Lo que está consiguiendo la primera película española ganadora del festival de Sitges es increible. Sus números una vez que Netfix la puso a disposición del público han sido de infarto en España, pero es que además da la pinta de que va a ocurrir en todo el mundo (o ya está ocurriendo)…
A El hoyo le ha pasado lo que a otros productos españoles como La casa de papel, El Ministerio del tiempo o Verónica, que no tuvieron excesiva audiencia en su salida final y fue gracias a la posibilidad internacional (que posibilita la plataforma) cuando dieron un pelotazo. Demostrando, además, que se puede competir al mismo nivel que las grandes producciones norteamericanas con muchísimo menos presupuesto.
El caso de El hoyo vuelve a demostrar que se siguen haciendo buenas peliculas, distintas, estimulantes, novedosas y con ambición, pero puede que las distribuidoras y exhibidoras se lo estén currando poquito y una peli como esta, pese a su flamante premio, lo tuvo muy complicado para ser proyectada en cines.
Es cierto que en el concepto tiene similitudes con Cube o Saw. pero al poco rato de estar disfrutándola, te das cuenta de que va mucho más allá para convertirse en toda una fábula política sobre la distribución de la riqueza y la lucha de clases con múltiples lecturas, con guiños a La Divina Comedia o El Quijote (el mismo prota, Ivan Massagué, tiene algo de ingenioso hidalgo) que le dan cierto empaque cultureta. Se puede decir que es casi imposible encuadrarla en el género de terror (aunque tenga sus momentos gore) porque toca palos que van de la comedia negra a la ciencia ficción distópica. Pero todas las explicaciones sobran porque lo más importante que hay que decir de la peli es que es entretenidísima. No hay ni un minuto de respiro y su ritmo es trepidante, lleno de sorpresas que te mantienen con la intriga hasta el polémico final (que yo no vi tan polémico, vaya). Espero que gracias a este éxito, Galder Gaztelu-Urrutia, tenga una carrera en este país como se merece, que estamos muy necesitados de directores como él.
Joder, y yo que me dormí viéndola…