Sacro sexo

la libido

se me ha ido

y me he dicho

¡qué castigo!

me ha asistido

un colectivo:

el menos reconocido

(Pena Débiles)

 

Me hallo en una encrucijada de mi salud mental, mis deseos, mis posibilidades, mis esperanzas y mis afectos. A caballo entre la generación equis y el milenialismo, me he hecho especialista en postponer asuntos. Uno de los que tengo pendientes de tratar es el de mi libido. Aunque sigo visitando los mercados de la carne, cada vez me resulta menos satisfactorio: escrutar, comunicarme, acordar algo y llegar a un encuentro. Me he enganchado al n0por gratuito para fines masturbatorios. 

Hace poco escuchaba en el infame podcast ¿Puedo hablar! a María López, de Asexual Community España, una asociación interseccional de personas en el espectro asexual. Explicaba muchas de las realidades a las que se enfrentan las personas asexuales. Me gustó mucho escucharla. Había pasado tiempo de unas lecturas que hice sobre asexualidad y ahora he podido conjugar lo aprendido con un punto de madurez sexoafectiva. 

Pues los análisis que se trabajan desde la asexualidad me van a salvar la salud mental. Han pasado ya meses –si no años– desde que mi libido bajó, y mucho. No he tenido tiempo de analizar cómo ni por qué, pero algo que me ha permitido no obsesionarme con ello ha sido leer sobre asexualidad. Entender que no tener el instinto sexual como otras veces en mi vida, es una realidad para muchísima gente y no una patología, si me permiten que explicite lo que debería ser obvio. En un planeta en el que ya se pueden criar bebés que no habéis gestado tú ni tu pareja, lo relativo al «sexo que biológicamente entendemos como una realidad reproductiva» no debería ser ya tan relevante. Comprender cuáles son las distintas atracciones que podemos llegar a tener, así como explorar cuáles de estas atracciones no se cumplen en nosotros mismos, no solamente puede ser bueno para entendernos y querernos sino que me parece clave en el avance humano. 

 

 

¿Acaso los argumentos sobre tener descendencia de sangre no son los que anclan una forma cisheterosexual de ver las cosas? ¿No se considera el sexo como ese eje reproductivo sacrosanto del cual desviarse debe ser castigado? Y ese argumento sobre cómo tiene que ser la naturaleza ¿no es el que se utiliza para poner fronteras al género? ¿No se hace obligatorio que el sexo sea gratuito y se censura el pedir remuneración a cambio del esfuerzo y del tiempo sexual? Pues sí, amigues, sí. El sexo no es libertad así como así. 

También he aprendido a diferenciar mis atracciones. Hay personas a las que admiro, y eso me atrae. Hay personas con quien me gustaría que nos abrazáramos. Hay personas a las que les lamería cada milímetro de la piel. Hay personas que me dan ganas de conocerlas en profundidad. Hay personas que me excitan en el momento, o en el contexto. Hay personas hacia las que experimento varias de estas atracciones. Las hay que me seducen. Las hay hacia quienes solo se da alguna. Las hay que me han provocado distintas apetencias según nos hemos ido conociendo. Y me gusta follar, pero si no lo hago no me frustro.

Llevo media vida montando actividades con quienes se salen de la norma cishetero. Cuando nos travestimos, cuando conquistamos un escenario, cuando bailamos, cuando salimos a manifestarnos, cuando damos charlas, cuando presentamos libros, cuando nos vamos de senderismo o cuando montamos performances por las calles de la ciudad no solamente estamos haciendo eso. Estamos haciéndolo desde vivencias y planteamientos que compartimos, a menudo desde el castigo por saltarse ese mandato reproductivo y afectivosexual. Formamos nuestras propias familias y nuestros lazos ya no están relacionados con lo sexual. 

La liberación sexual no llegará de la mano de la iglesia, pero tampoco de Cincuenta sombras de Grey. La liberación sexual no vendrá, desde luego, desde el pensamiento de imitación de la (tan fallida) vida hetero. La liberación sexual posiblemente se parecerá a cuando se extendió el uso de la rueda. No el día que se inventó, sino cuando ya la integramos en carromatos y trenes, o en el rodillo de amasar y el mando del microondas. Cuando interioricemos que la sexualidad no es tan relevante, sin tener que pasar por «es que lo que hagan en la cama ni me va ni me viene», quizás entonces la sociedad habrá salvado ese escollo.

 

 

MalvaDisco quiere ser artivista. Ha visto el relevo de Shangay Lily por ahí y se lo está intentando coger… y agarrar. Quiere ser inclusiva radical, pues sueña con un mundo en el que quepa el máximo de personas, nos gusten o no, capaces de convivir pacíficamente. No salió del armario para meterse en ninguna casilla. La pureza le da pereza y el purismo le da lo mismo. Traduce y escribe en sitios que no os interesan, salvo aquí.

Ilustración de @jotaemearts 

3 comentarios en “Sacro sexo”

  1. Lo digo siempre que alguna persona se incorpora a nuestra redacción.
    Bienvenida a esta jaula de pájaras y, en tu caso, por hacerlo hablando de algo que es casi un tabú. En el plano personal me siento muy identificado con todo lo que estás expresando. En mi vida he transitado por muchísimos caminos en cuanto a la sexualidad, desde la nada hasta el paroxismo absoluto.
    Así que gracias por compartir tu visión. A mi me está haciendo pensar sobre ello y casi diría que ha puesto piezas en su lugar.

    1. Bienhallada. Mi planteamiento es que se nos ha roto la sexualidad, porque en realidad no se nos había enseñado en condiciones y porque no se incluye en la educación para la salud. Ah, espera, que TAMPOCO HAY DE ESO. Puedo seguir. Un abrazo y de nada.

  2. Señor Meninges

    Totalmente entendible. En el mundo gay el sexo lo inunda todo. Muchos amigos han sido antes amantes. No tenemos que seguir los pasos del romance heteronormativo, con citas, cenas y flores para luego una felación con peeling dental de 3 minutos. Todo es fácil y puede ser inmediato. Peroooo cuando las hormonas bajan… Cerca de los 50 en el DNI, aunque me siento de 32, y tras décadas siendo fogosísimo y dejando todo por un buen nepe, está llegando la tranquilidad. Bajones de deseo sexual cada vez más fuertes. Cada vez más frecuentes. Ni masturbame me apetece. Una vez a la semana? Cuando antes era mínimo una vez al día. Y me surge la duda, la culpabilidad quizás, de que algo está mal… Porque lo normal durante mucho tiempo fue la hiperactividad. Y si lo reflexiono, toda esa energía que dedicaba a buscar encuentros, la mayoría mediocres y de efervescencia fugaz, ahora uso en otras actividades más jugosas, y es maravilloso. Tengo amigos a los que a la pregunta «que tal estás?» Te responden » uffff aquí toda la mañana buscando algún mamón»… Y me da como pena, tanto malgasto de energía para que un desconocido te haga una mala mama… Como los exfumadores que se vuelven talibanes anti tabaco, ahora tengo que luchar para no mirar con pena y patetismo a esa gente, que son yo mismo, desde los 19 años hasta los 47… Ay ay ay.
    Eso sí. Cuando salgo, a berlin, o Estambul o cualquier otra ciudad donde hay colágeno fresco, revive el cazador y por unos días vuelvo a las andadas… Que en el fondo sigo teniendo 32 años perennes en la cabeza. Y esta piel fantástica necesita de colágeno fresco de chasers jovencitos!

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