No podemos quedarnos de brazos cruzados ante las intenciones de los representantes de ese partido que no quiero ni nombrar, aunque todos sabemos que su corto nombre empieza por v de Veneno y termina por x de Xenofobia. Escueto como un escupitajo.
Desde nuestra humilde redacción procuramos denunciar las barbaridades que esa formación de odio extremo intenta colar en sus repugnantes pactos de gobierno con sus despreciables socios consentidores pero, en este caso, no voy a repetir lo que vamos conociendo a través de la prensa y las noticias, sino que voy a contaros una especie de visión que se me reveló hace unas noches en una pesadilla.
Supongo que habéis seguido en algún momento la serie Sense8 ¿sí? ¿no? Bueno, igual ahora decidís verla.
La serie se lanzó en junio de 2015 y rápidamente dio la campanada en las plataformas habituales por lo impactante de su argumento a muchos niveles aunque, sobre todo, en el acierto al tratar la realidad LGTBIQ+.
Yo la seguí hace un par de años y, tras la pesadilla, estoy volviendo devorarla rápidamente para refrescar lo que os voy a presentar.
¿Ya estáis en situación? Bien, me gustaría que recordarais a Nomi: la chica trans y hacker emparejada con otra chica maravillosa llamada Amanita.
Ella fue la primera en sufrir la terrible violencia que fluye por toda la serie, agravada por un factor no menos horrible: la ejercida por la propia familia.
Por mano de la familia volvamos a la actualidad: la señora Monasterio anda exigiendo libertad para que unos padres puedan llevar a terapia de conversión a hijos LGTBIQ+. En otras palabras: no toleran bajo ningún concepto que un hijo sea de otra naturaleza distinta a la ellos quieren y tratan por todos los medios de subyugarlo a sus designios y creencias aunque le frían la cabeza porque, claramente, está perturbado cuando no directamente enfermo.
Tremendo ¿verdad?: la integridad de un menor de edad dinamitada porque unos padres no aceptan su naturaleza y con amparo legal.
Dicho esto regresemos a la serie para recordar la escena de Nomi atada a una cama de hospital escuchando como su madre: perfecta señorona yankee republicana, ultraderechista, ultracatólica, ultraperoxidada, ultraenjoyada, ultraforrada y ultrahijadelagranputa la continua llamando Michael como si fuese su dueña y, junto a un médico muy chungo, le dice con un terrible gesto mezcla de conmiseración y regocijo, que tiene un grave problema en el cerebro -Oh si, aleluya!! mi hijo Michael se ha convertido en mujer porque está enfermo de la cabeza- y que ha firmado unos papeles que la incapacitan como persona de pleno derecho para que le practiquen una especie de lobotomía que destruirá su cerebro y su completa persona reduciéndola a un vegetal y que, claro, todo lo ha hecho por su bien. Por supuesto: la cerda prefiere un hijo en estado vegetativo a una hija transexual.
¿Qué os parece? a mí me hiela la sangre porque esto podría llegar a suceder.
Es ficción y la persona es adulta, vale, pero la cuestión es que violan sus derechos por algún método “legal”. Además, muchos conocemos algún caso mas o menos cercano de padres que han llevado a sus hijos a terapeutas, psiquiatras, psicólogos o, lo que es peor: a sacerdotes por ser maricones, lesbianas o cualquiera de las siglas que identifican nuestro colectivo, llegando incluso al internamiento en centros de reeducación -reformatorios- o, directamente, instituciones psiquiátricas.
¿Os imagináis que las monstruosidades exigidas por la Monasterio se aceptaran? ¿Cuántas criaturas podrían ser sometidas “legalmente” a infiernos similares?
No, señora Monasterio: la integridad de los menores es sagrada, está protegida contra alimañas de su condición por la ley y, del mismo modo que no se les puede maltratar físicamente, tampoco pueden ser entregados a terceros para que los destrocen psíquicamente, aunque ustedes ya lo hacen poniéndolos a merced de sectas como el opus dei y pudrideros similares.
Sigan usted y sus voceros tratando de vulnerar las leyes de protección al menor y darán con sus huesos en la cárcel.
La iglesia católica, ese club de señores homosexuales:
https://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2019-03-07/frederic-martel-sodoma-vaticano-entrevista_1865978/
¿Señores homosexuales? Lo de señores sobra y cambiaría homosexuales por depravados, sádicos y, sobre todo, depredadores pederastas…
Pederastas son la minoría:
https://www.theguardian.com/world/2019/feb/12/four-in-five-vatican-priests-are-gay-book-claims
Orgías, chaperos, ropas, joyas y perfumes de lujo, drogas… El paraíso de cualquier homosesuá de los que pasean por la calle Pelayo y se toman el vermú en el Válgame Dios…
Qué asco….