Antonio y Carmela no podían ser más indie. Fueron pioneros del pop acústico y de lírica compleja a finales de los 80. Magia en estado puro y una delicadeza propia (luego) de otras formaciones míticas como Family o La Buena Vida. Estos madrileños, de carrera efímera, ficharon por una filial de RCA y se preveía algo más que un par de singles y un álbum (Volumen 1) irregular y con una producción que dejó muchos matices escondidos y que, de haber sido más acertada, podría haber hecho de las composiciones algo mucho más audible. Su admiración por la Velvet se hizo patente en sus temas e incluso grabaron su propia versión del clásico “Femme Fatale”.
s dos singles (incluso sonaron en Los 40 y Cadena Dial) “Mariajo” y “Pobre Ramón” me fascinaron desde el primer momento. El flechazo fue instantáneo, sobre todo por esos textos que te sumergían en una especie de cuento o continuación de “La historia interminable”:
Mis manitas son dos
algodones sin alma
A los que da la luz
que entra por la ventana
Solo puede que tú
con tus dedos de fuego
Hagas las cadenas quemar
aunque ardamos enteros
Tú mientes crees que yo
no me voy a cansar
De tanto esperar
Un caracol tan triste no puede librar
a una esclava jamás
Adiós le dije y él también me dijo a mí
Quiero estar allí
Estábamos seguros, nuestra libertad
jamás morirá
Pues suenan genial!! Una pena…