte de prosa/narrativa, también escribe poesía (Treinta años de ansiedad), pero hasta ahora no hallamos el momento adecuado para tratar esta maravillosa faceta suya. De hecho, entonamos el mea culpa desde la redacción porque no dedicamos apenas espacio a este género literario que tantos buenos ratos nos ha dado a muchos.
La cuestión es que he vistoido su última entrega y sólo puedo decir que he quedado completamente rendido.
A nadie con un mínimo de humanidad le deja frío el genocidio que se está cometiendo en los Territorios Palestinos a manos de aquellas gentes indignas de ser consideradas seres humanos que todos conocemos sobradamente.
No me voy a enredar con calificaciones porque no encontraría fin, de modo que directamente comparto con todos vosotros esta representación poética del horror llamada “Jerusalén ordena”
Abrazada a un tronco
llora una campesina
el cadáver de un olivo,
se pierden en la tierra
aceitunas como calaveras.
Enterrado en escombros
un hombre llora
y sus turbias lágrimas
surcan caminos inciertos
en el espeso y ceniciento
polvo de sus mejillas.
Hundidos en el barro
caminan unos pies descalzos
-frio lodo entristecido-,
al secarse y quebrarse
forman corazones enmudecidos.
Luz de estrella artificial
brilla en la noche
como en un amanecer cerúleo,
un oráculo son tus ojos, niño.
Y en ellos se extingue el mundo.
No tenéis ni siquiera que leer porque Yero os lo narra en este demoledor video corto, asi que no tenéis pretextos para ignorarlo.
Gracias infinitas por escribir como lo haces.
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