Una nueva crónica-contracrónica para nuestros lectores. A veces en esta redacción nos gustan las cosas a pares, como los polvos, los dulces o las polémicas, así que a la Costello de Madrid acudieron prestos dos de sus intrépidos miembros para dejar constancia del concierto de los gallegos Presumido.
DMALIGNUS
El sábado pasado acudí a una conocida sala de conciertos de Madrid en compañía de uno de nuestros redactores y sus amigos para ver y escuchar a los Presumido en la presentación del Invierno de sus Cuatro Estaciones.
Es de ley reconocer que eran casi unos desconocidos para mi aunque algo suyo había visto, pero siempre en diagonal. Me entristece y me da rabia perderme cosas tan buenas pero es así: hay muchos grupos que ver y mi tiempo es limitado, de modo que me guío mucho por las recomendaciones de amigos y conocidos. Presumido es una de esas recomendaciones y no puedo estar mas encantado de los nervios por ello.
Una de mis primeras reacciones al conocer el nombre de la banda fue preguntarme ¿sabrán estos dos que ese nombre se traduce como pitingo en calé? Igual se están enterando ahora y les da un yeyo…..
Desvaríos aparte allí nos plantamos. Sorpresivamente la sala se fue llenando de gente hasta los topes y el espectáculo comenzó casi a su hora. Digo esto porque Presumido no son muy conocidos -aún- y los grupos suelen hacer esperar y desesperar a su público las más de las veces para ver si aumenta el aforo o para que se les pase el pedo previo a la actuación, que uno ha visto de todo.
Como buen repelentito hice mis deberes y los días previos escuché algunos temas de este binomio. Suenan bien y me gustan.
Pero ay amigos…. ¡Menuda puesta en escena! Lo primero que me sorprendió fue ver una batería completa sobre el escenario. ¿Cómo, cómo, cómo?¿Un grupo de estos de ahora que utiliza batería de verdad (no enlatada) en directo? Pero ¿Qué invento es esto? Semejante despliegue no iba a permitir medias tintas: Infierno o paraíso.
Se hizo el silencio al quedar muda la sonata de Mozart que se oía de ambiente, soltaron humo y se abrieron las puertas del Valhalla. Un sonido impecable, rotundo y limpio aderezado con una iluminación mas que cuidada se vertió sobre nosotros como una oleada de energía. Tarci comenzó a cantar tras los saludos de rigor con esa voz que me resultaba tan familiar -soy muy de buscar parecidos- La batería sonaba increíblemente bien a las expertas manos de Nacho y a tono con el espectáculo. Ya quisieran algunos grandes grupos contar con una ingeniería de sonido así.
Tarci desgrana La Ley del Hielo mientras se mueve sobre las tablas entre teclados, guitarras y paneles de control. Nacho danza con su batería completando un conjunto impresionante para lo que solemos ver en los directos.
Estoy casi en primera fila, la gente vibra, salta, levanta los brazos y la agitación se extiende. Me siento contagiado y resueno como un diapasón, incluso me atrevo a vocear el estribillo con todos los demás.
El espectáculo prosigue y el público nos volcamos completamente. La sala revienta de gritos, saltos y palmas. Desde luego a mi me tuvieron comiendo de su mano, y me considero un espectador bastante crítico.
Tras una sucesión de temas brutales que recuerdo casi como uno solo llegó el apoteosis: suena Pánico en el Edén y todo encaja en mi cabeza: esa voz, ese timbre, esa impostura…. Tarci posee la voz mas cercana a la de Tino Casal que he escuchado hasta hoy y, lo que es aun mejor: no es un imitador en absoluto -eso se nota muchísimo-. El canta así, punto.
La grabación no les hace justicia en absoluto, por el ángulo fue grabada con un smartphone por una chica que tenía a mi derecha.
Finaliza el tema y el concierto entre una ovación general. Tarci se despide y agradece al público su respuesta, muy emocionado, con palabras como “somos cortos pero intensos” y «la ultima vez tocamos para 40 personas y hoy habéis llenado la sala». Pues de cortos nada: medida ideal -unas dos horas que pasaron volando- y en cuanto a la intensidad: la de una central eléctrica a plena potencia. En lugar de largarse al camerino por bambalinas se arrojaron al público y pude darles un abrazo. Sin duda van a contar conmigo siempre que pueda acudir a sus actuaciones y van a llenar muchas salas.
Diez sobre Diez.
C. DEL PALOTE
La verdad es que iba yo confiado al concierto de los Presumido, no soy virgen al respecto y he visto muy buenos directos últimamente, pero lo cierto es que me sorprendieron y mucho. Lo que destaca de su puesta en escena es la energía que derrochan y esa, en buenas dosis, te puede hacer la noche muy grande. Una sala abarrotada y bien de calor de más no fueron inconveniente para disfrutar de una propuesta que parece mentira que venga dada por solo un par de personas en el escenario, Tarci a la voz, teclados, guitarra y programaciones y Nacho a la batería y con un aparato como una mini-consola para demás virguerías digitales.
Unos gaseos iniciales algo incómodos son necesarios para el espectáculo, donde las luces y efectos visuales también tienen mucho que decir. Entre fogonazos y flashazos estroboscópicos, el dúo fue desgranando las canciones de su nuevo EP, “Invierno”, algunas de las que formarán parte de sus siguientes trabajos en este formato hasta dar forma al álbum “Cuatro Estaciones”, canciones de su primer álbum, el excelente “Vendetta” (2017), y alguna versión como la que hicieron del gran Tino Casal, “Pánico en el Edén”. La pericia técnica, el perfecto ensamblaje entre ambos, el excelente estado de forma vocal de Tarci y la espectacularidad de ver a Nacho tocando la batería fueron alguna de las cosas más llamativas de este concierto, un poco escaso en duración según mi opinión, dos horas dice mi compañero, ¡ja!, y que no desentonaría para nada en un escenario mucho más grande del de la sala elegida, algo pequeña en aforo pero con una de las mejores acústicas de la ciudad en contrapartida. ¡Yo espero verles pronto triunfar en un festival o algo parecido, en un “stage” enorme y poniendo a bailar como este día a todo el mundo!