El sereno punto gris de la ilusión

No es fácil adrentarse en el circunspecto mundo del finlandés Aki Kaurismaki. En las calles que reflejan sus películas, los personajes parecen caminar sin rumbo fijo. Se sientan a conversar a cierta distancia, mirando a un vacío indiferente; apenas mueven sus brazos y sus rostros muestran la soledad. Los ojos miran a una línea más allá de la pantalla, hacia un horizonte profundamente incierto. Los colores de sus imágenes son planos: el rojo es gélido, los azules forman un claroscuro que escapan a un sólo punto de luz. Las suyas, podrían ser películas en «medio a color».

 

Entonces ,¿qué nos hace querer tanto a Aki Kaurismaki?. Es esa manera de contar las historias: con un profundo método de inocencia, en sus diálogos y sus formas. Kaurismaki siempre hace la misma película. Sus personajes beben y cantan; fuman, apenas comen, ligeramente sonríen. Porque forman parte del grupo de una Europa casi vencida. Pero, a pesar de todo, como dicta la Historia del Cine («Luces de la Ciudad», Chaplin), en el último momento se enciende la que parece ser una tímida luz entre la ceguera. Pero esa luz no es tan minúscula.

 

La esencia de su cine, por supuesto, se vuelve a ver en su última «Fallen Leaves». Sin ser una de mis favoritas (» Nubes Pasajeras», «Un hombre sin pasado», » El Havre»), se acerca mucho a sus grandes hitos como realizador. Pero, mejor, dejemos que pasen los años y se ponga en su sitio. Aquí, el marmóreo rostro de la inolvidable protagonista de la más irónica y negra de sus películas, «La chica de la fábrica de cerillas», Kati Outinen, se ha dulcificado en el de Alma Pöysti. El resto, como siempre. Y, esperemos, que nunca cambie. Estrenada a finales de 2023, fue la película más romántica del pasado año. Ha querido hacer el » Umberto D» del cine reciente. Sólo el tiempo le dará la razón.

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *