Syfy tiene una serie dedicada a las leyendas urbanas (de terror) que pululan en internet y a la que he dedicado palabrillas a varias de sus temporadas, porque cada una es independiente en trama y argumento. La primera no estaba nada mal (leer aquí). La segunda fue un avance y estaba estupenda (leer aquí). La tercera fue un despropósito indigesto y por eso no le dediqué ni un verbo, pese a tener la madurez de un espléndido Rutger Hauer.
Y entonces llegó la cuarta temporada, llamada «The dream door«, una absoluta fantasía malrollera y perturbadora. La trama de nuevo acierta sin hincharse artificialmente en seis episodios que son los justos y necesarios para que te acuestes cada noche con un mal cuerpo importante. Porque a ver; terror, lo que se dice miedo, no se pasa, pero el creador Nick Antosca es tan bueno creando atmósferas enfermizas que te acostarás con un nudo en la garganta y otro en el estómago.
¿De qué va? Pues de una pareja que heredan la casa del padre de ella y en plena mudanza (que hacen más llevadera con polvos y follesca a la primera de cambio, to hay que decirlo) descubren que en el sotano ha aparecido una puerta misteriosa que antes no estaba ahí. Su origen desconocido y la imposibilidad de abrirla hace que impliquen en el asunto a un vecino.
Todo se complica cuando ella, por fin, consigue abrirla y de ahí sale un recuerdo del pasado que les hará la vida imposible, aunque la parejita no se puede quejar, porque a otros directamente, los asesina con bien de sadismo y casquería.
La serie se eleva por encima de la media porque su realización es acojonante …¡Que preciosidad la escena de la piscina redonda! Consigue sorprender con cada nuevo episodio, con una vuelta de tuerca al argumento que nunca te esperas pero siempre más malrollero y turbador que el anterior. Es increíble que sin llegar a dar miedo, cause tanto desasosiego y angustia. Del reparto voy a destacar al caballero protagonista y no por sus habilidades dramáticas. Con pinta de calzar más que un caballo y con un morbazo importante, es capaz de mantenerte caliente como una perra mientras te comes las uñas de la tensión. El actor se llama Brandon Scott y voy a decirlo claramente: exuda sexo.