Fue fantástico y memorable, además de sorprendente, el año 2022 para el cine español. Para los Premios Goya, que suponen el colofón, resumen y cierre al año de cine, en forma de celebración, reflejan la lista de la suerte a los premiados; además de no olvidarse de ausencias. Las más destacadas fueron las de Agustí Villaronga y Carlos Saura, que dejan la historia del cine español con varias de sus puertas cerradas. Como de costumbre, en la gala, se reclamó por más derechos, por más renombre y por más visibilidad: para el cortometraje y para las mujeres. Un Telmo Irureta emocionante, que viene arrastrando su parálisis cerebral desde los dos años, que defendía igual que cualquier otro la necesidad de follar. Se pidió por la sanidad pública, el no al fascismo y el no a la guerra. Se defendió la dificultad de hacer cine de animación y se nombraron a técnicos, ayudantes de dirección y equipos en general. Y, entonces, ¿quién faltó?. ¿Quién no estuvo?. ¿De quien se olvidaron?. Una vez más, de la comedia. Porque hemos tenido casi de todo: drama social, drama familiar, drama carcelario y drama psicológico. Pero por aquí no se ha paseado ninguna comedia. Y nadie ha dicho nada. ¡Qué difícil es hacer reír!. Y si es complicado conseguir hacer un puñado de obras sobresalientes ese año, mucho más complicado parece ser que alguno de esos directores nos entregue más pronto que tarde una comedia de esa calidad. ¿Es falta de riesgo?. ¿Falta de interés?. ¿O será que la comedia no vende tanto como otros géneros, nadie va a premiarla y no se hace?. ¿Es una moda que no esté y volverá?. Que no está nada mal ver cómo se pelean por sus melocotones en «Alcarrás». Cómo llora Anna Castillo, cómo pelean las mujeres de la excepcional «La maternal». Cómo lucha Laia Costa en «Cinco lobitos». La pelea sindical de inicio de democracia carcelaria de «Modelo 77», el impacto que supone haber vivido un atentado de «Un año, una noche». En fin, ¡todo alegrías!. Pero por aquí no se paseó ni un sólo momento la risa. Ya no sé si es necesario el hacer reír, cuando ya ni siquiera la sonrisa está enterrada en momentos que vivimos de convulsión, dobles intenciones y sospechas. Pero bueno, confiemos en que la comedia vuelva a aparecer y sea premiada como se merece. Y los directores se arriesguen con ella. Porque es buen momento de que dejemos de lado muchas cosas. Por un ratito. Nada más. Ríamonos. Que bastante tenemos ya.
Mientras uno espera ese momento,no viene mal volver a «Sopa de ganso», «Una chica afortunada» de Mitchell Leisen, «¡Qué ruina de función!» De Bogdanovich, «Un,dos,tres» de B. Wilder, «Arsénico por compasión»,… No se olviden de la comedia. Que también puede ser humor negro. Puede ser comedia coral, una farsa, una mascarada, un enredo de comedia y una estratagema. Un engaño, un giro y un artificio de comedia. Puede ser de muchas formas. Pero nunca «comedia del olvido». Reivindiquemos la comedia.