Nilüfer Yanya publica, con «Miss Universe», uno de los mejores álbumes de la primera mitad del año Vamos a ver. Comprendo que no puedas dejar de repetir «Paralysed» en tu reproductor, como si a Sade le hubieran metido los dedos en un enchufe eléctrico de soul y te grites a tí mismo, ¿de dónde ha salido esta chica?. Ojito con ella, sí. Que hubiera hecho una versión de «Hey» de los Pixies en 2016 la tiene lista para encarar unos riffs de guitarra en «Angels», donde la dulzura de su voz se acerca más a Courtney Barnett. Y dejarla girándose por saber lo que se le echa encima. Sin remedio. Si esta londinense, de tan sólo 22 años, que creció escuchando a Nina Simone, Amy Winehouse y Pixies, acompañó ae The XX y Mitski en sus directos, la tienen entrenada, (con su recién publicado «Miss Universe), para revelarse como una de las artistas claves del año. Lo repetirán los medios musicales en breve. No cabe duda.Y todos coincidirán en lo mismo.
Unanimidad por la calidad de esta joven, de la que poco sabíamos y, desde ahora, seguiremos la pista. Tic tac, tic tac, como marcan esos golpes de ritmo en «Baby Blu», para convertir su estribillo en una adictiva canción de baile. Acelera las agujas, mete a Tracey Thorn en una batidora y te saldrá «Heat Rises». Y vuelve con los amigos: atiza ese soul, saca brillo al saxo y rasga la voz. Eleva tu «Melt» hacia los cielos. Sacando los puños hacia el pop más comercial y no menos contundente en su mensaje: » Monsters under the bed». Visitó Barcelona en 2017, a propósito de su BAM. Esa promesa en firme, ya tiene su álbum para pasearlo por donde quiera. Para volver. Una y otra vez. Como lo que hacemos cuando terminan los cuatro minutos y medio de «Paralised». Volver.