Está muy bien lo de reeditar rarezas musicales siempre que se haga desde el buen gusto y la calidad. Es el caso de uno de esos pequeños objetos de deseo musicales para no tan pocos como podría parecer. Pero vamos a ponernos en situación.
En 1986 Nacho Cano y Germán Coppini presentaron un trabajo conjunto de tres temas, escritos por el primero y musicalizados por el segundo, llamados ‘Dame un chupito de amor’, ‘Divina palabra’ y ‘Pepito, el grillo’ en formato maxi, sencillo y cassette. El disco no tuvo título ad hoc, tan solo el nombre de los dos autores, quienes aparecían en la portada como dos juglares de un códice iluminado o un retablo gótico. El caso es que esta ocurrencia no pasó desapercibida y provocó toda clase de reacciones en el medio musical.
Javier Adrados, un incondicional de Mecano, tuvo la idea de reeditar esta curiosidad musical y se lo propuso a Sony Music, quienes accedieron. Total que prepararon una edición maxi muy bonita en vinilo picture disc de 12 pulgadas, reproduciendo la portada original, y se puso a la venta a principios de año. (Por favor, comprar en los grandes distribuidores on-line es muy cómodo y tal, pero si no acudimos a los comercios físicos especializados terminarán desapareciendo sin remedio)
Hasta aquí muy bien, pero ahora vienen las de arena. Por tratarse de un maxi tan especial, ya podrían haber incluido un libreto adicional con más información, anécdotas o, fotografías sobre la colaboración. Y ahora lo gordo: vale que la calidad de sonido de los picture disc no suele ser la mejor del mundo, pero es que la de esta edición resulta insufrible. Todo un despropósito.
Se supone que lo han remasterizado pero la realidad es que el sonido parece regrabado directamente desde un original de hace 35 años al que ni se han preocupado de quitar el polvo. En estos tiempos que corren -y al precio que lo han puesto- esos detalles le hacen un flaco favor a la industria, bastante impopular ya, y por ende a la venta de música en formato físico.
¿Tan difícil era localizar el máster original? ¿Tanto cuesta la hora de laboratorio como para que la todopoderosa Sony Music escatime de esta manera?
En definitiva: han hecho un precioso disco que suena como una chicharra pisada.
Una vergüenza. Esto (y el aumento de precio en los vinilos) nos tememos que estamos ante una nueva muerte del formato. Por la avaricia